domingo, 31 de julio de 2011

Sobre el viaje


Así comienza una crónica de viaje que se publicará en Página Siete el 14 de agosto:

El viaje es uno sólo; el camino, la vida; las alas, el destino al viento, no como llegada, sí como tránsito permanente. De escalas y estaciones está hecho.

Mi paso, durante una semana por la comunidad Sirujasi (2002), cocinando a leña, sin agua potable ni servicios básicos, durmiendo en compañía de ratones e incomunicado con la civilización, y mi estadía en el Beacon de Nueva York el año pasado –un hotel de entre 400 a 2 000 dólares por noche, en el que se alojaron los Rolling Stones y Michael Jackson, entre otros- son mi mismo y único viaje.

La historia del viaje o la búsqueda es una de las más antiguas y recurrentes de las letras y del cine. Pequeños Marcopolos, vivimos también nuestras petit Odiseas, nuestro mini Easy Rider, nuestros little Pasos Perdidos, nuestra propia Cuestión de Fe…

Precisamente, una imagen emblemática de la entrañable película de Marcos Loayza me convence de que mi road movie personal y real vivida en 1998 es la escena que merece ser actualizada en esta página. No era “La Ramona” sino un camión Hino, el símbolo de esta historia; vayamos al comienzo...

domingo, 24 de julio de 2011

Carta de amor para Amy Winehouse (por Julio Barriga, poeta tarijeño)



Fueron años de abandonar el alimento del alma y preferir el silencio hasta que no hace mucho escuché (luego vi) a Amy Winehouse y sentí literalmente que algo me atravesaba como una lanza. La metáfora no es mía sino del poeta irlandés W.B. Yeats quien la aplica a definir el verdadero amor… ¿o la poesía? No me acuerdo…

Ella es una joven cantante inglesa más corrida que gallina entrerriana. De una vasta y devastadora carrera desde los trece años. Chupar y trompearse en los pubs aún le deja tiempo para ser excelente guitarrista e inspirada compositora. Lo suyo es el soul. Mezcla de jazz y blues en distintas proporciones. También hace reggaes con aire de calipso y otros géneros tropicales, baladas de rock como en los 60’s. Todo esto acompañado de unas letras aquejadas de Síndrome de Tourette, para decirlo suave. (Obscenidad, violencia, sexo explícito, etc). Amy en la matrix es famosa más por sus inconductas y excesos que por su arte, de los que se sirve en su obra con sorprendente y nunca pasteurizada sinceridad: (“Adiccted”, “Rehab”, y… ¡vade retro! “Fuck my pumps”). Back to black es hasta ahora su álbum emblemático en más de una acepción: cultural, musical, moral).

Para ella cantar es connatural a respirar, nunca se detiene a tomar aire. Aun afónica y engripada hasta el hueso alcanza raros clímax en la canción no elevando la voz sino bajándola, hasta casi apagarla, como el susurro de un gato aplastado por un armario. Perfección en el desfallecimiento. Desgarbada y vacilante, bailando a veces fuera de compás y como si fuera a orinarse; más bella que un clipper cortando una tormenta, ilustra a la perfección el oximorón borgiano de la graciosa (¿elegante?) torpeza y se me revela como un ser de patética belleza, de sublime desamparo, alguien cuya fuerza radica en su fragilidad, su feroz inocencia, su siniestra ternura.

Amy piernas de palillo, ectoplasmática. Ojos siderales de Lilith en una Babilonia informática, sus tatuajes lombrosianos, su frondosa cabellera. Y parece que toda esa inmensidad (cantar seductoramente) le costaría menos que tirarse un pedo, es un pajarito, es un tigre instantáneamente y a voluntad cantando con la perfecta ecuanimidad de las estatuas. Realmente a Amy todo le vale un reverendo carajo.

En Glastonbury (2007) en la total posesión y exaltación de sus dones, es la dueña del circo al que hace evolucionar como a un reloj atómico ante nuestra maravilla. La omnipotencia de su dominio escénico manda a bailar a público y orquesta como perritos amaestrados y… ¡detiene la lluvia!

En Lisboa (Rock n Río, 2008) alcanza un alto grado de sofisticada perfección, patética y desvalida, siempre a pique de caer de sus elevados tacones de Pitufina, cagada hasta las patas, como dicen al sur, tropezando con los altavoces y siempre inclinándose para coger la copa mágicamente llena, es capaz de ponerse a cantar en cuatro pies o comiendo un caramelo. Con ese inquebrantable ánimo hecho moco nos conmueve tanto cuando al gemir “Love is a losing game”, memora alguna(s) perrería(s) de su existencia y el trago se le empieza a salir por los ojos. Así, desjuerzada, resulta un ser de sublime seducción. Mientras tanto los grones se despepitan bailando. Nos previene con ingenuidad perversa de que usa y abusa, que ella no es buena. (You know I am not good). Ya lo sabíamos Amy, así como adquirimos esa álgida verdad desde siempre: las únicas chicas buenas son las malas. En su conducta errática, en su trance sagrado, tiene la capacidad de hacernos creer que es a ti, solamente a ti a quien se dirige.

Para entonces el público está más arrecho que mono colgau del techo. Y los grones del coro saltando y brincando como sapos rociados con sal. En ese aquelarre que es Glastonbury (Isla de Wigth 2007, la única herencia de Woodstock) presenta su homenaje nada más ni nada menos que a Sus Majestades Satánicas. ¡Ningún piojo tuerto!.

Ella es la cantante afónica, la cantanta del pueblo de los ratones de que nos habla Kafka. Hay un momento en que pasa a ser la luz de mi oscuridad. No puede ser más que un ángel travestido con alas de murciélago, un vivo paradigma de la gracia divina. (Es divina porque es demoníaca: Terrible es todo ángel, y sin embargo/ ¿quién entre las legiones celestiales/ me escuchará…? Rilke, 1ra. Elegía). Una artista que resulta ideal para cargarla con todos nuestros karmas, catártica.

Amy nos salva, nos redime destruyéndose a sí misma. Hay algo de morbosa fascinación en ese hermosísimo ser faunesco, bastante fairy que se sacrifica a nuestra vista (y oído) para nuestro deleite, y la elevación de nuestra alma, corazón, zonas vagamente imaginadas bajo esos nombres cantando con los fuelles en el útero. Ella es la más macha de las mujeres, deidad egipcia, la diosa Cocodrilo del Nilo que se devora a todos, y juega fútbol, hace campaneadas con mi corazón.

Necesitamos aferrarnos a un amor desesperado para nutrir nuestra propia desesperación. Intuyo en ella la soledad de las cantantes, como la soledad del corredor de fondo, siempre en feroz competencia consigo misma. La enorme presión de su singularidad, de su unicidad.

También intuyo en esta flaquita divina y autodestructiva, una gigante y poderosa transnacional anónima. Gime, gruñe, suspira, solloza, jadea, se enfurruña, calla… y todo es canto. A la final me parece que canta como si no estuviera cantando. O como dice Hölderlin de Orfeo: Ella ya no está y en su lugar creció un árbol de canto. (*)


Que haya siempre una mujer cantando en el horizonte mientras nos dirigimos a la muerte. Que esa mujer sea Amy.

viernes, 22 de julio de 2011

Para contrarrestar al évola

Así como el ébola, el virus más temido en el mundo, incluso por encima del virus de inmunodeficiencia humana, se cierne como una amenaza masiva a la vida en nuestro planeta, el évola, una suerte de correlato político del causante de la fiebre hemorrágica, se manifiesta como un depredador de la libertad y la democracia en nuestro país.

Arropado en un nominalismo –dar “entidad” a todo tipo de fenómenos solo por nombrarlos- delirante, que cada vez se asemeja más al discurso hueco en su más pedestre versión, el évola ha obrado diligentemente destruyendo a su paso lo poco, pero valioso, que en materia de Estado de Derecho, se hizo en décadas de trabajoso aprendizaje y construcción democráticos.

Por lo menos una vez por día –a veces hasta tres veces- los propagadores del virus nos cuentan acerca de algo “histórico” que acaba de ocurrir… tanto han devaluado el concepto que hasta el hedonista viaje del Jefe de Estado acompañado por un grupo de diablos para ver cómo pierde el seleccionado de fútbol es calificado con el antes respetable adjetivo. “Hipertrofia de historia”, podría denominarse uno de los síntomas de la enfermedad social causada por el évola. Creérselo es signo de catalepsia ciudadana; no es la muerte propiamente dicha, pero se parece.

En el paroxismo, estadio muy próximo al terminal, el mal parece adquirirse por ósmosis. Si en principio al virus le tomaba un esfuerzo adicional el reducir a las instituciones para someterlas a vil servidumbre, a la fecha, en obscena exhibición de lambisconería, el sistema se autoconserva. De tal jaez ha sido, por ejemplo, la sentencia evacuada por el Tribunal Agrario en un caso sobre el cual no tiene ni jurisdicción ni competencia.

¿Usted cree, por ventura, que con la ratificación vía urnas -porque elección no va a ser- de la selección albiazul (jugadores de quinta, además) la figura va a ser más presentable? Al contrario, vamos a MAS, que, para el caso, es exactamente al revés: vamos a menos.

¿Hay manera de contrarrestar este liberticidio y este democraticidio? Utilizando los mismos mecanismos de expansión del virus hay una ligera probabilidad de hacerlo: el dedo anular puede ser un actor central en la este cuadro clínico.

jueves, 14 de julio de 2011

martes, 12 de julio de 2011

"Descolonizados" y "descolonizadores"

Izquierda: Indígenas "descolonizados" recién casados portando un bolso con la figura de "Mickey mouse" (La Paz).
Derecha: Connotados "descolonizadores" de shopping por las calles de Bruselas, luciendo bolsas de la marca "H & M", denunciada por explotación laboral de niños y mujeres.

jueves, 7 de julio de 2011

Revolución Fancesa



Ocurre que mientras uno va dando vueltas sobre las ideas que finalmente plasmará en su columna, pueden emerger elementos que se ajustan con donaire a ellas por lo que su incorporación en la redacción resulta “natural”. Eso, en caso de que un suficientemente atractivo conjunto de imágenes dé sentido a la misma; en caso contrario, de la galera saldrá un texto menos elaborado, pero, en compensación, probablemente más fluido. Tal es mi experiencia vista desde la columnata y del teclado.


Estuve a punto de recurrir al truco de segunda instancia, cuando un suceso de relativa menor trascendencia frente a los grandes escenarios estructurales y de coyuntura que están socavando la viabilidad misma de nuestro país –más bien de un componente factual de tales escenarios-, divulgado mediante mi página en la red Facebook, vino en apoyo de la temática originalmente planteada para convertirse en la presente columna.


Estoy hablando del caso en el que 43 efectivos de las FFAA fueron sorprendidos, como además tituló La Prensa, “con las manos en la masa”, es decir in fraganti en el hurto de prendas de vestir y animalitos de peluche (!) que formaban parte del lote decomisado a contrabandistas y estaban almacenados en un depósito aduanero donde eran procesados para ser utilizados como relleno en la confección de colchones destinados a las propias Fuerzas Armadas.


Para asombro mío, y suyo con seguridad, entre los comentarios que llegaron a ese espacio, se encuentran varios de acérrimos cohonestadores de todo aquello que podría, eventualmente, dañar la imagen del régimen en conjunto o la de Evo Morales en particular… ciudadanos “más evistas que el evo” que están dispuestos a argumentar lo que fuera para demostrar ésta su extrema convicción -¿o condición?-.


El argumento que une a dichos valedores del régimen es el de que “la pobreza y extrema necesidad (la de los uniformados) justifica el que hayan incurrido en el delito”, que casi, casi, los redime. La teníamos frente a nosotros y la habíamos dejado pasar de largo: esta prueba de fe es la filosofía gubernamental condensada que explica la acción de los seguidores del régimen, alentada y practicada por el mismo. Desde los avasallamientos hasta las formas más pedestres de apropiación de lo ajeno, pasando por las tomas, las expropiaciones de facto y todo tipo de amenazas contra la propiedad. Justifican al violador porque su víctima “vestía una falda muy corta”.


Practicada por el propio “Estado revolucionario”, esta filosofía se ha aplicado a troche y moche; su más emblemático “capujo” es el paquete accionario del que Soboce era su titular en la sociedad anónima Fancesa. El Estado/régimen/movimiento no sólo que no ha cumplido el límite que él mismo fijó para la conciliación post expropiación sino que, groseramente, somete a juicio a quien la condujo a la prosperidad y, peregrinamente, ahora se le ocurre al Gobernador de Chuquisaca, anunciar que no cursará la parte de las utilidades de la gestión pasada correspondiente a Soboce en nombre de “las acuciantes necesidades del Departamento”. En un Estado de Derecho eso se llama “apropiación indebida”; en la opereta del cambio, revolución.


Uno de los productos de la Revolución Francesa se llama Napoleón; ¿qué producto generará la Fancesa?

lunes, 4 de julio de 2011

Cuatro años


Dentro de unas horas, mi programa Cuerdas Vocales, que se emite por Radio Deseo, estará cumpliendo cuatro años. Los mismos que la estación, porque su primera edición fue simultánea al inicio de sus transmisiones oficiales.

Paisajes vocales alrededor de culturas, lenguas, geografías y géneros es lo que ofrece este espacio cada martes a las 21:00 y, en reprís, sábado a las 16:00 (hora de Bolivia).

Con la sesión que tendremos este martes 5 de julio, habremos difundido 1 768 paisajes vocales sin haber pasado dos veces por el mismo, aunque sí por similares en modo, técnica, estilo y procedencia.

“Las posibilidades de la voz humana”, “Montaña rusa de cantos”, “gimnasia vocal”, “cuerdas locales”, “larga vida y cuerdas calientes” son las frases recurrentes para guiar cada sesión (la última es para despedirlas).

Total, que el tiempo ha pasado y el gusto y la emoción por hacer Cuerdas Vocales no sólo que permanecen sino que están en permanente expansión –como el universo-.

sábado, 2 de julio de 2011