jueves, 18 de diciembre de 2014

2014: El año del Estado plurinominal

Tal como lo vengo haciendo cada cierre de gestión, desde hace cinco años, vengo a ofrecer mi personal caracterización –ya adelantada por el título- del retrogusto que nos dejaron estos últimos 12 meses.

Sin embargo, a manera de refrescar la memoria, haré un breve repaso de aquello que consideré como (in)digno de recordar los anteriores balances.


Señalé a 2010 como “año del rodillazo”, en referencia a la ocasión en la que la primera rodilla del Estado fue a estrellarse contra los testículos de un deportista que tuvo la mala idea de marcar, quitándole la pelota, a su poseedor. Tal hecho, decía, expresaba el modo arbitrario en el que el régimen entiende y practica el poder (“le meto no más”). Desgraciadamente, lejos de amainar, esta actitud se ha pronunciado más aún.

 
Califiqué a 2011 como “año del MASking”, en alusión a la represión orquestada por Sacha Llorenti en Chaparina –recientemente, el ex comandante de la Policía, Muñoz, ha vuelto a asegurar que el actual embajador ante la ONU fue quien dio la orden para ejecutar la salvaje operación-. Recordará usted la manera en la que fueron sellados con masking los labios de los indígenas: clara representación de la postura gubernamental sobre la libertad y los derechos humanos.
 
Indiqué que 2012 fue “año de la caca”, citando textualmente una escatológica declaración de la primera boquita del “Estado Plurinominal” respecto de las relaciones con Estados Unidos. Ya hay señales, no obstante, de que el nuevo contexto obligará a Morales a comerse sus palabras, contenido incluido.
 
Caractericé 2013 como “año de la extorsión”, aún fresco en la memoria por lo que no abundaré en mayor detalle, salvo mencionar que un sospechoso silencio se ha instalado respecto de la red gubernamental de extorsión.
 
Y acá estamos, denominando 2014 como año del “Estado plurinominal” en obvia referencia al desastroso desempeño del órgano electoral, cuya idea de cambiar el carácter del Estado en la papeleta electoral fue apenas una –la más grave por las consecuencias jurídicas implícitas- de muchas barbaridades que cometió.
 
Total, que así fuera muy legítimo, tendremos un Presidente doblemente ilegal: primero haber violado la CPE para habilitarse a la re-reelección y luego por ser mandatario de un Estado alterado.

jueves, 4 de diciembre de 2014

El Innombrable, su ego y Mr. Burns

Sólo a un(os) necio(s) se le(s) ocurriría hacer algo que, vistos sus perniciosos efectos en otros, es más probable que produzca un desastre antes que un alivio.

Tal puede ser, por ejemplo, el consumo de drogas. Si bien en cierto momento se tuvo mucha fe en ellas por sus efectos evasivos, con los años se fue acumulando la suficiente información (traducida, eventualmente, en estadísticas de muertes) como para tomar distancia de las mismas. Así pues, quienes a pesar de todo lo que se sabe sobre aquellas optan por consumirlas de todas maneras están, en mi criterio, incurriendo en un hecho de absurda necedad; asunto en principio individual que pasa a afectar al entorno familiar y- por masificación- a la sociedad en general.

Algo así pareciera estar sucediendo, a juzgar por el entusiasta anuncio del régimen, en torno a la instalación de una planta nuclear en territorio boliviano –paceño, para mayor precisión-.

¿Qué extraño designio puede estar influyendo en la mollera de El Innombrable (lo pongo de esta manera para que no se piense que, dado mi penoso anonimato, quiero ganar popularidad mentándolo) para embarcarse en semejante desatino?

“Con la planta nuclear me sentí en la cima del mundo”, dice el inefable Montgomery Burns en un episodio de Los Simpson. ¿Tiene la obsesión de El Innombrable alguna relación con estas palabras?

“¿Eres egocéntrico?” le pregunta a El Innombrable la periodista María de los Ángeles Baudoin  (Suplemento “Ventana”, La Razón 2 de febrero de 1997). Luego de explicarle el significado del término, que El Innombrable desconoce, éste responde “Sí, es un vicio”. Huelgan mayores consideraciones.

Me encuentro leyendo el libro “Los Simpson y la filosofía” (varios autores). De éste extraigo la siguiente descripción de Springfield: “La planta nuclear es una fuente de contaminación y peligro constante, pero al menos pertenece al magnate industrial y esclavista local, Montgomery Burns, y no a alguna remota corporación multinacional”.  ¡Vaya consuelo!

Puestas así las cosas, la conclusión es que, para inflar aún más su ya elefantiásico ego, El Innombrable está dispuesto a convertir nuestra ciudad en el próximo Chernobyl. Burns se frota las manos y murmura “excelente”.