jueves, 20 de junio de 2013

El síndrome de "las manos atados"


Ni documentos de dominio público, ni sellos postales emitidos por el propio régimen, ni pronunciamientos de los garantes (veedores) de organismos multilaterales, ni la declaración del propio involucrado –reproducida generosamente por los medios-, ni el sentido común y, lo más importante, ni las propias prescripciones constitucionales y de normas adjetivas, impidieron que un Tribunal Constitucional sometido a los designios del poder resolviera dar vía libre para que Evo Morales postule a una eventual re-reelección.

El forzado argumento del TCP es que a partir de la entrada en vigencia de la Constitución masista hubo un “borrón y cuenta nueva” en el registro de la historia del país, criterio que me dejó perplejo por las consecuencias jurídicas que conlleva una sentencia de tal dimensión.
Lo que ha hecho en rigor dicho tribunal ha sido “liberar” a su jefe de su obligación de cumplir y hacer cumplir la Constitución, así como de su compromiso público de renunciar a la repostulación una vez concluido su segundo –y vigente- periodo presidencial.

Esta figura es parcialmente análoga al “ya no tengo las manos atados” con el que Gonzalo Sánchez de Lozada rompió unilateralmente el compromiso del MNR de apoyar a Banzer en las elecciones de 1989. Sánchez candidateó por el MNR, ganó las elecciones… pero no fue Presidente. Más adelante, sí lo hizo –con éxito, hay que admitirlo-, pero su segundo periodo quedó inconcluso por la acción sediciosa de quienes ahora, circunstancialmente, gozan del poder.

Morales ya no tiene “las manos atados” y va por más, con acentuados rasgos de eternización en el poder, así tenga que pasar por encima de las normas –“meterle nomás”-  y del honor. Pero, en el afán, está perdiendo los papeles: rodeado de un entorno complaciente, ha cerrado toda posibilidad de crítica a su infalible persona.

Ahora sucede que tanto él como su segundo de abordo son “innombrables” bajo riesgo de quien pronuncie sus magníficos nombres en sentido crítico pueda ser convertido en estatua de sal y condenado a arder en el infierno pachamámico por toda la eternidad.

Rafael Rojas en el más reciente número de Nueva Sociedad, escribe: "La esfera pública y el campo intelectual, en los países gobernados por estas izquierdas (neopopulistas), reemplazan la noción marxista de crítica por el concepto teológico de apología".
 

miércoles, 5 de junio de 2013

No me ayudes, compadre

“No me ayudes, compadre”, la popular expresión usada para dar a entender cuando un allegado, lejos de cooperarnos, más bien se convierte en un obstáculo a nuestras gestiones –independientemente de la buena o mala intención que éste tenga-, parece aplicarse a cabalidad al caso del agente ante La Haya, Dr, Eduardo Rodríguez Veltzé, en relación al Presidente del “Estado Plurinacional”, Evo  Morales Ayma.

¿Cuánta autonomía de gestión tiene nuestro embajador en la misión que le ha sido encomendada? Desde luego que tiene que asumir los lineamientos de la política marítima trazados por el Gobierno, pero queremos suponer que en el área jurídica específica sobre la demanda interpuesta contra Chile, él es la cabeza y así debería entenderlo el régimen.
Si se ha optado por la vía estrictamente jurídica, es previsible que cualquier expresión de carácter político resulte contraproducente a la causa presentada en la CIJ.

De entrada, la imagen del ex presidente rodeado de funcionarios cuestionados –interdictos, inclusive, como el Sr. Llorenti, señalado por violaciones a los derechos humanos- no fue la mejor carta de presentación-. Algo de incomodidad habrá sentido don Eduardo, pero, en fin, ya estaba metido en el baile.

Otra interferencia de orden político ha sido la lamentable aparición del agente Rodríguez dando explicaciones sobre decisiones del Ejecutivo que escapan a su competencia. Entiendo que éste se desempeña como portador de una misión especial en nombre del Estado, que no forma parte de la estructura orgánica del Gobierno. Vale decir que, como hay un proceso en curso, si, Dios mediante, Morales no es re-reelecto, el agente continuará desempeñándola –y, obviamente, no saldrá a la palestra para dar explicaciones sobre los actos de un hipotético nuevo Gobierno-.

Lo que, sin embargo, ha debido colmar la paciencia del ex presidente, ha sido la declaración del Presidente de que su similar chileno “cayó en la trampa”, seguramente efectiva en lo interno, pero estúpida más allá de nuestras fronteras. Con “ayudas” como éstas, el propio Gobierno está poniendo piedras al camino de La Haya.

El asunto es si el régimen va a dejar a Rodríguez Veltzé hacer su trabajo o va a interferir en él debilitando la posición boliviana.