miércoles, 2 de mayo de 2018

El presidente saliente y su boicot a La Paz


Tenía pensado escribir sobre el régimen cubano y su graciosa sucesión presidencial, hasta que me anoticié sobre el resultado del boicot presidencial a la candidatura de la ciudad sede del Gobierno, La Paz, para sede de los Juegos Deportivos Bolivarianos del año 2021 y me dije: Cuba puede esperar.

Es que tal hecho excede el ámbito deportivo y se inscribe en el de las infamias más execrables de las que se tenga memoria.

 Para quien no esté concernido(a) sobre el hecho, se lo resumo apretadamente: junto con la venezolana Valles del Tuy, la ciudad del Illimani se postuló para organizar dicho certamen, con el antecedente de haberlo hecho, brillantemente, en 1977 -el éxito del mismo no le sirvió al dictador Banzer, como seguramente esperaba, para prolongar por mucho tiempo más su ya desgastado gobierno-. 

 La condición  sine quanon  para optar a dicha oportunidad de mostrar Chuquiago Marka o cualquier urbe a la región es que la solicitud ante la Organización Deportiva Bolivariana (ODEBO) lleve la firma del presidente del país en el que se encuentre la aspirante a ciudad anfitriona.

¿Qué motivo(s) puede haber tenido el presidente saliente de Bolivia –Morales Ayma dejará el poder el 22 de enero de 2020- para actuar de manera tan artera contra la ciudad de Murillo? Tengo tres hipótesis, no necesariamente excluyentes entre sí, para explicarlo:

Hipótesis uno: Resentimiento. El presidente saliente “siente” que La Paz no le responde políticamente como él cree que lo merece. Sistemáticamente, el pueblo paceño le ha estado negando a su pandilla el acceso al poder municipal y, en las últimas elecciones, le arrebató la Gobernación. En el reciente plebiscito, La Paz votó, como casi todo el país, repudiando a los aspirantes a magistrados colocados por el régimen. La frase de Morales Ayma que sintetiza esta hipótesis es la amenazante: “La Paz pide sin saber dar”, recogida por el suplemento Marcas de La Razón en su edición impresa del 15 de noviembre de 2017.
Hipótesis dos: una mano a Maduro. El régimen del tirano venezolano agoniza; el socio en desgracia de Morales Ayma necesita alguna buena noticia que darles a los habitantes de la sufrida Venezuela –por supuesto que la solicitud de Valles del Tuy lleva la firma del déspota-; si la solicitud local hubiera llevado la firma del presidente saliente de Bolivia, La Paz ya estaría celebrando su nombramiento como sede de los Juegos.

 Hipótesis tres: Morales Ayma sabe que está de salida. Hace algún tiempo intenté traer un congreso internacional para cuya solicitud se requería también la firma de una autoridad. Conseguí audiencia para exponerle el proyecto, mismo que le pareció atractivo. “Pero dentro de tres años yo ya no voy a estar en el cargo”, me dijo, y ahí acabó mi gestión. Dicha autoridad no quería tenderle la cama a su sucesora; probablemente si el evento se realizaba dentro de su período, la carta llevaría su firma, además de ser esta persona quien lo inaugurase. Mezquindad pura y simple.

 Por mucho empeño que le ponga –uso abusivo del tema marítimo, ir al Mundial, etcétera- el presidente saliente no logra levantar su desportillada imagen y no hace más que caer sostenidamente en las encuestas de intención de voto, y aunque mantiene, por razones de supervivencia política, el discurso de “nos vemos en 2020”, sabe que incluso si llegara a consumar el atropello contra el 21F y contra la propia Constitución, cavaría su propia tumba. No va a dejar que otro inaugure “sus” Bolivarianos.

Cualquiera de estas hipótesis, o una combinación de las tres, es un boicot del presidente saliente a la sede del Gobierno. Figura paradójica, considerando que Morales Ayma se la pasa pateando pelotas.

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