En principio parecía una broma de “inocentes”, pero con el
correr de las horas se confirmó que se trataba de una acción comando del
régimen. El pequeño regalón, el Ekeko, había sido secuestrado mientras se
dirigía a una reunión para coordinar los preparativos de la feria de Alasita de
2023.
Los secuestradores lo tumbaron boca abajo, lo enmanillaron y
se lo llevar con rumbo desconocido. Durante horas no se supo nada sobre su
paradero hasta que, cinco horas más tarde, el Gran Hermano del Castillo de
Greiskull comunicó que el chiquitín se encontraba a mal recaudo en un calabozo
de la fortificación.
El jerarca espetó que al petizo se lo acusa de retacón,
contestón, insumiso, reilón aunque cascarrabias, falso afán y opositor, lo que
causó la indignación de la ciudadanía alasitera que comenzó a movilizarse
exigiendo su liberación y la de otros casi doscientos prisioneros sometidos por
cargos parecidos. ¡Al Ekeko se lo respeta!, dijeron representantes de la suerte
sin blanca, de las negritas fumadoras y de los quevedos fashion.
De momento se sabe que durante la feria habrá actos masivos
por la libertad y la justicia en Bolivia y para que, las reservas
internacionales del Banco Central de Alasita no se agoten.
Cualquier parecido con la realidad, es una pequeñez.
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