miércoles, 27 de marzo de 2013

Embara-Soza y vergon-Soza situación




No sé si yo me cruzo en su camino o ellos en el mío. Cierto día, mientras comía una llaucha por la calle, prácticamente me choqué con el corrupto Santos Ramírez quien se suponía que estaba entre rejas. Comenté el hecho a través de las redes sociales, y en minutos era noticia nacional y las autoridades carcelarias salían a dar apuradas “explicaciones”.

Algo parecido me sucedió la noche del 17 de diciembre de 2010. Caminando por la plaza España, casi me doy de cabeza con el fiscal Marcelo Soza. Al día siguiente, lo hice constar colocando una fotografía y un comentario: “Anoche, justo mientras los medios daban a conocer la lista de los 39 (imputados en el caso “terrorismo”), me crucé en la calle con este personaje. Hablaba por celular y soltaba sonoras carcajadas....”.

Con el paso del tiempo, esas risotadas cobraron sentido: era como sacarse el gordo de la lotería, ¡39 sujetos a quienes extorsionar!. Mientras, la figura mediática del “afortunado” operador del régimen crecía en influencia hasta que una grabación puso en evidencia el abyecto proceder suyo y de el entorno que gubernamental que tramó el caso “terrorismo”.

Las carcajadas quedaron atrás y el hombre ha puesto los pies en polvorosa: sabe demasiado y el Gobierno sabe que sabe demasiado. De niño mimado podría pasar “buscado vivo o muerto” -¿le suena esta frase?-.

Es que, más allá del maquillaje discursivo del régimen, las entrañas del monstruo están en descomposición producto de la podredumbre ocasionada por su insaciable sed de poder, borrachera incluida.

Ejecuciones extrajudiciales, siembra de “pruebas”, extorsión a manos llenas, soborno y terrorismo de Estado son parte del festín con el que el Gobierno hizo su propio “vivir bien”, a costa de la violación de los derechos humanos, y del dinero ajeno.

Ahora, el régimen se encuentra en una embara-Soza y vergon-Soza situación: la estantería se cae y los ajustes de cuentas dentro de la mafia se están haciendo frecuentes.

De nada le servirá invocar al neoliberalismo, al imperialismo, a la oligarquía, a la Iglesia, a la prensa o a la “embajada” para zafarse del pantano en el que se encuentra.

Está con el lodo hasta el cuello y con las entrañas putrefactas. Imposible disimularlo.

jueves, 14 de marzo de 2013

¿Caso cerrado?



Como si se tratase de un “reality show”, con toda la chapucería que tal subgénero implica, el escenario del tiempo real nos sacudía con su implacable patetismo, superando ampliamente a producciones en las que se paga a quienes no tienen escrúpulos para involucrarse en truculentas historias tramadas por imaginativos guionistas.

En un caso, tuvimos la historia de un supuesto vivo al que, con justificadas razones, muchos daban por muerto. Dando información a cuentagotas, sesgada, y políticamente interesada, los sostenedores de la versión de la pervivencia del caudillo en cuyo nombre hablaban, no presentaban en ningún momento pruebas de vida convincentes, salvo burdamente trucadas.

Cuando el engaño se volvió insostenible, aunque manteniendo el mismo hermetismo informativo, tuvieron que admitir que el “occiso estaba muerto”… y bien muerto, tanto que ya no hablaba fuerte como solía hacerlo en vida –en realidad, ya no hablaba-.

¿Hay “Razón de Estado” tan poderosa que posibilite engañar a todo un país de esta manera? Al parecer, la hubo; y aplicando la misma será perpetuada cual faraónica cripta –contra la voluntad del futuro embalsamado, quien repudiaba estas prácticas-.

En otro caso, más cercano,  tenemos el cuento de un supuesto muerto al que, con justificadas sospechas, muchos dan por vivo. Dando información unilateral, confusa, precipitada y “absoluta”, los sostenedores de la versión de la muerte del asesino sobre cuyo caso hablan, presentan  “pruebas” aparentemente forzadas, tratando de zafarse del problema  cuanto antes.

Como la credibilidad de los portavoces de la versión oficial –Ministro, Ministra,Viceministro, Comandante de la Policía- se encuentra por los suelos, los familiares de la víctima del asesino “muerto” han dispuesto el envío de muestras de tejidos del hijo y de la madre de aquella. Hay un cadáver sepultado, pero, sintomáticamente, el titular del periódico La Prensa reza: “Sepultan cadáver atribuido a Jorge Clavijo”. Ese “atribuido” es contundente.

¿Hay “muerto dentro del closet” tan comprometedor que posibilite jugar con la sensibilidad de la población de esta manera? Al parecer, la hay; y junto con éste, muchos otros casos serán cerrados sin haber sido esclarecidos con justicia.

¿Caso cerrado?