“No me ayudes, compadre”, la popular expresión usada para
dar a entender cuando un allegado, lejos de cooperarnos, más bien se convierte
en un obstáculo a nuestras gestiones –independientemente de la buena o mala
intención que éste tenga-, parece aplicarse a cabalidad al caso del agente ante
La Haya, Dr, Eduardo Rodríguez Veltzé, en relación al Presidente del “Estado
Plurinacional”, Evo Morales Ayma.
¿Cuánta autonomía de gestión tiene nuestro embajador en
la misión que le ha sido encomendada? Desde luego que tiene que asumir los
lineamientos de la política marítima trazados por el Gobierno, pero queremos
suponer que en el área jurídica específica sobre la demanda interpuesta contra
Chile, él es la cabeza y así debería entenderlo el régimen.
Si se ha optado por la vía estrictamente jurídica, es
previsible que cualquier expresión de carácter político resulte
contraproducente a la causa presentada en la CIJ.
De entrada, la imagen del ex presidente rodeado de
funcionarios cuestionados –interdictos, inclusive, como el Sr. Llorenti,
señalado por violaciones a los derechos humanos- no fue la mejor carta de
presentación-. Algo de incomodidad habrá sentido don Eduardo, pero, en fin, ya
estaba metido en el baile.
Otra interferencia de orden político ha sido la
lamentable aparición del agente Rodríguez dando explicaciones sobre decisiones
del Ejecutivo que escapan a su competencia. Entiendo que éste se desempeña como
portador de una misión especial en nombre del Estado, que no forma parte de la
estructura orgánica del Gobierno. Vale decir que, como hay un proceso en curso,
si, Dios mediante, Morales no es re-reelecto, el agente continuará
desempeñándola –y, obviamente, no saldrá a la palestra para dar explicaciones
sobre los actos de un hipotético nuevo Gobierno-.
Lo que, sin embargo, ha debido colmar la paciencia del ex
presidente, ha sido la declaración del Presidente de que su similar chileno
“cayó en la trampa”, seguramente efectiva en lo interno, pero estúpida más allá
de nuestras fronteras. Con “ayudas” como éstas, el propio Gobierno está
poniendo piedras al camino de La Haya.
El asunto es si el régimen va a dejar a Rodríguez Veltzé
hacer su trabajo o va a interferir en él debilitando la posición boliviana.
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