miércoles, 25 de enero de 2023

¿Mandó Arce a retiro a Morales?

 


Una duda, razonable dadas las circunstancias, que ronda por el ambiente es la de si la pugna de poder entre facciones del régimen -dos ya plenamente consolidadas: la “conservadora”, que responde al señor Morales Ayma, y la “renovadora”, que promueve la candidatura del Presidente- es auténtica o si se trata de una táctica distractiva que no afectaría a la unidad del “instrumento”, como le llaman sus muchachos.

Abona a la segunda hipótesis el hecho de que muchas organizaciones partidarias arreglaron sus diferencias por el “bien mayor” (el poder) y encontraron maneras de restañar heridas infligidas en las batallas libradas en el camino.

La primera, que es la que me tinka, y que, inevitablemente, derivará en ruptura, se apoya en que los bandos han llevado las cosas demasiado lejos en sus recíprocas acusaciones. Si bien es corriente -y hasta saludable- que entre partes (una pareja, digamos) surjan conflictos, cuando éstas empiezan a mentarse la madre ya estamos hablando de un camino sin retorno. Y lo menos que se han dicho entre masistas es “narcotraficante”. ¿Serán posible un arreglo luego de eso? (“lo dije en un momento de ofuscación”, “usted no es, en absoluto, narco; es un santo digno de reverencia”, “no me haga caso, se me ‘chispoteó’”).

Abona a esto también la “migración” de lealtades dentro del esquema gubernamental con la explícita negación del extodopoderoso –si te he visto, no me acuerdo-. Ya son varios los renegados que aúpan la figura del hermano Lucho, en detrimento de la del cocalero.

Sin despeinarse, Arce excluyó a su mentor político de los actos por el dichoso aniversario del Estado plurinacional, instituido por decreto. Para mayor humillación del “ex” le extendió una tardía invitación como si se tratase del último de la lista.

Y ni qué decir del discurso de don Tilín –que de tal no había tenido nada; es más bien un “matascallando”- en el que se atribuyó la titularidad del tal Estado –entrelíneas se emparentó con su tocayo, Luis XIV de Francia y sonó a “El Estado plurinacional soy yo”-. En su interesante cuanto omiso repaso histórico: Toro-Villarroel-Busch… y un largo salto hasta Quiroga Santa Cruz (el Gobierno era el del militar Ovando Candia) para rematar en Morales Ayma como “inspiradores/constructores” del EPB. Y ese es el lugar del jefazo: la historia, el pasado. Implícitamente, el hermano Lucho mandó a jubilación al hermano Emo.

Tal invitación al retiro –invitación más seria que la del festejo- parece coincidir con los aprestos electorales que el arcismo está actuando a través de sus operadores, moviendo los hilos de la justicia, ajustándolos o soltándolos según sea el caso.

En el círculo que encapsula a Arce está, por ejemplo, el Vocero, quien fuera hombre de confianza del alcalde de Cochabamba, Reyes Villa, autoridad “de oposición” que optó por desentenderse de la demanda ciudadana por democracia y justicia -Estado de derecho, en suma- y que tampoco había acompañado la lucha por un censo transparente y oportuno. ¿Recuerda usted que cuando aún no se había consolidado el resultado de las elecciones de 2002, creyendo que NFR las había ganado? ¿Fue el actual vocero quien llegó a La Paz y se puso a medir los ventanales del Palacio de Gobierno, para “encargar cortinas nuevas”? En todo caso, este buen señor se convirtió en especialista en cortinas, pero de humo. Milagrosamente, Reyes Villa dejó de importarle a la “justicia”. ¿Hay un acuerdo electoral en ciernes?

En síntesis, Arce, con proyecto político propio, nos recuerda a otro economista cuando dijo que ya no tenía las manos “atados” y obró en consecuencia.



domingo, 22 de enero de 2023

El secuestro del Ekeko

 


En principio parecía una broma de “inocentes”, pero con el correr de las horas se confirmó que se trataba de una acción comando del régimen. El pequeño regalón, el Ekeko, había sido secuestrado mientras se dirigía a una reunión para coordinar los preparativos de la feria de Alasita de 2023.

Los secuestradores lo tumbaron boca abajo, lo enmanillaron y se lo llevar con rumbo desconocido. Durante horas no se supo nada sobre su paradero hasta que, cinco horas más tarde, el Gran Hermano del Castillo de Greiskull comunicó que el chiquitín se encontraba a mal recaudo en un calabozo de la fortificación.

El jerarca espetó que al petizo se lo acusa de retacón, contestón, insumiso, reilón aunque cascarrabias, falso afán y opositor, lo que causó la indignación de la ciudadanía alasitera que comenzó a movilizarse exigiendo su liberación y la de otros casi doscientos prisioneros sometidos por cargos parecidos. ¡Al Ekeko se lo respeta!, dijeron representantes de la suerte sin blanca, de las negritas fumadoras y de los quevedos fashion.

De momento se sabe que durante la feria habrá actos masivos por la libertad y la justicia en Bolivia y para que, las reservas internacionales del Banco Central de Alasita no se agoten.

Cualquier parecido con la realidad, es una pequeñez.


viernes, 13 de enero de 2023

VEINTICINCO

 


La primera columna de cada año me tomo la licencia para hablar de mí mismo –que no es lo mismo que hablar en primera persona, cosa que hago habitualmente-. Acostumbro hacerlo porque la transición entre el año que se va y el que llega suele ser relativamente “tranquila”, porque quiero hacerme creer que con una duradera resaca a cuestas nadie está dispuesto a prestar demasiada atención a lo que uno opina sobre la condición humana y sus diversas manifestaciones, y porque viene bien darse un descanso ocupándose del rincón propio –otros colegas optan por dejar de escribir/publicar sus artículos, en una especie de vacación opinativa-.

Pensé en romper mi tradición por dos razones: la primera, porque el mes está como “bien entradito” –nunca me había tocado empezar tan tarde- y la segunda, porque justamente en el periodo que menciono han ocurrido –están ocurriendo- hechos de enorme trascendencia en la agenda socio-eco-política del país. Pero, aunque pueda parecer que uno buscase algún pretexto para “sacarle la nalga a la jeringa”, no es así, de modo que, por lo significativo del guarismo del título, me saldré por la tangente. En efecto, veinticinco son los años transcurridos desde 1998.

Imagino que todos tenemos un periodo, no necesariamente durante un mismo año, que marca, así no se lo sepa en su momento, lo que va a definir el resto de nuestras vidas. En mi caso, tal cosa sucedió entre junio y julio de aquel año, cuando se produjeron tres hechos que señalaron mi horizonte de manera decisiva. No quiere decir esto que antes no hubieran sucedido experiencias dignas de mención, pero su huella fue menos profunda en mi vida. Y tampoco es que luego no pasó nada, pero lo que pasó y lo que aún pasará es, de alguna manera, consecuencia de lo que ocurrió entonces.

Comienzo con la paternidad, un asunto biológico, para la ciencia; un acto de amor, para el ser humano en el marco de la cultura: el 15 de julio nació mi hijo, Miguel. Me llegó –la paternidad- relativamente tarde y fue producto de una planificación cuasi-científica con mi esposa de entonces para que el deseado hijo llegara en condiciones óptimas; esto es, que tuviera todo el espacio para el desarrollo de sus expresiones infantiles. Hoy formamos parte de la familia ampliada que mantiene cordiales relaciones entre sus miembros. Hace unos años, el vástago se graduó con honores (magna cum laude) de la Universidad y está embarcado en sus proyectos. ¿Abuelitud? Aún no se vislumbran novedades. Un premio de vida.

Continúo con lo que seguramente le será más familiar a usted que lee mi columna, pues justamente esta “Agua de mote” se empezó a publicar el 98 a raíz de una invitación de Robert Brockmann, entonces subdirector de La Razón. No es que no escribiera en prensa previamente. Al contrario, lo hacía con profusión y al parecer fue uno de mis artículos el que motivó la invitación. Lo que sí era nuevo para mí fue tener un espacio permanente y regular para hacerlo, además del privilegio de estar en la sección editorial. Mi columna fue censurada en 2010 por la nueva estructura propietaria de La Razón, pero inmediatamente, Grover Yapura me ofreció las páginas de La Prensa y, casi si bache, la historia continuó. Tras la desaparición de este medio, Página Siete, que me había tentado anteriormente, me recibió casi naturalmente, y acá estamos.

El tercer factor trascendental en mi vida ese año, fue el comienzo del ejercicio de la docencia universitaria, luego de declinar un par de veces ante invitaciones, finalmente lo acepté como actividad complementaria a mis otras actividades. Lejos estaba de saber que, con el tiempo, la docencia y, más ampliamente, la educación, sería el destino de mis vocaciones. Hoy ejerzo funciones en la Jefatura Enseñanza-Aprendizaje en UNIFRANZ, pronta a cumplir 30 años, casa a la que me debo en la misión, sostenida y estimuante, de transformar la educación en Bolivia.

Agradezco a mi familia –a mi esposa, en particular- a mis lectores, a mis colegas, a mis amigos y amigas por haber contribuido a llegar a estas “bodas de plata” de mi momento germinal.


miércoles, 4 de enero de 2023

Manuscrito pone en duda el Año Nuevo Andino

 


Revista ECOS (Correo del Sur / El Potosí)

Nacido en 1534 y muerto en 1615, Felipe Guamán Poma de Ayala, que se proclamó descendiente de Tupac Yupanqui, jamás conoció ni tuvo referencias sobre un “Año Nuevo Andino”, fiesta que no figura en su famosa Nueva crónica y buen gobierno y, según coinciden los investigadores, en ninguna de las crónicas coloniales tempranas. 

Un artículo de la revista ECOS recuerda que la obra del cronista mencionado, escrita hacia principios de 1600, es una de la más utilizadas por las corrientes indigenistas para encomiar a las civilizaciones que existieron antes de la llegada de los españoles. 

El cronista señala que la fiesta mayor se realizaba en diciembre, cuando era la “fiesta y pascua solemne del sol, que como dicho es, que de todo el cielo de los planetas y estrellas, y cuanto hay es rey el sol; y así Cápac quiere decir rey, Inti: sol, raymi: gran pascua, más que Inti Raymi”. 

Guamán Poma sí menciona una fiesta de junio, cuando se celebra el Año Nuevo Andino, llamada Inti Raymi, pero el autor no la asimila con el inicio de un nuevo año. En junio, dice “hacían la moderada fiesta del Inti Raymi y se gastaba mucho en ello y sacrificaban al sol. Y enterraba al sacrificio llamado capac ocha que enterraban a los niños inocentes quinientos y mucho oro y plata y mullo”.

 Los investigadores consultados sobre este trabajo por la nota de la revista ECOS dijeron que no hay nada en las primeras crónicas que permita afirmar con contundencia que existió un “Año Nuevo Andino” que se iniciaba el 21 de junio. Recordaron que el concepto de “calendario” que introdujeron los españoles no coincidía con el que manejaban los pueblos andinos. 

Pascale Absi mencionó varios ejemplos de acontecimientos que marcaban el principio de algo y Pablo Quisbert señaló que en el mundo andino existieron cuatro grandes fiestas, que estaban vinculadas con los equinoccios y solsticios.