Así como en los cálculos del régimen no cabía la
posibilidad de perder el referéndum del 21F, a pocos –y no me incluyo entre
éstos- se les habría pasado por la cabeza pronosticar la feroz reacción del
mismo una vez divulgados los resultados oficiales de dicha consulta.
Apoyado en mis propios textos previos al evento
publicados en este mismo espacio, voy a comenzar desbaratando la patraña
oficialista de que su derrota se debió al “triunfo de la mentira” (por lo que
–según el sofisma gubernamental- debe procederse a una suerte de “reparación”
moral convocando a otro referendo sobre la misma materia, es decir, la
modificación del artículo 168 de la CPE -artículo que, por otra parte, ya fue
vulnerado para el anterior período presidencial, merced a una forzada
interpretación del mismo por parte del Tribunal Constitucional y como parte de
una “estrategia envolvente”, sofisma por “trampa” con el que el “licenciado”
García justificó el atropello-).
Según la versión del régimen, fue exclusivamente por
culpa del caso de tráfico de influencias (conocido como Zapata-Gobierno-CAMCE)
que comenzó a conocerse el 3 de febrero, que el “Sí” perdió dejando a los
actuales mandatarios fuera de carrera para las próximas elecciones
presidenciales.
En mi texto “Consistencia del NO”, publicado el 1 de
octubre de 2015, cuatro meses antes del estallido de dicho asunto, anotaba que:
“Es un sólido rechazo a la corrupción,
a la deshonestidad, a la mentira y a otras “virtudes” de las que el régimen ha
hecho su estandarte”. En ese momento, las encuestas, inclusive las más próximas
al régimen, le daban al “No” una notoria ventaja sobre el “Sí”, lo que obligó
al régimen a efectuar varios ajustes a su campaña, ajustes que efectivamente
puso en ejecución.
En el segundo, “Quien por su
gusto padece…”, publicado el 4 de febrero –pero, esto es lo importante, escrito
el 2 de febrero, como se estila en el columnismo, o sea un día antes del
“Zapatazo”) describe un estado de desconcierto en el régimen al no poder volcar
las cosas a su favor faltando menos de veinte días para el verificativo de la
consulta, pese a que había puesto toda carne en el asador, sacado a su comodín,
multiplicado la entrega de obras con presencia del #1 y el #2, y aumentado
descomunalmente su presupuesto de propaganda. Fue el propio régimen el que se
metió en el embrollo y no supo, ni sabe ahora, cómo salir del mismo.
Lo que sí pudo haber ocasionado
el conocimiento público de este caso de tráfico de influencias fue evitar que
el “Sí” acortara –o incluso, con una “ayudita” de sus amigos del TSE, superara
al “No”- pero el tiempo le jugó en contra. Quién sabe si el referendo se
efectuaba un mes después, la historia hubiese sido otra –Un triunfo apretado
del “Sí” o, por qué no, un triunfo aún más abultado del “No”- ¡Pero hasta la
fecha de la consulta la puso el régimen.
Vale decir que no nos vengan
con cuentos, con “aquí lo puse y no aparece”, con “definición a penales”, o con
cualquier otra barbaridad jurídica originada en las cabezas febriles de malos
perdedores.
Malos perdedores que echan
fuego contra quienes pusieron en evidencia sus tropelías, que persiguen y
estigmatizan –“Cártel de la mentira”- a quienes creen en la libertad de
expresión, que averiguan cualquier episodio embarazoso de sus víctimas
–cualquier rato aparecerá un compañero de colegio de Eduardo León diciendo que
éste le hacía “bullying”- a manera de mensaje a quienes se atrevan a hurgar en
la letrina del régimen. Ahora vienen por Diego Ayo; y mañana vendrán por usted
si hoy no hacemos causa común por la libertad, los derechos humanos y la
democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario