miércoles, 23 de mayo de 2018

¿Cómo convertir un bulín en quirófano?




“Aquí viví toda mi ardiente fantasía” (Mores y Battistella, “Cuartito Azul)

Y la historia se repite, ahora multiplicada por 364. Conocido algo más tarde, el caso que paso a ser conocido como “Chito Alcoba”, se trataba de una adquisición directa en 1998 –que, además, no tenía respaldo documental- de mobiliario para el despacho del Prefecto de La Paz de entonces, Luis Alberto “Chito” Valle, que adicionalmente incluía la instalación de un ostentoso dormitorio contiguo al mismo. La suma en juego alcanzaba aproximadamente a los ¡cien mil dólares! Por ésta y algunas otras fechorías, la exatoridad departamental se encuentra cumpliendo una pena de ocho años de prisión.

Quien quiera tomarse la molestia de buscar un par de columnas que escribí sobre el asunto por aquella época, se encontrará con duras expresiones al respecto, tanto sobre tal persona como sobre el hecho propiamente dicho.

El tema fue la comidilla política de ese momento, no tanto por la evidente corrupción que entrañaba, sino porque los comentarios se centraron en la alcoba –de ahí el nombre del caso-. ¿Qué actividades desarrollaba el Prefecto en dicho aposento? ¿Con quién(es)? ¿Para qué tanta ostentación? ¿Era necesario un cuarto de tales características al lado del despacho? ¿Qué pensaría la familia –Valle era yerno de Banzer-?, etc. La situación se tornó en mayúsculo escándalo.

Pues bien, dos décadas más tarde, como decíamos, el caso vuelve, en dimensiones colosales, en forma de falacio (palacio, falo, falacia) coronado por una mega alcoba –con helipuerto a la puerta- al estilo del patrón de Playboy, Hugh Hefner, en el Penthouse del mismo.

El régimen puede esgrimir los argumentos que se le antoje pero no conseguirá justificar lo injustificable de dicha construcción que, para satisfacer el capricho de su futuro orador, arrasó con toda normativa que la impidiera y con toda noción de armonía urbana.

Si de todas maneras el régimen iba a complacerse erigiendo un adefesio como el que ahora afea el centro histórico de La Paz, podría haber dispuesto de un terreno alejado del mismo. Imagine usted un mamotreto como éste detrás de la Casa Rosada o de La Moneda y convendremos en la magnitud del crimen que acaba de cometer el régimen.

Al igual que como ocurriese con la Chito-alcoba, la atención la ha acaparado la habitación –al menos cuatro veces más grande que un departamento de tres dormitorios, dos baños y dependencias- que guardará las noches presidenciales: el humilde “cuartito azul”. Con sus lujos y excesos, invita a lucubrar los placeres que en él se consumarán.

Pero cabe pensar también que esas desmesuradas dimensiones y esa descomunal erección de c(s)emento no son más que prótesis -reemplazos de algo que ya no se tiene o que, quien sabe, nunca se tuvo- para compensar complejos y resentimientos de todo orden que albergan el alma y el físico del afiebrado reyezuelo que ocupará el lugar.

Una campaña ciudadana propone que, cuando mejoren las condiciones democráticas, el grotesco edificio sea adecuado como hospital (agrego que el bulín presidencial se convierta en quirófano); loable intención que, sin embargo, es difícil de sostener: la arquitectura hospitalaria es totalmente diferente a lo que se erige en la esquina Potosí y Ayacucho. Ya que el daño está hecho, quizás habría que pensar en otra funcionalidad para esa cosa.

Volviendo a la multiplicación, si digamos que de los ocho años que purga Valle, dos corresponden a los 100.000 $us correspondientes a su alcoba, ¿cuántos años de cárcel merecerán quienes malgastaron 36.000.000 $us en semejante bodrio?

domingo, 13 de mayo de 2018

Juegos del poder



No es atributo exclusivo de este régimen, ni ocurre sólo en esta mediterraneidad nuestra; pero de que con Morales Ayma y su pandilla azulada sobrepasó toda capacidad de asombro, no me quedan dudas. Y eso es lo peor: se ha naturalizado un comportamiento estatal pródigo en dádivas para sus adláteres que, cual si fuera el Moloch de Orinoca, reparte recursos del Tesoro a modo de bonos de lealtad. Así funciona la maquinaria del neo-riquismo del capitalismo andinoamazónico, artificio incorporado por el Doctor García a la teoría económica.

Me refiero a que, como la historia de estas tierras demuestra, el catalizador por excelencia para la movilidad social de ciertos grupos es el acceso al Estado; de ahí su compulsión por la toma (y el deseo de permanencia prolongada en él) del poder. Rapacidad mediante, los cercanos al mismo trepan insaciablemente por la escala sin reparar en que, quizás, allá en lo más alto, un ogro los devore inmisericordemente o un dios los sentencie al fuego intemporal.

Ya sea dentro de la estructura administrativa, como operadores, con cargo formal o sin él; o por fuera –mediante una especie de puerta del saloon del far west- vestidos de “empresarios” medran de las arcas públicas, unas veces con más discreción que otras.

Poner una florería, o una agencia de viajes, o una empresa de catering –usualmente de propiedad del familiar más cercano al ministro de turno- en absoluta competencia desleal contra negocios levantados con el esfuerzo diario de emprendedores independientes del poder político, es un “clásico” de los juegos de poder, juegos que, como en el caso de los Odesur “Cocha 2018”, bien podrían ser denominados los Juegos de la Corrupción, merced a la grosera forma en la que sus contratos fueron adjudicados.

Hasta la llegada de la mancha voraz, los desembolsos mediante contratos por adjudicación directa, con dispensación de trámites, eran una excepción apenas admisibles en casos de extrema urgencia –desastres naturales, pandemias-, cuyo manejo tampoco estaba libre de la comisión de hechos de corrupción. La durísima ley SAFCO -que ¡ojo! sigue vigente, aunque “pildoreada” por el régimen- cohibía a los funcionarios de ser muy dadivosos con sus partidarios.

Ahora, con la asumida seguridad de permanecer en el poder tan largamente que no llegarán en vida a responder por sus actos dolosos, se ríen cuando son encontrados con las manos en la masa.

Uno de los modus operandi consiste en montar empresas con un irrisorio capital para favorecerse con jugosos contratos por vía directa. Empresas declaradas como “unipersonales”, carentes de activos, con oficinas alquiladas, “empresas” subcontratadoras cuyos “gerente-propietario” se quedan con la parte del león; aventureros que redactan ellos mismos los términos de referencia por pura formalidad.

Suena a “cara conocida”, ¿no le parece? El régimen ha hecho que lo excepcional se convierta en la norma que garantiza a sus muchachos una vida libre de las preocupaciones mundanas de los que se procuran el pan de manera honesta y, mucha veces, sacrificada. Juegos del poder, juegos de corrupción, parecería ser la consigna de este tiempo aciago.

Si algo de bueno podemos sacar de este desolador cuadro, es que queda cada vez más claro el motivo por el que el régimen se aferra con uñas –que las tiene bien desarrolladas- y dientes al poder: para seguir usufructuando impunemente de las arcas estatales.

Cabe también finalmente reiterar que, justamente por este tipo de comportamiento, el soberano decidió ponerle freno a las pretensiones de atornillarse indefinidamente en el poder del jefe de la banda.

miércoles, 2 de mayo de 2018

El presidente saliente y su boicot a La Paz


Tenía pensado escribir sobre el régimen cubano y su graciosa sucesión presidencial, hasta que me anoticié sobre el resultado del boicot presidencial a la candidatura de la ciudad sede del Gobierno, La Paz, para sede de los Juegos Deportivos Bolivarianos del año 2021 y me dije: Cuba puede esperar.

Es que tal hecho excede el ámbito deportivo y se inscribe en el de las infamias más execrables de las que se tenga memoria.

 Para quien no esté concernido(a) sobre el hecho, se lo resumo apretadamente: junto con la venezolana Valles del Tuy, la ciudad del Illimani se postuló para organizar dicho certamen, con el antecedente de haberlo hecho, brillantemente, en 1977 -el éxito del mismo no le sirvió al dictador Banzer, como seguramente esperaba, para prolongar por mucho tiempo más su ya desgastado gobierno-. 

 La condición  sine quanon  para optar a dicha oportunidad de mostrar Chuquiago Marka o cualquier urbe a la región es que la solicitud ante la Organización Deportiva Bolivariana (ODEBO) lleve la firma del presidente del país en el que se encuentre la aspirante a ciudad anfitriona.

¿Qué motivo(s) puede haber tenido el presidente saliente de Bolivia –Morales Ayma dejará el poder el 22 de enero de 2020- para actuar de manera tan artera contra la ciudad de Murillo? Tengo tres hipótesis, no necesariamente excluyentes entre sí, para explicarlo:

Hipótesis uno: Resentimiento. El presidente saliente “siente” que La Paz no le responde políticamente como él cree que lo merece. Sistemáticamente, el pueblo paceño le ha estado negando a su pandilla el acceso al poder municipal y, en las últimas elecciones, le arrebató la Gobernación. En el reciente plebiscito, La Paz votó, como casi todo el país, repudiando a los aspirantes a magistrados colocados por el régimen. La frase de Morales Ayma que sintetiza esta hipótesis es la amenazante: “La Paz pide sin saber dar”, recogida por el suplemento Marcas de La Razón en su edición impresa del 15 de noviembre de 2017.
Hipótesis dos: una mano a Maduro. El régimen del tirano venezolano agoniza; el socio en desgracia de Morales Ayma necesita alguna buena noticia que darles a los habitantes de la sufrida Venezuela –por supuesto que la solicitud de Valles del Tuy lleva la firma del déspota-; si la solicitud local hubiera llevado la firma del presidente saliente de Bolivia, La Paz ya estaría celebrando su nombramiento como sede de los Juegos.

 Hipótesis tres: Morales Ayma sabe que está de salida. Hace algún tiempo intenté traer un congreso internacional para cuya solicitud se requería también la firma de una autoridad. Conseguí audiencia para exponerle el proyecto, mismo que le pareció atractivo. “Pero dentro de tres años yo ya no voy a estar en el cargo”, me dijo, y ahí acabó mi gestión. Dicha autoridad no quería tenderle la cama a su sucesora; probablemente si el evento se realizaba dentro de su período, la carta llevaría su firma, además de ser esta persona quien lo inaugurase. Mezquindad pura y simple.

 Por mucho empeño que le ponga –uso abusivo del tema marítimo, ir al Mundial, etcétera- el presidente saliente no logra levantar su desportillada imagen y no hace más que caer sostenidamente en las encuestas de intención de voto, y aunque mantiene, por razones de supervivencia política, el discurso de “nos vemos en 2020”, sabe que incluso si llegara a consumar el atropello contra el 21F y contra la propia Constitución, cavaría su propia tumba. No va a dejar que otro inaugure “sus” Bolivarianos.

Cualquiera de estas hipótesis, o una combinación de las tres, es un boicot del presidente saliente a la sede del Gobierno. Figura paradójica, considerando que Morales Ayma se la pasa pateando pelotas.