viernes, 17 de diciembre de 2021

2021: El año del "aguante"

 


Nos acercamos al final de la gestión anual y vuelvo a caracterizar que se va en mis propios términos y juicios. Lo vengo haciendo desde 2010 y aprovecho para refrescar las memorias, con cada vez menos espacio y, por tanto, con la mínima referencia de los hechos que me llevaron a otorgar tal o cual denominativo, año por año. Para llegar al presente, pasamos por:

2010: “El año del rodillazo”. ¿Recuerda usted el artero rodillazo propinado por el señor Morales Ayma a un rival durante un partido “amistoso”? He sostenido, desde entonces, que el mismo simboliza la forma de gobernar del susodicho.

2011: “El año del MASkin”. Este año se cumplieron 10 de aquella cruenta intervención del aparato represivo del régimen masista contra los marchistas por el respeto al TIPNIS en la localidad de Chaparina. Escenas como las de los y las indígenas siendo amordazados con cinta maskin –de ahí la caracterización- sacudieron las entrañas de la ciudadanía. El régimen adujo que “se había roto” la cadena de mando. Uno de los responsables de la acción se pavonea en organismos internacionales como si nada.

2012: “El año de la caca”. En referencia a una frase escatológica vertida por el presidente de entonces que calificaba como material fecal al estado de las relaciones con Estados Unidos. Demostración cabal de la “diplomacia de los pueblos”.

2013: “El año de la extorsión”. Por el mayúsculo escándalo del consorcio extorsivo montado por el régimen cuyo modus operandi fue el de exaccionar importantes montos a reos con la promesa de gestionar ante la justicia su liberación.

2014: “El año del Estado Plurinominal”. Un desliz del tribunal electoral hizo que en las papeletas de votación se imprimiera el rótulo de “Estado Plurinominal de Bolivia”, en lugar del correcto “Plurinacional”. Aparentemente solo un detalle sin importancia pero que, en estricto derecho, debería haber llevado a la anulación del proceso electoral de entonces.

2015: “El año de Petardo”. Como en la actualidad, Potosí se enfrentó al régimen; aquella vez, a una marcha que se dirigía a La Paz, se plegó un perro al que no lo espantaban los ruidosos petardos que anunciaban el paso de los machistas. El can llegó a la sede del Gobierno ya con el sobrenombre de “Petardo”. El animal simbolizó la lucha por la democracia y la repulsa a la corrupción del régimen.

2016: “El año NO-Evo”. En su afán por prorrogarse indefinidamente en el poder, habiendo ya anteriormente burlado la prohibición constitucional para repostularse, el señor Morales Ayma convocó a referéndum. El mismo se llevó a efecto el 21 de febrero con un resultado vinculante que enterró para siempre la ambición de dicho sujeto.

2017: “El año del nulo”. El régimen sufrió otra contundente derrota al resultar repudiados en las urnas los peleles que puso a candidatear a autoridades judiciales. No obstante la paliza que recibió, impuso de todas maneras a tales operadores en cargos de la administración de justicia, mismos que siguen favoreciendo al régimen en toda instancia.

2018: “El año de la doble pérdida”. Perdimos el mar por una mala conducción de la demanda ante La Haya y perdimos la democracia con la sentencia constitucional que, amparada en un inexistente derecho humano a la reelección indefinida, habilitó al dictador para las elecciones del año siguiente.

2019: “El año de la gesta democrática de Bolivia”. Comoquiera que ya era demasiada burla a la democracia, agravada por el fraude, la ciudadanía se envalentonó y en heroica resistencia, devolvió al país a la senda democrática. Los usurpadores tomaron las de Villadiego y, ante el vacío de poder, se produjo la sucesión constitucional.

2020: “El año de la calamidad”. Y llegó el virus que se entremezcló con una administración corrupta que, además, se metió en la carrera electoral –gravísima decisión-, preparando el terreno para el retorno del viejo régimen que volvió con sed de venganza.

2021: “El año del aguante”. Con el de hoy, son 340 días desde que Luis Arce conmino a la ciudadanía a aguantar la embestida de pandemia mientras se esperaba la provisión de vacunas. De alguna manera, el aguante continúa y no exactamente por el asunto de las vacunas.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

A fe de realismo

 


Luego de unos días de intensos mensajes de ida y vuelta, el debate, un tanto artificial, sobre el federalismo, ha bajado notoriamente de tono. Quién tiró la primera piedra y quién picó el anzuelo es algo que no lo tengo del todo claro.

En su afán de figuración y de buscar un pretexto para iniciar el camino hacia una reforma constitucional que le permita hacer realidad su anhelo gobernar de manera vitalicia, el señor Morales Ayma se plegó al discurso federalista sin convicción alguna –arrancarle las autonomías (que, por otra parte, no dejan de ser manejadas desde el centralismo, muchas veces con la aquiescencia de autoridades locales de militancia oficialista) fue, literalmente, una guerra de baja intensidad-. Lo más probable es que se haría una reforma de carácter absolutista, pero de federalista, para nada.

Por su lado, el Gobernador de Santa Cruz izó la bandera del federalismo como respuesta al carácter centralista del régimen, pero llevándola más allá de lo admisible con un discurso pletórico de dudosas consignas sobre la naturaleza del federalismo.

Poseros y voceros oficiosos se pronunciaron en afán de mostrar su “conocimiento” sobre el tema, más movidos por su reflejo “anti” que por criterios racionales. Curiosamente, quien más palo recibió fue Camacho –que sea Gobernador del departamento de Santa Cruz no es un dato menor en este sainete- rimaron federalismo con separatismo y anunciaron el regreso al neoliberalismo y al monocuturalismo, sin percatarse de un par de detalles: 1) El propio Morales Ayma y el señor Arce Catacora, a la sazón, Presidente de Bolivia, cogieron el guante, al menos al principio, del imaginario federal y 2) Un Estado, independientemente su forma –unitario o federal, siempre y cuando se establezca bajo el sistema democrático de gobierno- puede acoger gobiernos de diversas corrientes económicas –Estados Unidos de México es un buen ejemplo de ello-, puede contener población diversa (pluricultural) y puede mantenerse relativamente bien cohesionado.

Federal es una forma de Estado, con sus fortalezas y debilidades respecto a otras –la unitaria, principalmente- y no es el demonio que algunos quieren hacer creer. No olvidemos que la pulsión federal tiene más de cien años en nuestra historia y si hubo algunos que se jugaron por ella, fueron los indígenas del altiplano paceño, aimaras para más detalle, que luego fueron traicionados por los liberales de fines del XIX y principios del XX. Otra omisión del nuevo ciclo de discusión es que parecería algo reciente; que yo recuerde, Potosí ha estado propugnando el federalismo los últimos diez años.

Hace unos años cursé un módulo sobre federalismo en el Centro de Estudios Constitucionales “James Madison”, en Montpellier, Estados Unidos de América, en el que me sorprendí de que hasta hubiese un tipo de arquitectura denominada “federal” (en realidad es la neoclásica) que es la de las principales edificaciones de los poderes en Washington y que representa los valores del federalismo estadounidense: armonía, equilibrio, proporción y simetría. De tanto en tanto, mis estudiantes se conciernen sobre esto y más de uno podría hablar con mayor propiedad sobre el tema que muchos de los oficiosos que he leído o escuchado estos días.

En lo que a mí concierne, el camino de las autonomías nos llevará, indefectiblemente, hacia la forma federal de Estado, pero esto no ocurrirá mañana o pasado mañana porque a alguien se le ocurrió sacar de la galera el conejillo, sino por culminar el proceso autonómico, cosa aún muy lejana. Sin uno no habrá lo otro. A fe de realismo.


miércoles, 17 de noviembre de 2021

Keep calm y vacúnese, Sr. Choquehuanca


                                              Viñeta: El Deber

Hace unos cuarenta años, cuando comenzaba a interesarme en el periodismo de opinión, leí una columna titulada “Ca-tras-ca”, firmada por un tal Robert Shaves Ford, que, según era el pseudónimo de Roberto Chávez Foronda –al margen de que no hay mucha huella del mismo, no es mi intención ocuparme de la persona-. El sonido del término me encantó. Ni siquiera recuerdo el contenido del artículo. En aquel momento, y hasta hace unos minutos, lo asociaba a una onomatopeya de ruptura de algo al caerse –algo así como ¡Cataplam!, para referirse a un golpe-.

Pues resulta que “catrasca” había sido una palabra con entidad propia que paso a definir: cuando uno comete un error tras otro estamos ante una catrasca (a quien incurre en este comportamiento se lo conoce también como catrasca). Para ahondar en el sentido de esta palabreja, solo hay que descomponerla en sus tres sílabas, tal como lo hizo Shaves, y tenemos “cagada-tras-cagada”; con lo que podemos decir que tenemos un Gobierno catrasca.

Entre quienes más aportan a esa caracterización se encuentra el inefable Sr. Covid Choquehuanca, Vicepresidente de Bolivia, a la sazón, quien, además, ha estado, con breves intervalos, más de una década en las altas esferas del poder. Conocidas son varias de las cagadas que fue expulsando durante su gestión como Canciller y no abundaremos en ellas.

Ya como segunda autoridad del Estado y, por tanto, cabeza del Legislativo, nuestro buen caballero sigue haciendo de las suyas mandándose una tras otra, pero hay dos que valen por mil dadas sus connotaciones.

Como todos sabemos, desde hace casi un año, vivimos en estado de aguante; esto es, una campaña masiva de vacunación cuyo lema es “una dosis de esperanza”. Sumando las gestiones gubernamentales –algunas poco transparentes, a mi juicio- y las donaciones del Imperio, Bolivia, literalmente, tiene vacunas de sobra, al extremo de haber botado a la basura 300 000 dosis de AstraZeneca y, prontamente, hacerlo con 40 000 de J&J. Una de las responsabilidades que asumió para sí el Estado central fue la de la provisión, mientras que los niveles autonómicos se hacen cargo de la parte operativa. Pero el Estado ha descuidado otras dos responsabilidades: la logística y, principalmente, la comunicación. Y ahí tenemos los magros resultados, sobre todo en comunidades rurales.

Uno de los aspectos de la comunicación desde el Gobierno debe ser el propio ejemplo y el Sr. Choquehuanca va a contramano del esfuerzo por alcanzar la inmunidad de rebaño, con su negativa a ser inoculado. Podría, en el espíritu paranoico que caracteriza al régimen, hablarse de sabotaje desde adentro.

La segunda es una clásica “choquehuancada”. En alusión a su noble linaje que lo emparenta con la nobleza incaica, según se dice, este aymara ha invocado a la “Ira del Inca” para conjurar las expresiones ciudadanas, gran parte de ellas provenientes de sus “hermanos” de piel, y lo ha hecho en tono de amenaza, perdiendo toda compostura personal.

En lo conceptual hay al menos confusión en lo dicho por el Vice, puesto que los incas sometieron a la esclavitud a los aymaras, lo que fue muy conveniente para que los españoles, con una manito de algunos aymaras, hicieran lo propio con aquellos. En lo político, esas reminiscencias de sangre develan un aire aristocrático poco acorde con el tiempo democrático.

Terraplanista (anticiencia) y en extremo exaltado (matoncito de barrio bajo), don Covid debe hacer conciencia de las cagadas –una tras otra- que se manda y asumir que en su posición tiene que dar ejemplo de acompañar la política sanitaria y dar señales de templanza para no crispar más el ambiente social.

¡Cálmese y vacúnese, señor Choquehuanca!


martes, 2 de noviembre de 2021

La diploMASia

 


“En el mundo de las relaciones internacionales, donde los ‘malentendidos’ son generalmente los mejor entendidos, este fenómeno se agudiza por el efecto difícilmente reversible del término empleado”, señala Benoit Turcat en su prólogo del Diccionario Básico de Relaciones Internacionales, del autor Aitor Iraegui.

Aquello del “término” se hace extensible a los actos, actuaciones y gestos de los agentes diplomáticos que representan a sus Estados en sus respectivas legaciones y a las máximas autoridades en materia de política exterior –ministros(as) de Relaciones Internacionales, cancilleres-. En ocasiones, el silencio puede resultar atronador; en otras, se pueden proferir los mayores agravios con un lenguaje tan elegante que parecerían capullos a punto de florecer. Así de delicado es el asunto.

Cada gobierno está en su derecho de imprimirle su estilo al relacionamiento con “otras potencias”, como se decía antes, de tal forma que es posible que cada nueva gestión genere su enfoque particular en políticas macro o sobre ciertos contenciosos. Históricamente, el caso marítimo ha sido un surtidor de fórmulas diplomáticas respecto al Estado par: se ha ido y vuelto del bilateralismo al multilateralismo, del reivindicacionismo al practicismo y sus matices, el “enfoque fresco”, la “cualidad marítima” hasta a solución final que nos costó la pérdida definitiva, por un fallo del Tribunal de La Haya, de acceso soberano a las costas del Pacífico.

Lo que no puede ocurrir, y si lo hace ya se torna en, al menos, una irregularidad, es incurrir en la improvisación, en el pintoresquismo o en la grosería a secas. Y los últimos quince años han sido pródigos en ello.

La calidad del Servicio Exterior de un Estado no solo depende de sus políticas en la materia, sino, fundamentalmente inclusive, de la preparación del personal que lo representa. Si bien hay una especie de acuerdo tácito para destinar a funcionarios de carrera y a otros, entre destacados intelectuales y beneficiarios del favor político, mediante libre designación, hoy, el servicio exterior está en su peor momento. Una parte del cuerpo diplomático está compuesta por exfuncionarios judiciales que dieron luz verde a los afanes de reelección indefinida de su jefazo; otra, como si ser candidato(a) a alcalde o a gobernador(a) por el más tuviera un seguro político, por excandidatos derrotados en las urnas.

El señor Morales Ayma acuñó aquello “La diplomacia de los pueblos” dando a entender que las relaciones exteriores eran cuestión de los “movimientos sociales”, pasándose por encima las vías regulares, las oficiales, para tal cometido. Demagogia de proporciones colosales.

Quien llevó las riendas de la diplomacia boliviana, al menos formalmente, durante la mayor parte de este tiempo fue el actual vicepresidente, David Choquehuanca Céspedes, en calidad de Canciller, cargó contra la lectura, pontificó sobre el sexo de las piedras y chauchitó papaliza en una asamblea de la ONU invitando a los asistentes a que la probaran por tratarse del “Viagra andino”, es también autor intelectual del “reloj a la inversa” del Palacio Legislativo. Ahora, quien condujo las RR.EE de Bolivia, confirmando su terraplanismo, se niega a ser vacunado: bien podríamos llamarlo Covid Choquehuanca.

El más reciente episodio de la depauperada diploMASia, es el protagonizado por el aventurero que, en clara ofensa a la nación que le dio un inmerecido beneplácito, produjo un video de cantina creyendo que con quitarlo de circulación se zanjaba el entuerto.

En 2015, a poco de su nombramiento como Embajador ante la Santa Sede, el funcionario de carrera Armando Loayza, concedió una entrevista a un mdio chileno en la que se refirió al “trauma anticatólico” de Morales Ayma. El periodista instrumentalizó la declaración hacia el asunto marítimo, pero, aunque lo que dijo el embajador es absolutamente cierto, no correspondía que lo mencionara dada la misión que ostentaba. Loayza presentó su renuncia antes de que se la pidiesen. El aventurero en cuestión no piensa en hacerlo.


miércoles, 20 de octubre de 2021

El (re)cuento del tío

 

                                                Viñeta: ABECOR

No se supone que los recursos públicos se utilicen para que los funcionarios del gobierno hagan el ridículo; pero los empleados al servicio del régimen de Morales Ayma parecen no entenderlo así y se esmeran en malgastar nuestro dinero para denigrarse hasta la rediaxia (palabra que acabo de inventar porque no hay una que exprese el grado de miseria humana en la que se arrastran, causando no lástima, sino risa).

El humillante espectáculo con el que pretenden engatusar a la ciudadanía no hace más reafirmar que lo que ellos tratan de negar, y lo más risible es que creen que lo hacen de maravilla. ¡Tontos y retontos!

No les bastó con embarrar siglos de prestigio de la Universidad de Salamanca que, inopinadamente, se prestó a la patraña por unos pesos. La desportillada institución no pidió disculpas al país, como debía haberlo hecho, pero admitió que su panfleto no tenía el alcance de la auditoría de la OEA, cuyo carácter vinculante fue solicitado –y, conocido el texto, no aceptado- por el propio señor Morales Ayma cuando la encomendó.

Fracasada la táctica “Salamanca”, superándose a sí mismo en capacidad de torpeza/gag, esa que nos hace reír por lo estúpida, a un tío del régimen se le ocurrió hacer un “recuento” de los resultados de las fraudulentas elecciones de hace dos años cuando el sistema de transmisión rápida fue intervenido cuando la tendencia marcaba que debía realizarse la segunda ronda electoral. Sin contar con que usurpó funciones de otro poder del Estado, el sujeto no ha sabido qué hacer con su “hallazgo” (¿hubo alguno?) y lo único que consiguió fue seguir embarrándose para deleite de la platea. Reducido a jocosa caricatura, desata su ira contra el más débil personaje de aquella: el caricaturista.

Más grotesco aún es el acto de embrollamiento al que se han expuesto estos tíos al urdir, con su TCP que, sin mencionar específicamente el asunto de la sucesión presidencial, bendecido en su momento por el propio TCP, emite una sentencia y un comunicado que el régimen, conocedor del texto con anticipación, “interpreta” la sucesión de 2019 como contraria a la Constitución, cuando, justamente por lo que deja de decir, tal pronunciamiento la avala. Pero lo tristemente jocoso viene cuando la muchachada de los moralitos quiere separar el supuesto origen inconstitucional de la sucesión de los actos jurídicos posteriores, entre los cuales se (re)cuenta la convocatoria a elecciones cuyo acto material (la votación) da origen al gobierno en funciones. Cantinflesco sofisma de autoinvalidación.

¿Seguimos?

No conforme con revolcarse en porquería en medio de las risotadas de los espectadores, el régimen lleva su numerito al foro panamericano y recibe una elegante invitación a irse de paseo. ¡Nada menos que uno de los involucrados en el fraude desafiando a debatir a quienes lo pillaron en falta! “Vaya a debatir con su abuela”, faltó que le dijeran a tiempo de dar por cerrado el tema.

Queda claro que el régimen ensaya, y representa al mismo tiempo, una versión torpe del (re)cuento del tío suponiendo que la ciudadanía se dejará timar. No se percata de que, en su miseria moral, solo exhibe una enfermiza afición por hacer el ridículo.

Miseria moral: desconocer el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016 y pretender que la reelección indefinida es un derecho humano, patraña a la que la CIDH no se prestó y dio un revés a las aspiraciones prorroguistas ad infinitum del tío que tomó las de Villadiego dejando instrucciones para incendiar el país en su ausencia.

Háganse un favor a sí mismos: Si algo de vergüenza les queda, dejen de hacer semejantes mamarrachadas.


miércoles, 6 de octubre de 2021

39 años: Nadie se cansa, nadie se rinde

 


La presente columna viene precedida de otras que abordaron el mismo acontecimiento: un año más desde que, en 1982, la democracia llegó para –así lo sentimos pese a las indisimuladas acciones del régimen de Morales Ayma para destruirla- para quedarse.

Este recorrido de 39 años puede ser considerado, según cómo se lo mire, largo, en comparación con otros periodos sin interrupciones de carácter dictatorial, o corto, en tanto proceso histórico.

Pero si lo juzgamos por sus hitos, sus primeros 20 sentaron cimientos sólidos que resisten los embates de quienes, desde el poder, intentan socavarlos.

El primer gran hito es justamente el del 10 de octubre de 1982, fecha histórica que corona un arduo periodo de intentos democratizadores con duros tropezones –una elección con más votos que votantes, golpe militar contra Guevara Arce, golpe militar contra Lydia Gueiler-. Entre los antecedentes hay que ponderar las figuras de los militares institucionalistas David Padilla Arancibia y Guido Vildoso Calderón.

El segundo, siempre a mi juicio, es el acortamiento del mandato del Dr. Hernán Siles Zuazo, agobiado por la crisis económica –deuda externa, hiperinflación, devaluación- “heredada” de los regímenes dictatoriales, y por una despiadada oposición que no había aprendido las lecciones de noviembre del 79 y de julio del 80. Con una grandeza pocas veces vista en quien ocupa la silla presidencial, Siles dio un paso al costado.

El tercero, es la estabilización económica, a un considerable costo social, que se resume en dos frases de Paz Estenssoro: “Bolivia se nos muere” y “Esta es una coyuntura que puede durar 20 años”.

En cuarto, es el de la construcción institucional de la democracia, comenzando por la de la entonces Corte Nacional Electoral que, en determinado momento, llegó a tener la confianza absoluta de la sociedad. Los acuerdos del 19 de julio de 1992 (Gobierno de Paz Zamora) trazaron el camino que condujo a otros hitos.

El quinto, es el de la Participación Popular, mecanismo que otorgó a los municipios recursos y poder que hasta entonces no los tenían. La descentralización se abría paso y lo rural se integraba al concierto político. Fruto de la primera reforma a la Constitución de 1967, se introducen las categorías “multiétnica” y “pluricultural” de nuestra república; el reclamo de la primera marcha indígena se inscribía en letras constitucionales. No menos importantes fueron el voto a los 18 y la creación del Tribunal Constitucional, el Consejo de la Judicatura y la Defensoría del Pueblo.

La agenda de reformas institucionales quedó trunca ante el advenimiento de un ciclo de contracción de la economía –factura de la dependencia de los recursos naturales- y las acciones gubernamentales se centraron en el intento de evitar mayores daños al erario. Esto desgastó a la política y la válvula de escape fueron las reformas de 2004. La llamada “desmonopolización” de la política y la constitucionalización de institutos de democracia semidirecta: Asamblea Constituyente y Referéndum.

Lo que nos lleva a 2005, el sexto hito. Las elecciones de aquel año fueron el triunfo de la democracia y, ¡quién lo diría!, el comienzo de su actual agonía. Pero, como reza la arenga de octubre/noviembre de 2019, “Nadie se cansa, nadie se rinde”.

Colofón: el Gobierno constitucional transitorio podría haber sido considerado el séptimo hito si no hubiese sido tan desastroso, si solo se hubiera dedicado a lo que le correspondía hacer.

Pero de ahí a que el régimen de Morales Ayma quiera, con cada vez menor credibilidad, tacharlo de “gobierno de facto” dista una enorme brecha. El único argumento que aún le queda es que un uniformado le colocó la banda presidencial a la señora Áñez. Quiero recordarle al régimen de Morales Ayma que la Constitución vigente fue aprobada en grande por el MAS en un recinto militar en las afueras de Sucre, luego de la muerte de tres ciudadanos y de un centenar de heridos, ¿hace ello de la misma una Constitución de facto? En la lógica del régimen de Morales Ayma, sí. Empate técnico.


miércoles, 22 de septiembre de 2021

Operación "Plátano maduro"




 En los cálculos previos a las elecciones autonómicas (“subnacionales”), el régimen de Morales Ayma, erróneamente, las tomó como un correlato de las generales y las supuso en el bolsillo pensando en el ejercicio del poder total(itario). Su campaña se basó en amenazas de cortar ingresos y proyectos a ciudades y departamentos si acaso sus habitantes osaban dar la victoria a candidatos de oposición, sobre todo cuando las encuestas, luego ratificadas en los resultados electorales, mostraban mayor intención de voto hacia candidatos no oficialistas en las grandes urbes y en varios departamentos –esto, sumado la imposición de candidatos en el MAS, causante de fisuras en su seno-.

Durante la fase de impugnaciones, se puso en cuestión la habilitación, por motivos de residencia, de dos candidatos a alcaldías: César Dockweiler a la de La Paz y Manfred Reyes Villa a la de Cochabamba. Si se inhabilitaba al segundo, por analogía, tendría que inhabilitarse al primero; por tanto, el régimen tomó la decisión política para que su instrumentalizado Poder judicial diera luz verde al señor Reyes Villa, quien, como se sabe, corrió mejor suerte que el señor Dockweiler en los comicios.

Si Morales Ayma y su pandilla querían sacarse de encima al actual alcalde de Cochabamba, el momento era aquel; el argumento jurídico era sólido. En cambio, la forma en la que se lo quiere apartar del cargo ahora es absolutamente absurda, y los es más aún cuando el burgomaestre goza de una legitimidad indiscutible y que, en el breve tiempo que tiene de gestión ha demostrado estar a gran distancia, en términos positivos, de sus desastrosos antecesores recientes (Castellanos y Leyes).

Menciono el asunto porque es el más delicado; pero no es el único, no todos son del mismo tipo. El régimen de Morales Ayma está decidido a destruir lo que queda de democracia para tomar las instituciones a las que no pudo acceder por la vía democrática y, colateralmente, emitir normas cada vez más restrictivas de la libertad.

Luego de una aparente admisión de su catastrófica derrota en las elecciones autonómicas, la arremetida totalitaria es evidente: asedio a la marcha indígena, golpe a la dirigencia de los cocaleros de Los Yungas, elaboración de leyes atrabiliarias, intimidación al alcalde de La Paz y al expresidente Mesa, agresiones a periodistas mientras cumplen sus funciones, insistencia enfermiza en un supuesto “golpe de Estado” y un largo etcétera de acciones de carácter autoritario.

Si bien algunos de éstas se venían gestando anteriormente, ha sido en los últimos 15 días que se han acelerado y agudizado. Y no parece casual que ocurra así. El recientemente elegido por enésima vez como máximo dirigente de los cocaleros del Chapare se reunió con el tirano venezolano –poco antes lo hizo con el cubano-. No fue para jugar badmington, supongo. El caso es que en Cararacas recomendó la ingesta de “plátano maduro” a los revolucionarios, y todo el aparato judicial-político del régimen de Morales Ayma comenzó a apretar el acelerador -¡hay que ver con cuánta diligencia se emiten comparendos y se aprueban leyes de tinte persecutorio!-

Entretanto, los organismos que velan por los derechos humanos expresan su preocupación, lo que parece no hacer mella al régimen, cuyo camino hacia el totalitarismo fue (re)definido fuera del país.

Como otras veces, se precisa de la coordinación entre las fuerzas democráticas ciudadanas para evitar la escalada dictatorial. De no ocurrir esto, los bolivianos acabaremos con un plátano en el cu…ello.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

El MIR ha muerto, ¡larga vida al MIR!

 



Ayer, la expresión más representativa de la lucha por y la posterior construcción de la democracia en Bolivia, el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) celebró 50 años de presencia en la historia política del país.

Nació en la clandestinidad y llegó a sus bodas de oro en una especie de clandestinidad. Con su personería jurídica cancelada hace años, una suerte de muerte legal, como salidos de las catacumbas, cientos de militantes –no quiero sobrestimar la cantidad, pero a escala nacional, pudo haber superado el millar- se manifestaron públicamente en plazas y calles de diversas localidades para dejar testimonio del patrimonio político que, por mucho que se trate de ignorarlo o denigrarlo, está más vigente que nunca, no de manera orgánica sino por la necesidad que tiene Bolivia de reencaminar la democracia, cuyo ejercicio se encuentra secuestrado por un proyecto de carácter autoritario y excluyente.

Es decir, puede ser que formalmente no haya MIR, pero hay un mirismo cuya irradiación hacia el campo democrático es lo que se requiere para superar este periodo de déficit democrático. Fíjese que no hablo de personas; mi inquietud se dirige hacia una serie de grupos que emergen en tiempo de elecciones y cuentan con personería jurídica, pero les falta lo que al “muerto” le sobra: una idea de Estado, una explicación del nuestro país, un legado…

Ya fuera en su forma institucional (con sigla vigente y organización activa) o en su manifestación testimonial, la expresión política de la que hablamos es como una rosa de los vientos que puede señalar el camino a organizaciones que oponen resistencia al régimen del jefazo.

Fundado hace medio siglo como resistencia al gobierno de facto que se instauró en agosto de 1971, al MIR le cupo administrar el aparato estatal en diversas circunstancias; la más feliz fue aquella en la que un mirista que, en virtud de la aplicación del artículo 90 de la anterior Constitución, mostrando que se puede concertar entre opuestos, accedió a la Primera Magistratura. En esa misma línea, ya en pleno ejercicio del poder, tuvo la grandeza de involucrar a todos los actores políticos del momento en la firma de un acuerdo nacional por la modernización del Estado y sus instituciones, entre ellas la Corte Nacional Electoral (9 de julio de 1992). Otras participaciones del MIR en la administración pública fueron menos afortunadas.

Lejos del fervor crítico de la oposición de aquel tiempo, la gestión 1989-1993 brilla con la luz de la esperanza en días mejores para Bolivia; yo la denomino “Los años que crecimos en Paz”. En opinión del sacerdote y periodista Eduardo Pérez Iribarne, “Jaime Paz hizo un gobierno serio y responsable; no me atrevería a calificarlo como muy bueno, pero lo hizo responsablemente. Y fue un tiempo de paz social, lo manejó muy bien” (Radio Fides, 30 de julio de 2003). Por su parte, Ricardo Sanjinés, en su texto sobre 25 años de democracia, apunta: “Hay coincidencia en afirmar que el de Jaime Paz fue un gobierno bueno, constructivo, sin traumas ni perseguidos. Pero tuvo mala prensa por algunos estamentos donde hubo corrupción”.

No se puede, en fin, hablar de democracia sin considerar a sus constructores, el MIR, entre los fundamentales. En ese sentido, varios de sus miembros sufrieron el exilio, la persecución, la tortura, atentados contra su vida y la masacre que dejó a mártires. Honor y gloria para ellos.

Hay una profunda huella por retomar, misión que queda en manos de nuevas generaciones que quieran recibir tan inmenso legado. El MIR ha muerto, ¡larga vida al MIR!

miércoles, 25 de agosto de 2021

El jefazo, al estilo Capone

 


Instituciones de orden mundial de expertos en materia de derechos humanos y democracia (CIDH y GIEI) remitieron al Estado boliviano sendos documentos, que se suman a otros –OEA, Europarlamento- en la misma línea, pronunciándose sobre las consultas que les fueran hechas, el primero por Colombia, en tanto garante de la Constitución Política vigente desde 2009, respecto a si la reelección indefinida puede ser considerada como un derecho humano y, el segundo, a instancias del gobierno constitucional transitorio de la expresidenta Janine Áñez, sobre los hechos acontecidos durante el periodo transcurrido entre las elecciones de octubre de 2019 y los primeros días del gobierno de transición.

El de la CIDH puso fin a la patraña que el señor Morales Ayma y sus corifeos habían ideado para habilitar a éste como candidato no obstante la propia CPE y, doblemente contundente, la voluntad popular expresado en el referéndum del 21 de febrero de 2016, le negaran tal pretensión. La opinión consultiva de carácter vinculante cayó como un mazazo sobre el oficialismo que, por un momento, quedó aturdido.

Pero, como confiando en que el del GIEI resultara favorable a su ocurrencia de “golpe”, generando una especie de “empate técnico” entre uno y otro –incluso, el portavoz presidencial adelantaba “sorpresas” adversas para “gobierno de facto”, cosa extraña porque el documento estaba ya en manos del Gobierno- intentó minimizar el alcance del primero. Como se sabe, el informe del GEIE reparte responsabilidades, casi a partes iguales a los dos gobiernos del periodo mencionado.

Si bien el objeto de consulta es diferente, ambos coinciden en que el hecho desencadenante de todo lo sucedido posteriormente es el del incumplimiento, por parte del régimen de Morales Ayma, del mandato emergente del 21-F, es decir de la imposibilidad de postular al jefazo para los comicios de 2019. Éste y otros elementos señalados en uno y otro dictamen asfaltan el camino para poder enjuiciar a Morales Ayma tanto en caso de corte como por la vía ordinaria (varias acciones de sus seguidores, a instancias suyas, ocurrieron cuando ya no fungía como Presidente).

Enterado de esto, cual matoncito engreído, un encolerizado jefazo volvió a desbocarse para hacer gala del control que ejerce sobre los operadores de justicia y de otras instancias del Estado, espetando frases como “vengan de donde vengan procesos, vamos a seguir ganando”.

Este tipo de displicencia ante la posibilidad de ser juzgado es análoga a la del gánster Al “Scarface” Capone quien, con su banda de sicarios, aterrorizaba a la ciudad de Chicago. Morales Ayma hace alarde de su poder y desafía a la ciudadanía a que lo enjuicie, seguro de que ningún proceso en contra suyo prosperará –se jacta precisamente de que nunca lo hizo- y vuelve a amenazar con hacer arder Chuquiago.

Capone tenía bien aceitadas a varias autoridades lo que le permitía pavonearse ante cualquier insinuación de juicio en su contra. Hasta que, por obra de un grupo federal de investigación, conocido como “Intocables” debido a una mala traducción de “untouchables” (intachables, insobornables) consiguió llevarlo a estrados judiciales. Durante el juicio, Capone sigue mostrándose socarrón y amenazante pues sabe que el jurado ha sido comprado para declararlo inocente. Enterado de esto, el juez opta por cambiar de jurado y Capone es hallado culpable y es condenado a 11 años de presidio.

Morales Ayma, “el jefazo” para los amigos, no debería estar tan seguro. Una de las recomendaciones del GIEI es, precisamente, el cambio de los actuales operadores. Y en un escenario con gente proba en la administración de justicia, lleva las de perder.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Estatuas de mármol e ídolos de barro

 


El patrimonio estatuario de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz cuenta con un importante número de piezas, muchas de ellas emblemáticas, la mayor parte en honor a figuras históricas. No todas permanecen en el lugar en el que fueron erigidas originalmente.

La alegórica figura mitológica de Neptuno, por ejemplo, fue trasladada de la Alameda al Montículo, donde encontró su ubicación final, probablemente por una decisión administrativa sin otro motivo que el paisajístico. Otros ejemplares tuvieron que hacer periplos con varias escalas hasta llegar a su sitio actual; tal es el caso de la “Cabeza de Zepita” (como reza la canción de Monroy Chazarreta): la inmensa testa de piedra de Andrés de Santa Cruz y Calahumana, Mariscal de Zepita, fue emplazada en la llamada “Plaza de los Héroes” (San Francisco) y, desde su aparición, una parte de la sociedad le declaró su antipatía por considerarla “antiestética”. Esas voces le ganaron la batalla al Mariscal, y su cabeza fue exiliada –eventualmente, “botada” en algún depósito- hasta ocupar el un espacio en la zona “Amor de Dios”. Por razones similares, la del Ekheko transitó por varias zonas. Otra historia tiene el monumento al “Soldado Desconocido”, magistral obra de Emiliano Luján, que fue sustituido por otro hasta retornar a su emplazamiento original luego de años de proscripción.

Un caso particular, y lo pongo en este orden porque tiene relación con el más reciente hecho que motiva a hablar sobre las estatuas, es el de la efigie de John F. Kennedy, que sufriera un atentado con explosivos reivindicado por el EGTK. Retirada de la plaza homónima, pasó largo tiempo en un depósito de la alcaldía hasta ser “relocalizada” en un parque infantil –con una soldadura en uno de sus pies, producto, precisamente, del atentado-.

Pero, así como algunas estatuas tienen un “carácter itinerante”, otras encontraron su lugar casi eterno en el espacio que ocuparon desde su erección y, en el imaginario paceño, resulta casi imposible ubicarlas en otras coordenadas. Tal es el caso, por mencionar algunos, de Simón Bolívar (Plaza Venezuela), Alonso de Mendoza (Churubamba), Confucio (San Jorge) Alexander von Humboldt (plaza homónima) Eduardo Avaroa (grafía original del apellido del defensor de Calama), Vicenta Juaristi Eguino (en la llamada plaza Eguino, en lugar de Juaristi), Isabel la Católica (plaza homónima), etc. Buena parte de los monumentos alusivos a personajes no nativos de Bolivia, fue encargada y obsequiada a la ciudad por representaciones diplomáticas de las naciones de las cuales provienen.

Y así llegamos a Colón, cuya serena imagen en mármol, enaltece el prado paceño. De la dimensión histórica, con luces y sombras del descubridor podríamos escribir páginas enteras. Es tan universal su presencia, que Ulrich Beck ubica su llegada a las costas caribeñas como el inicio de la globalización. En más de uno de mis viajes me he sorprendido con un Colón erigido, incluso donde menos se esperaría, como en Syracuse, EEUU, hay uno en pleno centro citadino.

Que un individuo enajenado le arranque la nariz o que un Mariscal de Chaparina llame a derribarlo no le quita mérito a la aventura que, producto de la serendipia, conectó para siempre al mundo.

El cubano Alejo Carpentier, tiene una obra –El Arpa y la Sombra- poco amable con el Almirante, pero en una parte pone en su voz estas líneas: “Hora de la verdad, que es hora de recuento. Pero no habrá recuento. Solo diré lo que, acerca de mí, puede quedar escrito en piedra mármol”. Mármol que honra.

Mientras tanto, los ídolos de barro –dictadores y aspirantes a serlo- se derriten sin necesidad de aplicarles combazos.


miércoles, 28 de julio de 2021

Hablan los "pumas"


 

“¿Quién es ese asesino por quien siento tal odio? ¿Por qué me mató de una manera tan inesperada? Deberíais sentir curiosidad por eso. ¿Decís que el mundo está lleno de asesinos miserables que no valen cuatro cuartos y que ha podido ser cualquiera de ellos? Entonces, os prevengo: tras mi muerte subyace una repugnante conspiración contra nuestra religión, nuestras tradiciones y nuestra manera de ver el mundo. Abrid los ojos y enteraos de por qué me mataron y por qué pueden mataros a vosotros cualquier día los enemigos…”

Las líneas precedentes las he tomado de la obra “Me llamo rojo”, del escritor turco Orham Pamuk, a la sazón, ganador del premio Nobel en 2006. Técnicamente, la figura de pensamiento que emplea el autor es la idolopeya, es decir, poner voz a un occiso. De hecho, el cadáver es el narrador en la novela. No me extiendo más sobre este libro, pero lo recomiendo con entusiasmo.

Por otro lado, a la pregunta ¿en qué consiste el trabajo de un forense? Sin serlo, mi respuesta es “en hacer hablar al muerto”. La técnica, y un eventual éxito del investigador forense, están en conseguir que el difunto que yace en tal estado producto de un hecho criminal, le cuente las circunstancias en las que sucedió el caso que derivó en su muerte –homicidio, asesinato, feminicidio-. La “voz” del finado o de la finada procede de los signos y evidencias que se presentan en el cuerpo y las circunstancias que rodeaban a éste.

Con estupor, se ha visto cómo el régimen de Morales Ayma ha dado por cerrado el caso de la quema de once unidades de los buses Pumakatari, sobreseyendo a los imputados por tal delito: una afrenta a la ciudadanía que vivió días dramáticos por las acciones de grupos de choque afines a Morales Ayma, siendo la quema de nuestros “pumas” una de las más criminales y aterradoras –por supuesto que no se olvidan las quemas de domicilios de periodistas y de a casa del exrector de la UMSA, las arengas de “guerra civil”, el intento de volar la planta de Senkata que, felizmente, no llegó a consumarse-.

Al parecer, para el régimen de Morales Ayma todo eso es producto de la imaginación de unos loquitos despectivamente apodados “pititas” por un señor que alguna vez dijo que se iría al campo con su quinceañera –solo falta que se vaya al campo-. Lo mismo se puede decir del ridículo “cierre” del fraude electoral, seguramente una alucinación de la OEA, de la UE y de la UMSA.

¿Qué nos dicen, entonces, los “pumas”? Reducidos a escombros, ellos nos hablan de sus días de alegría al servicio de la gente, de sus largos recorridos, de sus paradas, de las sonrisas de las personas, del buen trato de los anfitriones y de la higiene y elegancia de los conductores. Nos cuentan de cómo, desde el día de su presentación en público, dirigentes vecinales de filiación masista se dieron a la tarea de amedrentarlos y amenazarlos, de las pedradas que soportaron y recuerdan, con lágrimas, el apoyo de los ciudadanos que permitió que abrieran paso y pudieran seguir sirviendo a la ciudad. Los “pumas” cuentan que se sintieron felices, y no, en modo alguno, envidiosos, cuando aparecieron sus primos aéreos, los teleféricos, porque tenían el mismo propósito: hacer más eficaz el transporte público. Hasta que, en una tormenta de lágrimas, cuentan cómo, aprovechándose de las circunstancias políticas, azuzados desde las sombras, cual hordas del lumpen, llegaron, al grito de “guerra civil”, a culminar su obra, aquellos que los habían lastimado años antes y procedieron a incendiarlos consumando el crimen. Los “pumas”, desde su reducto final, claman justicia y esperan que, más pronto que tarde, se reabra su caso para sancionar a sus asesinos.


miércoles, 14 de julio de 2021

"Golpe" a la carta

 




Antes de entrar en materia, y para evitar interpretaciones antojadizas, debo señalar que utilizo la expresión “a la carta” en su sentido original, es decir, como elección del comensal sobre un plato que no figura en el menú. O sea, con especificaciones de preparado, ingredientes e, inclusive, cantidad.

Llevado a un extremo grosero, un torpe pero poderoso comelón podría ordenar una sajta de pollo indicando estos ingredientes: atún, lentejas, miel de abejas, jengibre, coco rallado, yuca frita, queso rallado y maicena; todo preparado al horno y en generosa cantidad para convidar el platazo a sus colaboradores quienes deberán contarle al mundo la exquisita “sajta de pollo”, sin pollo, sin tunta, sin zarza, sin ají.

El punto es que, si el chefazo dice que es una sajta, pues es una sajta. Y quien lo contradiga caerá, irremediablemente, en desgracia. No solo tendrán que insistir en que el incomible menjunje es una sajta, sino que deberán hacerlo con tal convicción que algunos, aun sin probarlo, crean que es una sajta.

Desde afuera, por cierto, hay quienes ven con estupor cómo hay gente capaz de tragarse semejante bodrio. Sin embargo, el chefazo, en lugar de dejar de hacer el papelón que está haciendo (que, además, provoca desarreglos estomacales a todos los que consumen su invento) le va agregando más y más elementos, ya no solo comestibles: tuercas, huatos para zapato, caca…

Se dice, no sin perversidad, que hay dos narrativas en juego: la del fraude y la del golpe. No hay tal. Se trata simplemente de una patraña construida a la manera de la sajta el chefazo frente a los hechos de dominio público que dieron lugar a la huida de éste y al establecimiento de un gobierno transitorio constitucional que garantizó la continuidad democrática en Bolivia.

Para no ir más lejos, los hechos, por enésima vez, fueron: Referéndum para la modificación de los términos de reelección, de limitada por la propia Constitución elaborada por la mayoría oficialista en la Asamblea Constituyente, a ilimitada (indefinida), convocada –esto es importante- por el propio régimen del chefazo; triunfo del NO; desconocimiento tácito del resultado por parte del régimen de Morales Ayma; habilitación a reelección indefinida del éste, parte del Tribunal Constitucional con el peregrino argumento de que se trata de un derecho humano; fraude electoral –paralización del sistema de conteo rápido cuando la tendencia mostraba la tendencia a la segunda vuelta; reposición del sistema TRE con la tendencia contraria (triunfo del chefazo en primera); indignación ciudadana; solicitud del propio Morales Ayma a la OEA para una auditoría vinculante; auditoría que certifica serias irregularidades (Almagro las califica de inobjetable fraude); reacción ciudadana en cadena (burlonamente, el chefazo “bautiza” a los manifestantes como “pititas”; éstos se apropian del nombre a favor suyo); resistencia durante 21 días; La COB, la cúpula militar y la Defensora del Pueblo sugieren (piden, en realidad) la renuncia de Morales Ayma; el hombre, su segundo y algunos de sus ministros renuncian; a tiempo de huir del país, Morales deja instrucciones para que los presidentes de las cámaras legislativas y quienes les siguen en la línea de sucesión, renuncien a objeto de producir un vacío de poder que lleve al país al caos; se instala una mesa de pacificación que da solución constitucional a la sucesión –no se intervienen el poder Legislativo ni otros; desde afuera, Morales Ayma ordena  dejar sin alimento a las ciudades; el Gobierno transitorio convoca a elecciones, postergadas en dos oportunidades debido a la pandemia.

Esos son los hechos, lo demás es un “golpe a la carta”, una indigesta sajta de pollo al estilo chefazo.

domingo, 4 de julio de 2021

Seis meses de aguante

 

                                              Foto: EFE


El sábado 10 de julio se van a cumplir 180 días, vale decir seis meses, de aquel en el que el Presidente “invitaba” a la ciudadanía a aguantar, mientras pueda, la embestida de la pandemia. Puede usted considerarme como un obsesivo compulsivo por llevar una contabilidad de esta naturaleza, pero no veo otra manera de registrar los hechos a partir de aquel gesto presidencial.

En una anterior oportunidad describí el carácter del verbo “aguantar” (“llevamos un mes de aguantar” https://www.paginasiete.bo/opinion/puka-reyesvilla/2021/2/12/llevamos-un-mes-de-aguantar-284152.html) y transcurrido este tiempo, muchos ciudadanos de Bolivia, perecieron esperando encontrar una esperanza para seguir entre los nuestros. Todos, más allá de que algunos nombres fueran más conocidos que otros, gente de valía que dio batalla hasta que la eternidad les abrió sus puertas.

Suele decirse que “mal de muchos, consuelo de tontos” y estos meses se ha escuchado frecuentemente que estamos mejor que otros en la contención de la calamidad. Puede ser así, pero esto no quita que hubo –y hay- muchas deficiencias en la gestión sanitaria.

Hablo de la gestión como una política integral de salud en todos los aspectos –directos e indirectos) concernientes al tema: información, prevención, atención médica, infraestructura, tecnología, transparencia, coordinación, seguimiento, etc.-

Lo que se ha visto es una serie de acciones “parche” que han tenido cierto efecto, pero que nunca llegaron a concretarse en un verdadero plan. Es decir que se ha invertido el sentido. Lo lógico es tener un plan que contemple la posibilidad de contingencias en el camino.

A mi modo de ver, el “programa del aguante” tiene, hasta la fecha, dos momentos: el del uso electoral de las vacunas por parte del régimen de Morales Ayma –vía Arce Catacora- y el corriente, aparentemente mejor coordinado, coincidente con la tercera ola, salpicado por episodios odiosos, incertidumbre sobre el suministro de las segundas dosis y creencias absurdas sobre los efectos de las vacunas –todo ello, transversalizado por la carencia de unidades y de medicinas para el tratamiento de la enfermedad, cosa aprovechada por especuladores que actúan a la sombra-.

Sobre el uso electoral –que, dicho sea de paso, no le sirvió de nada al régimen de Morales Ayma; incluso puede decirse que le resultó contraproducente- quedan las groseras expresiones (“las vacunas no son para la oligarquía”, “no les tengan miedo a las estadísticas”) y la presencia del Presidente en cada llegada de vacuna, por mínimas que fuesen las cantidades. De algún modo, el tono ha bajado y al Presidente ya no se lo ve mucho en los aeropuertos.

Los episodios odiosos a los que me refiero son, entre otros: las vacunaciones VIP –en particular la de la hija de Morales Ayma, que derivó en la destitución del director médico del centro en donde la señorita se hizo vacunar. A ella no le sacaron ni le lengua-; las fiestas que infringieron las restricciones –la del cumpleaños del comandante de las FFFA y la de la CSUTCB, donde apareció una “ahijada” del presidente en plan de “no sabe usted con quién se ha metido”-.

Respecto a la incertidumbre, luego de haber hablado hasta de 15 millones de vacunas por gentileza de Putin, estos días se han tornado poco prometedores para quienes recibieron la primera dosis de la Sputnik. Se llegó a decir que la segunda, sería cubierta por otra. Por fortuna, una vez más, la campana ha salvado al Gobierno y vienen, muy medidas, las dosis estrictamente necesarias, además del millón de las que otorga el mecanismo COVAX, gracias a gestiones iniciadas por el gobierno constitucional transitorio.

En relación a las creencias absurdas, ¿qué se puede decir? ¿ignorancia? ¿falta de información? Del lado de la ciudadanía también hay necedad.

Nos encontramos en la desescalada de la tercera ola. Seguiremos, mientras se pueda, aguantando la próxima.


miércoles, 16 de junio de 2021

De Bono, el sombrerero loco

 



Muy poca tinta, a mi juicio –tan poca que yo, que me considero medianamente bien informado, me enteré tres días después- ha corrido luego del deceso de Edward de Bono, por lo que hoy he decidido salpicar con un chorrito en tributo suyo a esta columna.

Probablemente uno no esté muy consciente de ello, pero muchas de las acciones que uno realiza en los diferentes ámbitos de desempeño, tengan relación, más próxima o más remota, con los frutos de la cosecha del maltés que partió a la eternidad el 9 de junio.

Edward Charles Francis Publius de Bono nació en 1933 en La Valeta en la isla mediterránea de Malta, entonces una posesión británica. Su padre, Joseph Edward De Bono, era profesor de medicina. Josephine, su madre, era una periodista que desempeñó un papel destacado en la campaña por el sufragio universal en Malta (donde finalmente se concedió el voto a las mujeres en 1947). 

Edward Jr. Siguió los pasos de su padre y mentor. Entonces, ¿estamos hablando de un médico? En principio, sí; pero su aporte fundamental no vino de este campo. En el mejor sentido, De Bono era un polifacético, una suerte de renancentista que se coló en el siglo XX.

Uno de sus campos de interés, precisamente el que le otorgó nombradía mundial, fue el del estudio del pensamiento creativo; pero no fue un teórico en la materia –para eso estuvieron Guilford, Csikszentmihalyi, Sternberg, e incluso Gardner-. Fue, más bien, un desarrollador de técnicas, una en particular, para “liberar” el lado divergente del pensamiento.

Su nombre está asociado al concepto “pensamiento lateral” del cual derivan aquellas técnicas. Se le atribuye la invención de tal concepto, aunque, en rigor, lo que hizo fue agrupar una serie de manifestaciones de la creatividad, algunas ya observadas por Aristóteles, y, por supuesto, le puso el nombre -la mejor prueba de los postulados del pensamiento lateral y de sus resultados, sin duda-

Al meter en la misma bolsa al sentido del humor, a la anécdota, a la metáfora, al doble sentido, al sarcasmo, entre otros, De Bono puso en evidencia su utilidad a la hora de la resolución de problemas y de la generación de ideas.

Su marca registrada, la técnica más popularizada, fue “Seis sombreros para pensar”, una manera lúdica de interrelacionar seis distintas formas de pensamiento para considerar situaciones que requieren soluciones no convencionales. A este modo de abordar los procesos de generación/evaluación de ideas se lo denomina “pensamiento paralelo” –en sí mismo, muchas formas de pensamiento en diálogo para explorar diversos caminos, recursos y herramientas que conduzcan a soluciones-. El método tuvo gran acogida en el campo empresarial, permitiendo, además, que los ejecutivos cambiaran la corbata por “el sombrero”. Su legado incluye otros aportes derivados de aquel.

No tuve el gusto de conocerlo personalmente, pero formé parte, durante la segunda mitad de la primera década de este siglo, del grupo “IM-BOOT”, con centro en Alemania, que congregaba a investigadores y a gente involucrada en la exploración de los procesos creativos. De aquel entonces, recuerdo que se nos pidió mencionar, a criterio de cada quien, la innovación más relevante. Si mal no recuerdo, yo anoté la fotografía digital, pero recuerdo muy bien que De Bono puso “el brassiere”. Sorprendente, cuando menos.

Cierro, a la manera que seguramente la hubiera hecho el hombre, con una anécdota: a un grupo de mis estudiantes le tocó la tarea de realizar una exposición sobre el trabajo de De Bono. Llegado el día, ¡sorpresa!, la presentación versaba sobre Bono, el cantante del grupo U2. Pensamiento lateral, digamos.


sábado, 5 de junio de 2021

La noble Amparo


 


No faltan temas para abordar en esta ocasión. El de calamidad que azota al país con uno de los índices de letalidad más altos de la región ante un, por lo menos, cuestionable manejo de la crisis sanitaria por parte del Gobierno, empecinado en monopolizar la adquisición y asignación de insumos, interfiriendo, incluso, en iniciativas de gobiernos locales; el de la detención del exministro Murillo en Estados Unidos bajo cargos de soborno y lavado de dinero que el Gobierno usa para cargarse de medallas y para forzar un vínculo –inexistente, por cierto- con lo que llama “golpe”; la insistencia del Gobierno en negar el grosero fraude de octubre de 2019, y otros asuntos dignos de mayor extensión.

Sin embargo, hay que elegir, y he optado por dedicar –justamente en tono de dedicatoria y homenaje- la presente entrega a un anuncio no menor dada su significación simbólica: la propuesta, cuya campaña se lanzó hy, 5 de junio, de postular a Amparo Carvajal al premio Nobel de la paz; noticia grata por donde se la vea.

Comienzo por los versos que Luis Rico hizo para ella: Tu vocecita pequeña/

Te hace decir palabras gigantes/Democracia, Derechos Humanos/Solidaridad, Mujer/Tu vocecita pequeña/Te hacer evitar el lenguaje del odio/Guerra, Dictadura, Muerte/Infanticidio, Dolor, Feminicidio/Tu vocecita pequeña/Te hace callar de modo prolongado/para escuchar las palabras:/Necesito, Ayuda, Justicia, Útil,/lo necesario para encontrar vida/Es posible que tengas/Que agrandar tu voz/cuando tengamos que aprender/las palabras gigantes,/las palabras evitadas,/las palabras calladas,/para escuchar tu grito necesario,/tu grito dicho con Coraje/en la cara de los nuevos dictadores. Un retrato poético que la pinta de cuerpo entero.

 

Hacia finales de 2018, Página Siete convocó a sus colaboradores a mencionar el nombre de quien consideraban el “personaje del año” de aquel año. Prácticamente por unanimidad, Amparo resultó la merecedora de tal honor. Recalco lo del año para que a nadie se le ocurra señalar que la postulación obedece a hechos más recientes, Carvajal lleva décadas en incansable actividad por la democracia y por los derechos humanos ¡Cuán insultante resultaría para ella la vez que un abusivo que se creía insustituible hizo declarar que la reelección indefinida es un derecho humano!

 

Aquella ocasión, el fallecido fotoperiodista Samy Schwartz, quien compartió con ella las jornadas de terror en las que el régimen del “insustituible” reprimió a los marchistas del TIPNIS, saludó a su amiga: “Es para mí un honor contar con la amistad de una de las personas que más admiro por su perseverancia y valentía en este planeta. Pasamos muchos momentos críticos, pero nunca mirando atrás. Amparo, tú eres un ángel en la Tierra. Te deseo salud y felicidad. Shalom”.

 

Amparo también estuvo presente reclamando el derecho de la mayoría ciudadana que voto contra la reelección en el referéndum del 21 de febrero de 2016. Su defensa de la democracia, le valió ser descalificada, amenazada y acosada por los autoritarios desde 1971 –vuelvo a señalar un año específico para, nuevamente, recalcar la larga data de su apostolado-. Fue figura clave para la liberación del médico Jhiery Fernández, víctima, entre otros, de quien ahora ostenta el cargo de juez. Igualmente, intercedió por la liberación de Franclin Gutiérrez, otra víctima del régimen autoritario pasado.

 

Sus buenas acciones podrían llenar cientos de páginas, como seguramente ocurrirá con los argumentos que el CONADE remitirá a la Academia, pero, aunque finalmente no obtenga el Nobel, nadie le quitará lo noble.

 

miércoles, 19 de mayo de 2021

Procurando borrar los hechos

 

                                                  Viñeta: El Día


Con estupor, estamos viendo cómo el aparato jurídico-político (TCP, Fiscalía, Judicatura, Procuraduría, etc.) del régimen de Morales Ayma está bordeando los límites de la demencia en su afán de complacer los dictados del cocalero y su entorno quienes ordenan falsificar el desarrollo de los acontecimientos posteriores al fraude que cometieron, mismo que desencadenó el enfado de la ciudadanía y que acabó con la huida, previa renuncia al vuelo, de algunas autoridades, entre ellas la del propio Morales Ayma.

Desde el comienzo del gobierno de Arce Catacora, dicho aparato se ha dado a la tarea de proveer las “evidencias” que puedan sustentar la peregrina idea de que lo ocurrido aquella vez fue un “golpe” y no, como efectivamente ocurrió, una sucesión constitucional que se resolvió en quien asumió la presidencia ante el vacío de poder ocasionado por la seguidilla de renuncias –cuyo objetivo era, desde luego, generar un prolongado vacío que generase una situación de “guerra civil”, con el huido a buen recaudo en el exterior-.

De todos los absurdos que para complacer al señor Morales Ayma han sido proferidos por dicho aparato, el de la Procuraduría General del Estado es, probablemente, el más delirante.

En resumen, el titular de la entidad arguye que como las renuncias no se trataron en reuniones regulares del legislativo, éstas nunca sucedieron. De entrada, la chicana es burda dado que no considera el contexto en el que las renuncias fueron presentadas; pero, como argumentaré más adelante, esta patraña podría terminar hundiendo más a quienes el Procurador intenta defender.

Antes de ello, así parezca reiterativo, es necesario repasar las manifestaciones de distintos organismos y personas que desestiman la forzada versión del “golpe” y, por consiguiente, abonan a la evidente, es decir a la de la sucesión constitucional. Suscribo, en el camino, la posición de Roger Cortez y otros en sentido de que, si hubo golpe, éste ocurrió cuando el régimen de Morales Ayma se orinó en la decisión ciudadana del 21F que ponía coto a su ambición de reelección indefinida y comenzó a urdir, utilizando al TCP para su propósito, la grotesca idea de la reelección indefinida como derecho humano.

En principio, fue la auditoría con carácter vinculante solicitada por Morales Ayma a la OEA, la que desahució el resultado de las elecciones de 2019 por haberse comprobado serias irregularidades a lo largo de su desarrollo. Aunque no se menciona en la auditoría, el propio Secretario General de la OEA tradujo lo que todos sabían: fraude.

Ratificando dicho documento y aportando mayor contundencia, el Parlamento Europeo señaló explícitamente la sucesión constitucional y demandó el cese de la detención de la expresidenta constitucional, Sra. Áñez.

Valiosos testimonios de lo que ocurrió en la reunión que hizo posible la resolución constitucional de la crisis de octubre/noviembre de 2019, incluidos los de gente afín al cocalero, quien estaba enterado de cada decisión que se tomó en la misma, no dejan lugar a duda: la seguidilla de renuncias condujo a quien quedaba luego de todas ellas a ocupar el vacío que ocasionaron.

Volvamos a la ocurrencia de la Procuraduría. Si se la toma en serio y se asume que no hubo renuncias (recordemos que el MAS tenía dos tercios), querría decir que las exautoridades incurrieron en abandono de funciones, lo que las haría sujetos de proceso; por tanto, Morales Ayma y compañía resultarían siendo hundidos por su propio compinche. También implicaría que todo lo obrado por los gobiernos sucesivos, incluido el de Arce Catacora, sería nulo de pleno derecho, un limbo jurídico que solo existe en quienes están procurando borrar los hechos.


miércoles, 5 de mayo de 2021

Una resolución contundente

 



Allá por 2009, si mal no recuerdo el año, recibí una invitación para un encuentro con una comisión de europarlamentarios que, según se decía, querían escuchar diversos puntos de vista sobre la situación que, por entonces, atravesaba Bolivia.

Las señales del régimen de Morales Ayma ya daban una idea de lo que vendría después, dada la tendencia de éste y de sus operadores más cercanos a eternizarse en el poder a cualquier precio. Acudí a la cita con gran entusiasmo por la posibilidad de transmitir personalmente este criterio a los visitantes.

Una vez ante el grupo de media docena de representantes del PE, hice una breve exposición sobre tal escenario. Pero cuando éstos, uno a uno, respondieron a mi alegato democrático, comprendí que no habían venido a escuchar(nos), sino a decirnos que los bolivianos deberíamos sentirnos afortunados de tener a un indígena en el poder. Uno en particular, el belga, bien podría haber sido el presidente del club de fans de Morales Ayma en Europa; recitaba con excitación su panegírico, solo le faltaba babear.

Nada para extrañarse. Por aquellos tiempos, Europa le rendía pleitesía al “buen salvaje”, cosa que éste aprovechaba para romper todo tipo de protocolo cuando era recibido por reyes, primeros ministros, presidentes e intelectuales. Todo le era permitido en nombre de su origen. Acá mismo fui testigo de “enamoramientos” con la figura del cocalero de un par de diplomáticos del viejo mundo. Curiosamente, en conversaciones con diplomáticos estadounidenses de la época, notaba una extrema consideración, admiración inclusive, por el susodicho. Pudo más el discurso “antiimperialista” que la posibilidad de establecer vínculos estrechos con la Unión.

Pasada una década del encuentro que mencioné, nuestras previsiones quedaron cortas: el individuo en cuestión y sus valedores, se dieron a la tarea de socavar todo vestigio institucionalidad y se lanzaron a la conquista del poder total y eterno. La expresión más grosera de tal propósito fue la de ignorar la voz de la ciudadanía puesta de manifiesto en el referéndum del 21F en la que a un solo grito se ponía coto a la voracidad dictatorial de sus convocantes. Muy servicial, el TCP resolvió, falacias mediante, habilitarlo con carácter indefinido. El resto de la historia es por demás conocido: se postula y, mientras se va efectuando el recuento de votos que conducirá indefectiblemente a la segunda vuelta, instancia en la que todas las encuestas coinciden en que el ganador no sería él, el TSE detiene el conteo y, misteriosamente, horas más tarde, da como ganador a Morales. Fraude consumado. La ciudadanía ya no soporta tanta burla y luego de 21 días, quien decía que “solo muerto” iba a dejar el palacio toma las de Villadiego arropado por sus amigotes mexicanos. Se produce un vacío de poder. Los sucesores reciben la orden de renunciar. Así lo hacen. Pero la línea sucesoria no se rompe y recae en la señora Áñez. Como diría María Conchita Alonso, “esa es la historia”.

El tiempo ha hecho también que Europa se percatase de que debajo de la colorida chompita hay un personaje de terror, capaz de maquinar los relatos más perversos con tal de asegurarse el poder. Y el Parlamento Europeo ha emitido una contundente resolución que se suma a pronunciamiento de la OEA, de Estados Unidos y de otros foros y estados.

Como podía esperarse, sintiéndose aludido, el cocalero ha descargado su artillería contra la UE. El estribillo es el de costumbre y ya no sirve para engañar al mundo: “Que quede claro: la sucesión presidencial en 2019 fue constitucional. La UE, entre otros, apoyó la auditoría de la OEA” (Dita Charanzová, vicepresidenta del Parlamento Europeo.