martes, 21 de junio de 2016

De burritos y ruedas de molino

Como si de un acto de sortilegio se tratase, abro azarosamente el libro “La silla del Águila” de Carlos Fuentes –novela construida sobre el intercambio de epístolas que, con el telón de fondo de la sucesión presidencial, sostienen personajes ligados al poder- y me encuentro con estas líneas,  de una pertinencia tal que parecerían haberse escrito para el momento político que estamos viviendo en nuestro país:

“¿Qué reformar la Constitución toma tiempo? Lo sé de sobra. Por eso hay que empezar ahoritita mismo, casi tres años antes de la siguiente elección. Consulta con discreción a las fuerzas vivas, caciques, gobernadores, legislaturas locales, empresarios, líderes obreros y campesinos, intelectuales. Así como se acabó por modernizar el estatus de los legisladores, así debemos modernizar la sucesión presidencial. Que viva la reelección”.

“¡Que viva la re-re-reelección!” podría decirse en una adaptación local del texto.

Pues bien, al régimen, apenas asumido su actual mandato –que, insisto, puede ser todo lo legítimo que se quiera pero es ilegal en tanto producto de una interpretación forzada de la CPE- y agotada la opción “envolvente” no se le ocurrió mejor idea que convocar a referéndum constitucional para modificar el artículo 168 para que el caudillo pueda volver a postularse como candidato para el próximo período presidencial.

Confiado en el impulso que supuso su triunfo electoral previo, con una oposición que parecía aturdida por éste y ante la inminente crisis económica, aceleró los tiempos políticos y convocó a la mentada consulta popular. Pronto, la realidad se encargó de poner las cosas en su lugar: la población le puso fecha de caducidad al gobierno de turno -22 de enero de 2020, ni un día menos, ni un día más-.

No había pasado ni un día de la difusión de los resultados oficiales del referendo y el propio señor Morales –el comodín quemado por el MAS en la consulta- comenzó a hablar de un “segundo tiempo” y, a partir de ello, todas las acciones del régimen –descuidando asuntos verdaderamente importantes (algunos de ellos realmente urgentes)- están orientadas a desconocer el veredicto popular que le puso coto al abuso de poder.

En un ejercicio de números y política, tras el resultado del balotaje en Perú anoté que dicho país tiene 32 millones de habitantes mientras que Bolivia tiene 10 millones; Kuczynski ganó con 41 964 votos de ventaja sobre Fujimori y todos aceptaron el veredicto de la ciudadanía. En Bolivia, el “NO” ganó con 136 282 votos por encima del “SÍ” y el régimen desató una sañuda acción persecutoria con la que pretende desconocer el sentir del soberano y permanecer indefinidamente en el poder. ¿Cuál es la diferencia? En Perú hay institucionalidad democrática (Estado de Derecho), en el “Estado Plurinominal” no.

Y mientras el desportillado poder descarga su furia–en diversos grados, desde la amenaza hasta el uso de su arma judicial para quitárselo de encima-  sobre todo aquel que abogue por justicia, libertad y democracia, la ciudadanía, encorajinada, ensaya formidables maneras de hacer respetar su voto: vigilias, actos públicos, pronunciamientos, denuncias de corrupción por doquier.

Al régimen se le hace cada vez más difícil hacer que la ciudadanía comulgue con las ruedas de molino que le quiere hacer tragar (“Doria Medina dirige a la COB por twitter”, “Un líder como Evo nace cada 150 años”, “El 21 de febrero ganó la mentira”, “El ‘proceso de cambio’ es un camino sin retorno”, etc.).

Y es que, apoyado en su burrito, el señor de la boca excedentaria ha debido percatarse de que ya no puede manipular a los ciudadanos como si éstos fueran burros.

sábado, 11 de junio de 2016

DIFERENCIA

VOY A USAR MAYÚSCULAS. PERÚ TIENE 32 MILLONES DE HABITANTES; BOLIVIA TIENE 10 MILLONES. EN PERÚ, QUIEN GANÓ EL BALOTAJE LO HIZO CON 41 964 DE VENTAJA SOBRE SU OPONENTE Y TODOS ACEPTARON EL VEREDICTO DE LA CIUDADANÍA. EN BOLIVIA, EL "NO" GANÓ CON 136 282 VOTOS POR ENCIMA DEL "SÍ" Y EL RÉGIMEN HA DESATADO UNA SAÑUDA ACCIÓN PERSECUTORIA CON LA QUE PRETENDE DESCONOCER EL SENTIR DEL SOBERANO Y PERMANECER INDEFINIDAMENTE EN EL PODER. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA? EN PERÚ HAY INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA  (ESTADO DE DERECHO), EN EL "ESTADO PLURINOMINAL" NO.

miércoles, 8 de junio de 2016

Revanchismo y saña



Así como en los cálculos del régimen no cabía la posibilidad de perder el referéndum del 21F, a pocos –y no me incluyo entre éstos- se les habría pasado por la cabeza pronosticar la feroz reacción del mismo una vez divulgados los resultados oficiales de dicha consulta.

Apoyado en mis propios textos previos al evento publicados en este mismo espacio, voy a comenzar desbaratando la patraña oficialista de que su derrota se debió al “triunfo de la mentira” (por lo que –según el sofisma gubernamental- debe procederse a una suerte de “reparación” moral convocando a otro referendo sobre la misma materia, es decir, la modificación del artículo 168 de la CPE -artículo que, por otra parte, ya fue vulnerado para el anterior período presidencial, merced a una forzada interpretación del mismo por parte del Tribunal Constitucional y como parte de una “estrategia envolvente”, sofisma por “trampa” con el que el “licenciado” García justificó el atropello-).

Según la versión del régimen, fue exclusivamente por culpa del caso de tráfico de influencias (conocido como Zapata-Gobierno-CAMCE) que comenzó a conocerse el 3 de febrero, que el “Sí” perdió dejando a los actuales mandatarios fuera de carrera para las próximas elecciones presidenciales.

En mi texto “Consistencia del NO”, publicado el 1 de octubre de 2015, cuatro meses antes del estallido de dicho asunto, anotaba que: “Es un sólido rechazo a la corrupción, a la deshonestidad, a la mentira y a otras “virtudes” de las que el régimen ha hecho su estandarte”. En ese momento, las encuestas, inclusive las más próximas al régimen, le daban al “No” una notoria ventaja sobre el “Sí”, lo que obligó al régimen a efectuar varios ajustes a su campaña, ajustes que efectivamente puso en ejecución.

En el segundo, “Quien por su gusto padece…”, publicado el 4 de febrero –pero, esto es lo importante, escrito el 2 de febrero, como se estila en el columnismo, o sea un día antes del “Zapatazo”) describe un estado de desconcierto en el régimen al no poder volcar las cosas a su favor faltando menos de veinte días para el verificativo de la consulta, pese a que había puesto toda carne en el asador, sacado a su comodín, multiplicado la entrega de obras con presencia del #1 y el #2, y aumentado descomunalmente su presupuesto de propaganda. Fue el propio régimen el que se metió en el embrollo y no supo, ni sabe ahora, cómo salir del mismo.

Lo que sí pudo haber ocasionado el conocimiento público de este caso de tráfico de influencias fue evitar que el “Sí” acortara –o incluso, con una “ayudita” de sus amigos del TSE, superara al “No”- pero el tiempo le jugó en contra. Quién sabe si el referendo se efectuaba un mes después, la historia hubiese sido otra –Un triunfo apretado del “Sí” o, por qué no, un triunfo aún más abultado del “No”- ¡Pero hasta la fecha de la consulta la puso el régimen.
Vale decir que no nos vengan con cuentos, con “aquí lo puse y no aparece”, con “definición a penales”, o con cualquier otra barbaridad jurídica originada en las cabezas febriles de malos perdedores.

Malos perdedores que echan fuego contra quienes pusieron en evidencia sus tropelías, que persiguen y estigmatizan –“Cártel de la mentira”- a quienes creen en la libertad de expresión, que averiguan cualquier episodio embarazoso de sus víctimas –cualquier rato aparecerá un compañero de colegio de Eduardo León diciendo que éste le hacía “bullying”- a manera de mensaje a quienes se atrevan a hurgar en la letrina del régimen. Ahora vienen por Diego Ayo; y mañana vendrán por usted si hoy no hacemos causa común por la libertad, los derechos humanos y la democracia.