miércoles, 28 de febrero de 2018

Febril febrero


Si fuera un mes convencional, hoy sería el 30 de febrero. Pese a su brevedad, sin embargo, este segundo segmento del año fue pródigo en acontecimientos e intenso en sentimientos –encontrados, algunos-. No pretendo abarcar la totalidad de éstos porque harían falta tres columnas como esta para abordarlos someramente. Sirvan las siguientes líneas a manera de registro de 28 febriles días.

Ajena a los temas del ámbito sociopolítico, la naturaleza –aliada, en algunos casos, con la imprevisión- siguió ensañándose con vastas áreas del país dejando a su paso muerte y desolación. No faltó, sin embargo, la grosería en medio del drama: el exministro de Economía, Luis Arce, aprovechando la situación, se despachó un brulote de campeonato al afirmar que la magnitud de los desastres hará imposible el pago del doble aguinaldo. De esa manera, el régimen encontraba el subterfugio perfecto para achacar a una contingencia como la ocurrida el discreto desempeño de la economía. Con desastres naturales o sin ellos, el cabalístico 4.5% no será alcanzado. Como el doble aguinaldo es un “beneficio” de corte demagógico electoralista, el régimen forzará los números para que en 2019 –año electoral- el mismo se vuelva a pagar, anunció que se hará a mediados del próximo año.

En este febril febrero, el Carnaval de Oruro –como ocurriera en 2014 cuando una pasarela se vino abajo matando a músicos de la banda Poopó, entre otros- pasó a segundo plano debido a que durante su desarrollo se produjo, en las cercanías de la entrada folklórica, una explosión que ocasionó muertes y daños materiales de consideración. Tres días después, en la misma zona, se registró un hecho similar. A este siniestro le dediqué mi columna anterior, misma que exigía a las autoridades una explicación sensata sobre el caso; lo que tenemos, tres semanas después, es una estrategia de confusión que más que aclarar parece encaminada a encubrir “algo” inenarrable. Nada me gustaría más que el hecho de que dichas autoridades me desmientan y resuelvan creiblemente el tema.

Relacionado con esto, se divulgó una ilustración que catapultó a su autora a la celebridad. Una descomunal ola de hipócrita indignación la condenó a arder en los infiernos, como en los mejores tiempos de la inquisición, en vergonzosa demostración de intolerancia y censura.

Pero no todo fue desventura. El miércoles 21, la ciudadanía se armó de valor y salió a las esquinas de todas las urbes de Bolivia a reiterarle al régimen que no se dejará escamotear su voto expresado dos años antes, en sentido de poner freno a que los señores Morales y García persistan en lo que ellos denominan “repostulación”, que no es otra cosa que su deseo de permanencia indefinida en el poder.

La espontaneidad y la iniciativa con las que los ciudadanos y, particularmente, las ciudadanas expresaron su compromiso con la democracia y su repudio a la vulneración al orden jurídico que comete el régimen –actos dignos de la mayor admiración-. Se corrobora, además, algo que ya dijimos: El MAS y sus asociados son la nueva minoría.

El régimen no termina de asimilar esta nueva realidad y, a través del señor García, ha expresado con prístina claridad que el apego a la norma es una abstracción a la que se la va a pasar por el forro. ¡La seguridad jurídica al carajo! ¡La Constitución –su Constitución-, papel mojado! ¡La voluntad popular, una mierda!

Somos testigos, sin duda, de la descomposición de un régimen que instrumentalizó la democracia para cometer las fechorías más abyectas contra ella.

Que los idus de marzo os sean propicios. La ciudadanía boliviana se ha sacudido de su letargo.