martes, 5 de marzo de 2024

Luis Miguel, un asunto de Estado

 


Sé, por experiencia propia de más de dos décadas alternando en la actividad, que el negocio de la producción de espectáculos, principalmente aquellos de mediana a gran magnitud, es altamente volátil. La responsabilidad del promotor es la de garantizar su realización, aunque los números, al final de la noche, no le sonrían. Está en juego la fe pública.

Una serie de factores, sin embargo, puede interferir entre la promesa de una gran presentación y su deseada efectivización. Entre una u otra, la lucha del empresario es por minimizar aquellos que podrían afectar a que el objetivo se cumpla de manera satisfactoria, tanto para quienes compraron su localidad (satisfacción espiritual, digamos) como para quienes invirtieron –a veces sumas exorbitantes- (satisfacción económica). El riesgo, parte de cualquier inversión, deberían correrlo éstos; el público no debería correr alguno, pero se han dado casos de tumultos o de desplomes de estructuras que, incluso, se cobraron la vida de espectadores.

La modalidad de pre-venta, generalmente a menor precio, es una práctica generalizada en el mundo y ayuda al productor a ir sufragando gastos previos, aunque el grueso sale de bolsillo. Por tanto, la confianza es un elemento clave para que los interesados en presenciar determinado show adquieran sus entradas con larga antelación.

Hay aspectos que están bajo entero control del promotor (o del grupo/empresa), de modo que, si alguno de ellos falla, es también de entera responsabilidad del mismo; no obstante, hay otros que, en distintos grados, no lo están. Los aspectos técnicos, por ejemplo, son de absoluta responsabilidad de la producción; los climáticos, no enteramente.

No es privativa de algún lugar la suspensión de un megaespectáculo; se da en todo lado. Pero, así como unos han ocurrido a pesar de una persistente lluvia (lo que los hizo memorables), otros no se realizaron porque el cantante tuvo un repentino resfrío.

Hay casos y casos. En vísperas del suspendido concierto de Aerosmith en Santa Cruz sucedió una suerte de ciclón que derribó parte de la estructura escénica y el staff técnico del grupo decidió no arriesgar a la banda no al público. Los inversores y los espectadores, muchos de los cuales, entrada en mano, habían viajado en familia, por vía aérea, para asistir al evento sufrieron, cada cual en su medida, pérdidas de consideración.

Podría contar decenas de experiencias de “casi suspensión” durante el periodo en que estuve involucrado en el rubro, pero no es el momento ni el espacio para ello.

Antes bien, me referiré al más reciente caso local de una suspensión, la del concierto de Luis Miguel, que, según el comunicado que circuló, se debe a que la avanzada de la producción del artista consideró –a falta de un mes para el mismo- altamente peligrosos ciertos hechos sociales y económicos que ocurrieron en el país durante su “reconocimiento de terreno”, por lo que se decidió quitar de la gira la escala en Bolivia.

Aquí es donde entra un factor inédito hasta la fecha. El Viceministro de Defensa al Consumidor se ha pronunciado en reiteradas ocasiones sobre el tema elevándolo a un asunto de Estado, apuntando a los constantes bloqueos ordenados por Evo Morales como los causantes de tal hecho, por lo que ha instado a la Asamblea Legislativa a tratar el proyecto de ley de penalización a los bloqueos de carreteras, cosa a la que Morales y los suyos se oponen terminantemente.

Más allá de los reparos que un análisis objetivo pueda originar, el giro político que ha tomado el tema es asombroso.


miércoles, 21 de febrero de 2024

21-F: Vivencia y vigencia

 


Domingo 21 de febrero de 2016, hrs. 23:05. Katia Uriona, presidenta del Tribunal Supremo Electoral anunciaba, en conferencia de prensa, el resultado del referéndum constitucional mediante el cual Evo Morales Ayma pretendía habilitarse a un cuarto mandato (con sabor a reelección indefinida), cosa expresamente prohibida por la Constitución –de hecho, Morales ya la había violado para conseguir su tercer periodo-. Se dice que, como restaba por conocerse el cómputo de un 0.4% de las actas, el resto de los miembros del pleno intentaron persuadir a la titular de hacerlo, probablemente forzando un cambio de la tendencia que terminara favoreciendo a Morales Ayma, personaje a quien eran (son) proclives. Pero su Presidenta decidió seguir adelante –los rostros de quienes la flanqueaban son absolutamente elocuentes de la contrariedad que les embargaba- y Bolivia se informaba sobre el triunfo del “NO” a la aviesa intención del entonces gobernante.

Quienes enarbolamos la posición democrática salimos a celebrar ruidosamente la victoria; mientras tanto, en la acera del frente comenzaban a desmontar los escenarios que habían armado, seguros de que el “Sí” arrasaría, pese a que todas las encuestas señalaban que la opción contraria era la predominante, incluso con una distancia mayor de la que los resultados oficiales difundieron.

La “seguridad” de un resultado favorable de la que el régimen se ufanaba, no era, sin embargo, proveniente de las encuestas, sino de la habitual suficiencia con la que Morales Ayma ninguneaba a sus contrarios, proclamando que los (nos) iba a “revolcar” con un 70% -con guiño al TSE-. Tal era su “confianza” que no dudaba en indicar que, si perdía, así fuera por un voto, se retiraría a su chaco en el Chapare.

Una vez consolidado el triunfo del “NO”, Morales Ayma, con cara de pocos amigos, afirmó que iba a respetar la decisión de la ciudadanía, aunque su cerebro gris, García Linera, la relativizó calificando el resultado como “empate técnico”.

Cabe remarcar que la idea de un referéndum “habilitante” para el jefazo se activó prácticamente desde el inicio de su periodo extra (el tercero), de suyo inconstitucional, cuando ya tenía cinco años más en el bolsillo por delante, pero, nuevamente, la Constitución se interponía en su aspiración de sumar otros cinco, y otros cinco, y otro cinco hasta dejar sus huesos en el horrible edificio que mandó a construir para su glorificación eterna.

Lo que siguió forma parte las páginas más ominosas de nuestra historia: A la manera de Hugo Chávez quien había también perdido en una consulta popular, pero torció la decisión ciudadana reformando la Constitución venezolana para prorrogarse ad infinitum –providencialmente, la parca se lo recogió, aunque su sucesor va por el mismo camino- el MAS usó tal franquicia inventando un supuesto derecho humano a la reelección indefinida al que un servil Tribunal Constitucional dio curso legal.

Tal atrabiliaria acción acabó por pasar factura a su gestor en noviembre de 2019 cuando éste, fraude mediante, intentó burlarse una vez más de los bolivianos. Al no conseguirlo, huyó despavorido dejando instrucciones para asfixiar a las ciudades mediante el desabastecimiento alimentario.

Al cabo de los años, la impronta del 21-F continúa vigente. Los propios masistas, olvidando que fueron cómplices suyos en su desconocimiento y en el posterior fraude, reprochan a Morales Ayma el haber desoído la voz de la ciudadanía.

Hoy, aquel tiranuelo que quiso perpetuarse en el poder recurriendo a los recursos más bajos, intenta recobrar fuerza desde su reducto chapareño con la intención de retomarlo. La fuerza del 21-F se lo impedirá una vez más.


miércoles, 7 de febrero de 2024

Estado del Arce

 


Ha tenido que transcurrir más de la mitad su mandato (a lo que hay que sumar la década que ejerció el cargo de ministro) para conocer con cierta aproximación el perfil del Presidente.

El Sr. Arce Catacora ocupa la primera magistratura luego de ganar las elecciones de 2020. La historia de cómo accedió a la candidatura por el MAS, tiene que ver con la decisión tomada por el jefe del partido –nada de consulta a “las bases”, ni de elecciones internas- cuando todo parecía indicar que sería el actual Vicepresidente quien tendría tal representación, o que incluso el favorito de Morales, el actual presidente de Senadores, Andrónico Rodríguez, tenía más oportunidad que quien finalmente fue designado para ello.

Una versión dice que Morales se decantó por Arce al considerarlo “fácil de manejar” una vez que éste ocupara el cargo. Hay otra versión que indica que lo hizo por un cálculo tan fino, ligado al supuesto mal estado de salud del actual mandatario y también a la posibilidad de que Morales accediese a la Cámara de Senadores y, además la presidiere, colocándose como tercero en la línea de sucesión y así poderla forzar hasta hacerse de la Presidencia. Como se sabe, Morales fue también inhabilitado a la candidatura senatorial y el plan quedó en nada… pero Arce siguió en carrera.

Abonando a la primera hipótesis, está el primer año y algo más de la presidencia de “Lucho”, tiempo en el que, evidentemente, el delfín fue un obediente pelele del jefazo, hasta que adquirió personalidad propia para actuar por su cuenta y, en consecuencia, tomar distancia de la mano que mece la cuna.

Lo que ocurre en la actualidad es consecuencia de tal “destete”, luego del cual las aguas del régimen se dividieron y hoy se encuentran en plena guerra por el control del “instrumento”, cada uno con sus propias huestes dispuestas a descalificarse entre sí.

No se puede entender a Arce sin considerar su relación con Morales Ayma. Fue el expresidente, ahora enfrentado a su creatura, quien le dio el crédito de “gran economista” al extremo de considerarlo su maestro en materia de economía. Arce nunca expresó que Morales fuera su maestro en materia de política porque sencillamente algo en la personalidad de “Tilín” no daba para los “baños de masas”.

¿La llevaría mejor Morales Ayma si Choquehuanca o Rodríguez hubiese sido el “elegido”? Pregunta retórica que da para especular; pero, en todo caso, no podría irle peor que lo que le va con el también conocido como “El Canastas”.

Lo que ha quedado claro en el tiempo de ejercicio de la presidencia es que la fama de buen economista que consiguió en su tiempo de ministro era porque le tocó serlo en un periodo de excepcional bonanza proveniente del boom gasífero, o sea que le tocó administrar la abundancia, algo para lo que no se necesita ser una eminencia de la Economía –incluso se puede afirmar que hasta con esa gracia lo hizo mal-. En el tiempo de escasez, consecuencia de sus propias acciones como ministro, el Sr. Arce Catacora ha probado ser un, cuando menos, mediocre economista, como corroborando el despectivo mote de “cajero” que le pudo Tuto y que Morales lo replica constantemente.

A estas alturas se puede decir que, como economista es un aprendiz de político y que como político es un pésimo economista a quien el poder le ha dado un lustre espectacular.

El no responder personalmente, sino a través de sus operadores (Lima, Castillo, Prada y Richter), a las provocaciones de Morales Ayma, lo ha afirmado en cierta preferencia con miras a las próximas elecciones –para todo lo demás está el control sobre otros poderes del Estado, exceptuando el Legislativo que ya no responde mecánicamente a sus designios-. La reciente crisis judicial así lo supuso.


domingo, 28 de enero de 2024

LA ENTREVISTA FANTASMA



Considerémoslo un hallazgo. El 17 de julio de 1980, pasado el feriado paceño, debía salir a las calles una nueva entrega del semanario Apertura, nombre alegórico al inicio de la era democrática en el país.

Pero, como todos saben, aquel día se produjo el narcogolpe de García Meza y sus secuaces -Arce Gómez, el más notorio-.

Hasta el día anterior, el Congreso dilucidaba el entuerto de la designación del Presidente de la República para un periodo constotucional íntegro que habría de suceder a Lidia Gueiler Tejada, quien ocupaba la Presidencia interinamente.

Bolivia quedó aislada internacionalmente y se inició un proceso hasta la restitución democrática.

Aquella entrega de Apèrtura contenía una entrevista a mi padre en su calidad de Presidente a.i. de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia. En ella se percibe a un hombre de convicción institucionalista -mi viejo había sido exiliado a Paraguay por Banzer en 1974- plenamente comprometido con la democracia y con la actividad que desarrollaba.

Imagino que por estar entre los entrevistados por el semanario recibió un ejemplar por adelantado. Hace unos dñías, husmeando entre mis archivos, encontré este material que al no haber circulado puede ser calificado como inexistente... pero acá está. Lo he transcrito tal como salió impreso, incluso con el apellido separado -mi familia usa "Reyesvilla"-.

Un par de apuntes: Mi padre está próximo a cumplir 75 años, de modo que cuando se le realizó esta entrevista contaba con 45. En la misma se habla de Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien fuera asesinado precisamente ese 17 de julio. No me corresponde emitir mayores juicios de valor; lo que sí quisiera añadir es que algunos criterios expresados en la nota podrían pasar como actuales. Sin más, paso a la misma:


Jorge Reyes Villa, ex oficial de Ejército, abogado y gerente de tres firmas textiles es el máximo dirigente de la empresa privada. Elegido como Primer Vice-Presidente de la Confederación de Empresarios y como Presidente de la Cámara Nacional de Industrias, actualmente ejerce la Presidencia a.i. de la CEPB, en ausencia de su titular, Marcelo Pérez.

Figura nueva en los mandos directivos del sector privado, a pesar de sus varios años en esta actividad, Reyes Villa nació en Chuquisaca pero vivió toda su vida en La Paz. Su esposa es pandina y tiene cinco hijos.

Su despacho en los altos del cine “Princesa” dista mucho de ser la oficina ultra-moderna a la que nos tienen acostumbrados muchos ejecutivos, pero sí traduce un ambiente de mucho trabajo. Varias pilas de papel andan dispersas en sus dos escritorios de madera, los que dejan poco espacio para los sofás en los que nos recibe. El resto del espacio está virtualmente abarrotado de las piezas de aguayo que produce en su fábrica.

Jorge Reyes Villa dejó una brillante carrera militar para dedicarse a la actividad privada. Fue Brigadier Mayor del Colegio Militar, abanderado de las distintas unidades a las que perteneció y resultó premiado entre muchos oficiales latinoamericanos, como el mejor alumno, cuando lo enviaron a Panamá a realizar estudios de post-grado.

Es además abogado graduado en la Universidad mayor de San Andrés y cursó estudios avanzados en la Facultad de Economía.


“La empresa privada se ratifica en su posición de apoyo a una real institucionalidad del país y está a la espera de que el Parlamento haga una correcta interpretación del deseo de todos los bolivianos de vivir en una verdadera democracia”, dijo el Lic. Jorge Reyes Villa, Presidente a.i. de la Confederación Nacional de Empresarios Privados.

Apertura lo visitó para conocer la posición de su sector frente a la actual coyuntura política y a la posibilidad, casi cierta, de que el próximo 6 de agosto se instaure en el país un régimen de izquierda.

-¿Ese es normalmente un tema que muchos empresarios tratan en reserva, qué le parece a usted?
-Mi posición es institucional. La Confederación ha hecho conocer su opinión en reiteradas ocasiones. Nosotros hemos apoyado pública y oficialmente el proceso de democratización. Si lo hicimos antes, no veo por qué no ahora…

-¿Tienen Uds. alguna preferencia política determinada?
-La empresa privada no es un ente abstracto; está constituida por personas y cada una tiene su inclinación diversa. Somos una institución eminentemente plural. Entre los empresarios hay movimientistas, banzeristas, gente de la UDP y del MIR, de la Democracia Cristiana, hasta del Partido Comunista. Lo único que tenemos en común es que trabajamos independientemente y no medramos del Estado. Pero la Confederación, como todo, no tiene, no puede tener, una inclinación política por lo menos que represente al conjunto.

-¿Usted diría que les es indiferente cualquier gobierno?
-No exactamente. Claro que no nos es indiferente, pero la definición no la daremos nosotros sino el Congreso y como bolivianos respetaremos lo que este poder determine. Esperamos, eso sí, que allá se actúe con desinterés y que de sus reuniones surja una solución inteligente que cuente con el respaldo de todos.
Jorge Reyes Villa confía en que los representantes nacionales y sobre todo los jefes políticos actúen inteligentemente. Cree que debe darse un acuerdo previo que permita definir pronto la situación en el Congreso y que inicie un proceso de auténtica institucionalidad.

En lo que sí pone énfasis es en que el gobierno que emerja del parlamento debe ser consecuente con lo que manifestó en la etapa preelectoral. “Deberá dar el ejemplo de sujeción a la Constitución y las leyes y respetar la autonomía de las instituciones existentes en el país, especialmente en la actividad privada, la sindical, las Fuerzas Armadas… El gobierno debe respetar sus mandos naturales, sin interferencias de ninguna naturaleza”, recalca nuestro entrevistado.

Los resultados electorales no han pillado de sorpresa a los empresarios y Reyes Villa insiste en que mantendrán sus planteamientos de apoyo al proceso y sobre todo insistirán en un tema que creen fundamental para iniciar esta etapa: la firma de un “gran acuerdo nacional”.

“Reiteramos nuestro llamado a todas las instituciones comprometidas con Bolivia”, dice.

-Hay una versión sobre la posición del sector privado que ha sido difundida en el exterior. En ella se habla de pánico, de exportación del capital. De una situación parecida a la que se creó en la época de Allende en Chile…
-Eso no es evidente. Nuestra empresa privada tiene un capital incipiente y su rentabilidad es mínima. No hay capital acumulado que pueda ser exportado. Me refiero a la gran mayoría de las empresas y no a las excepciones. No estamos en ese tren…

-¿Cómo ven Uds. el próximo futuro?
-Hay preocupación, pero no actitudes de ese tipo. En la empresa privada no hay esa posición. Hay alerta, expectativa, deseo de participación. Lo que requerimos es que el próximo gobierno garantice y estimule al sector privado.
Reyes Villa cree que un retorno a la normalidad institucional puede sentar las bases para la formulación de una verdadera política industrial, que cree que es inexistente. “El sector industrial es creador. No hay país en el mundo que no trate de incentivarlo porque es fuente generadora de empleos y de transformación de recursos naturales”, señala.

“Lo importante es que el gobierno, sea el que sea, defina claramente las reglas del juego y se ajuste a ellas…”, sostiene a tiempo que descarta las posiciones liberales adoptadas por los gobiernos de Pinochet y Videla frente a las empresas que no tenían suficientes índices de rentabilidad, y que quebraron cuando se abrieron las compuertas a las importaciones de productos competitivos de cualquier parte del mundo.

“Acá no podemos darnos el lujo de cerrar fuentes de trabajo. Tenemos que cooperar al esfuerzo de los empresarios bolivianos. Acá es más difícil hacer empresa que en estos países limítrofes. No hay nada que hacer que nuestra situación mediterránea nos perjudica y encarece los insumos…”, comentó el ejecutivo de la Empresa Privada.

“Si el gobierno coordina una política con la actividad privada y le fija un campo de acción, la confianza puede obrar milagros en los empresarios…” agregó.

Su actitud conciliadora se quiebra cuando comenta el anuncio del diputado socialista Marcelo Quiroga en sentido de que su primera acción parlamentaria será pedir la estatización de la minería mediana.

“Lo primero que tiene que hacer cualquier gobierno que emerja del Parlamento es que las empresas públicas respondan a las expectativas para las que fueron creadas. Que sean rentables… Cuando se arreglen los problemas del sector público, que tiene en sus manos el 80 por ciento de la economía, habremos hecho un gran servicio a la nación. Hay que exigir que se cumpla con este requisito y que después se emitan otros aventurados criterios”, dijo Reyes Villa a tiempo que comenta la crítica situación de COMIBOL que se refleja en un informe publicado la semana pasada.

Hay nuevas formas de ver las cosas y nuevos rostros a nivel de la empresa privada. Hay una evolución que comentamos con el Vicepresidente y Presidente interino de la CEPB. El admite que así es, que hay un nuevo enfoque de la realidad al que se han enrolado los empresarios. “La clave es el diálogo. Organizarse y hablar para entenderse…” nos dijo a modo de despedirse.

miércoles, 24 de enero de 2024

Estido plurifaccional

 


Los festejos por las “bodas de cristal” del artefacto de dominación política concebido y ejecutado por el régimen masista, no pudieron haber sido más patéticos.

El ala tilinesca, dueña de la plaza, montó un mitin proselitista con las consabidas consignas repetidas hasta la borrachera –literal- aunque esta vez los dardos no apuntaron a la expresidenta constitucional, Jeanine Áñez, quien hasta hace un año era señalada como la causante de todas las desgracias de este sufrido país, sino al, por el momento, inhabilitado candidato Morales Ayma, quien reclama para sí la conducción por tiempo indefinido del aparato estatal en tanto se inviste como la viva encarnación del “proceso de cambio”.  Ahora, de acuerdo a lo dicho por el ex cajero de confianza del cocalero, éste es el más conspicuo representante de la “nueva derecha golpista” que quiere tumbar el modelo social-comunitario tan caro –literal, en su acepción de oneroso- para la muchachada azul. Declaraciones posteriores de otro ex allegado al jefazo, el ministro Lima, explicitan las alusiones de Arce y llevan la artillería a terreno próximo a la trinchera chapareña: “La crisis y las muertes de 2019 son responsabilidad de Morales y sus muchachos” (¿no eran Lima y Arce parte de esa muchachada?). Tal aseveración exime de culpa a quienes hoy purgan prisión en calidad de presos políticos y deberían ser excarcelados ipso facto.

Por su parte, el jefazo y sus huestes no tuvieron mejor idea que celebrar el cristal haciendo un “contundente” bloqueo dizque contra la autoprórroga (cosa evidente) de los masistrados; pero, si éstos no se metían con la candidatura de quien ahora hasta los propios masistas del gobierno llaman “el pedófilo”, aún con dicha autoprórroga, no hubiese ocurrido nada. Los evistas no habrían salido a bloquear exigiendo la renuncia de los tribunos, además de la reversión de la sentencia por la cual se ordena la sustitución del Gobernador de Santa Cruz, quien ejerce el cargo desde la cárcel de Chonchocoro en la que se encuentra como preso político, por el Vicegobernador, mientras Camacho siga preso –cosa que puede suceder luego del periodo de ejercicio del mandato popular que lo eligió para administrar el departamento-. La “contundencia” del bloqueo se reduce al foco valluno y da la sensación de ser más duro porque la región es como un nudo por el que (casi) todo transporte terrestre pasa por el lugar. Un truco, en fin, muy efectista.

Total, que el tal “Estado plurinacional” cumplió tres lustros mostrándose como lo que realmente es: un buen eslogan que funcionó gracias a la propaganda estatal pero cuyo agotamiento discursivo y de gestión es inminente.

En idiolecto paceño, diríamos que se ha estido, y que sus estructuras se han clisado como el cristal ante un súbito cambio de temperatura. El desgaste se irá pronunciando y alcanzará su grado máximo cuando la situación electoral de Morales Ayma se resuelva irreversiblemente (en uno u otro sentido: ratificación de la inhabilitación, con la venia del TSE, o rehabilitación in extremis). Entretanto, las fuerzas democráticas pueden seguir mirando de palco cómo se desangra el régimen o establecer una agenda de coordinación y posible ejercicio del Gobierno.

Una cosa debe quedar clara: Arce Catacora, “El Tilín”, para los amigos, debe cumplir el mandato popular hasta el último minuto. Nada de recortes y menos de “profecías autocumplidas”.


miércoles, 10 de enero de 2024

"Mi corazón es evista, pero mi estómago es arcista"

 


De modo “regalón” y no del todo desembozado, el presidente Luis Arce, “El Tílín”, para los amigos, ha ingresado en campaña electoral. Ya salieron sus promotores a “marquetearlo” con el clásico “será candidato si las organizaciones (‘el pueblo’) lo piden”. Cuatro regalitos más y, previsiblemente, sus “beneficiarios” comenzarán a emitir sendos votos resolutivos pidiendo que haga el sacrificio de postularse a las elecciones por el bien del país, lo que recuerda un “balconazo” de García Meza, armado por su departamento de propaganda, ante unos cientos de supuestos seguidores, en el que el dictador les respondía “si quieren que me quede, me quedo” y, a continuación, los congregados aplaudían a rabiar; o a la manera en la que Morales Ayma, contraviniendo a la Constitución y a un referendúm que le impedía repostularse, usando a la justicia y emitiendo el consabido “el pueblo me lo pide”.

Ciertamente, Arce no tiene el impedimento que Morales Ayma tenía al momento de postularse a un cuarto periodo de gobierno. Sin embargo, el cliché permanece. ¿Es pecado decir “quiero volver a ser Presidente y haré lo necesario para recibir el respaldo de los votantes”? ¿Para qué andar con remilgos cuando todos saben que todas sus acciones, apuntan al “repete”?

 

Pero, además, no es ningún secreto que “El Tilín” y sus operadores están moviendo los hilos del poder judicial para allanar –anular a posibles rivales- el camino a un holgado triunfo electoral.

 

Y a eso se suma la “conversión” de los “evistas” en “arcistas”. Ya lo hemos visto en algunos funcionarios que ostentan altos cargos quienes abjuran de quien antes era objeto de sus adulaciones más rastreras –no falta quien lo elevaba a alturas divinas- y hoy no paran mientes en llenarse la boca de grotescos panegíricos para granjearse la bendición tilinesca.

Por debajo de éstos se encuentra la enorme masa de empleados públicos masistas que se colgaron de Morales Ayma para acceder a los puestos que ocupan en la elefantiásica administración estatal y que ahora, por razones de sustento personal, engrosan el ala “arcista”. Empleados que, luego de la jornada laboral (para algunos es el ‘trabajo’ por el que se les paga), deben salir a pintar “Evo pedófilo” o “Evo narco”, cuando hace no más de cuatro años grafiteaban “Mesa = Macri”.

Si bien ninguno lo expresa abiertamente, probablemente en su fuero interno se autojustifican repitiendo “mi corazón es evista, pero mi estómago es arcista”; lamentable retrato de una burocracia que, para permanecer en el puesto, debe rendir pleitesía al poderoso de turno. Pero también, reflejo de una precariedad laboral, cuando no de una incompetencia para desenvolverse en el llano: la informalidad y la pega como generadores de sustento personal y familiar y de lealtades en el segundo caso.

Así las cosas, don Tilín cuenta con un formidable aparato de seguidores que le serán incondicionales mientras de él dependa su comida pero que lo negarán cuando otro vaya a reemplazarlo. Aun cuando Arce reproduzca su poder un periodo más, dada la imposibilidad constitucional de hacerlo por más tiempo, a menos que quiera, a la manera de Morales, pisotear la CPE –u otra opción menos probable, como reformarla- la masa de la administración pública se inclinará ante su delfín y, si éste no prospera electoralmente, se acomodará “militantemente” ante quien goce del favor del electorado.

Así ocurre cuando la función pública no es otra cosa que un engranaje de la maquinaria político electoral de los “ungidos”.


miércoles, 27 de diciembre de 2023

2023: "El año de la bifurcación"

 


Otra gestión que concluye y, desde luego, es sometida a evaluaciones para todos los gustos, al igual que las anteriores y como ocurrirá con la venidera. Desde la columna, llevo haciéndolo desde 2010 y es la primera que publico en este medio que, gentilmente, ofreció cobijarla luego de la sentida desaparición de Página Siete.

De manera cronológica, incluyo desde entonces las caracterizaciones que hice de cada año que se fue, lo que ayuda a comprender cómo es que llegamos a la del que languidece y para refrescar la siempre frágil memoria que se estaciona en el corto plazo, en la coyuntura. A ello vamos, entonces…

2010: “El año del rodillazo”. Aquel que propinó Morales Ayma a un rival circunstancial en un partido amistoso. Abuso de poder, irrespeto a las normas.

2011: “El año del MASking”. En referencia a la cinta con la que las fuerzas al mando del señor Sacha Llorenti sellaron las bocas de los indígenas de tierras bajas en su marcha por el Tipnis.

2012: “El año de la caca”. Tomado de una frase de Morales Ayma para graficar, según él, las relaciones del Estado boliviano con el de los Estados Unidos.

2013: “El año de la extorsión”. Cuando una parte del personal de Gobierno estableció un consorcio de carácter extorsivo, ofreciendo intercesión judicial a los presos en general, no sólo a los políticos.

2014: “El año del Estado plurinominal”. Las ya ilegales elecciones de entonces, lo fueron más aún con la mala denominación impresa en la papeleta electoral. Sin embargo, como de costumbre, no pasó nada.

2015: “El año de Petardo”. La mascota adoptada por marchistas potosinos fue todo un símbolo de la democracia por entonces.

2016: “El año NO-Evo”. La ciudadanía se expresó mayoritariamente en contra de la reelección indefinida del tirano.

2017: “El año del Nulo”. Nueva, y contundente, derrota del régimen. Esta vez en las elecciones judiciales.

2018: “El año de la doble pérdida”. Bolivia perdió definitivamente el mar con el fallo de la Corte Internacional de Justicia y perdió la democracia con la sentencia del Tribunal Constitucional allanando la elección indefinida del tirano, a título de un supuesto “derecho humano” a la misma. El primer caso tuvo, este año, su correlato con el fallo contrario a Bolivia en el caso Silala.

2019: “El año de la gesta democrática de Bolivia”. La ciudadanía, que había soportado estoicamente años de arbitrariedades del autócrata ya no permaneció impávida ante el evidente fraude electoral y el tirano tuvo que tomar las de Villadiego. Lo que vino luego, como gestión de gobierno, es otra historia.

2020: “El año de la Calamidad”. Llegó la pandemia, con sus terribles consecuencias en términos de pérdidas de nuestros seres queridos.

2021: “El año del aguante”. Se pidió a la ciudadanía aguantar el embate de la pandemia mientras se gestionaban las vacunas.

2022: “El año de la emancipación de Arce”. Hasta abril del año pasado, el Presidente era una especie de Cámpora o Mevédev, es decir, un muñeco obediente a los designios del Jefazo, al extremo de ganarse el sobrenombre de “Tilín”. Pero la marioneta adquirió vida propia, de forma más parecida a la de Lenin Moreno, aunque éste lo hizo apenas fue posesionado, propiciando un juicio contra Rafael Correa que anuló toda posibilidad de éste a participar en las elecciones anteriores.

2023: “El año de la bifurcación”. “¿Hará algo similar con Morales Ayma?”, preguntaba al cierre de la caracterización previa. “Se venía venir”, podría apuntar un transeúnte cualquiera. Y aunque todavía hay quienes insisten en que se trata de una tramoya destinada a distraer a la opinión pública para, llegado el momento, simular el “sana-sana” y montarse en las elecciones a caballo ganador –si así fuese, la levaron demasiado lejos-, más bien parece que se trata de una ruptura en serio, “una bifurcación” como la llamaría el profeta Linera. Esto podría arrojar el aplastamiento total de una de las facciones o la anulación mutua de ambas, lo que abriría una ventana de oportunidad al crecimiento de una opción proveniente del campo democrático.

2024 lo dirá. Ahí estaremos, si la providencia lo permite.