Una duda, razonable dadas las circunstancias, que ronda por
el ambiente es la de si la pugna de poder entre facciones del régimen -dos ya
plenamente consolidadas: la “conservadora”, que responde al señor Morales Ayma,
y la “renovadora”, que promueve la candidatura del Presidente- es auténtica o
si se trata de una táctica distractiva que no afectaría a la unidad del
“instrumento”, como le llaman sus muchachos.
Abona a la segunda hipótesis el hecho de que muchas
organizaciones partidarias arreglaron sus diferencias por el “bien mayor” (el
poder) y encontraron maneras de restañar heridas infligidas en las batallas
libradas en el camino.
La primera, que es la que me tinka, y que, inevitablemente,
derivará en ruptura, se apoya en que los bandos han llevado las cosas demasiado
lejos en sus recíprocas acusaciones. Si bien es corriente -y hasta saludable-
que entre partes (una pareja, digamos) surjan conflictos, cuando éstas empiezan
a mentarse la madre ya estamos hablando de un camino sin retorno. Y lo menos
que se han dicho entre masistas es “narcotraficante”. ¿Serán posible un arreglo
luego de eso? (“lo dije en un momento de ofuscación”, “usted no es, en
absoluto, narco; es un santo digno de reverencia”, “no me haga caso, se me ‘chispoteó’”).
Abona a esto también la “migración” de lealtades dentro del
esquema gubernamental con la explícita negación del extodopoderoso –si te he
visto, no me acuerdo-. Ya son varios los renegados que aúpan la figura del
hermano Lucho, en detrimento de la del cocalero.
Sin despeinarse, Arce excluyó a su mentor político de los
actos por el dichoso aniversario del Estado plurinacional, instituido por
decreto. Para mayor humillación del “ex” le extendió una tardía invitación como
si se tratase del último de la lista.
Y ni qué decir del discurso de don Tilín –que de tal no
había tenido nada; es más bien un “matascallando”- en el que se atribuyó la
titularidad del tal Estado –entrelíneas se emparentó con su tocayo, Luis XIV de
Francia y sonó a “El Estado plurinacional soy yo”-. En su interesante cuanto
omiso repaso histórico: Toro-Villarroel-Busch… y un largo salto hasta Quiroga
Santa Cruz (el Gobierno era el del militar Ovando Candia) para rematar en
Morales Ayma como “inspiradores/constructores” del EPB. Y ese es el lugar del
jefazo: la historia, el pasado. Implícitamente, el hermano Lucho mandó a
jubilación al hermano Emo.
Tal invitación al retiro –invitación más seria que la del
festejo- parece coincidir con los aprestos electorales que el arcismo está
actuando a través de sus operadores, moviendo los hilos de la justicia,
ajustándolos o soltándolos según sea el caso.
En el círculo que encapsula a Arce está, por ejemplo, el
Vocero, quien fuera hombre de confianza del alcalde de Cochabamba, Reyes Villa,
autoridad “de oposición” que optó por desentenderse de la demanda ciudadana por
democracia y justicia -Estado de derecho, en suma- y que tampoco había
acompañado la lucha por un censo transparente y oportuno. ¿Recuerda usted que
cuando aún no se había consolidado el resultado de las elecciones de 2002, creyendo
que NFR las había ganado? ¿Fue el actual vocero quien llegó a La Paz y se puso
a medir los ventanales del Palacio de Gobierno, para “encargar cortinas
nuevas”? En todo caso, este buen señor se convirtió en especialista en cortinas,
pero de humo. Milagrosamente, Reyes Villa dejó de importarle a la “justicia”.
¿Hay un acuerdo electoral en ciernes?
En síntesis, Arce, con proyecto político propio, nos
recuerda a otro economista cuando dijo que ya no tenía las manos “atados” y
obró en consecuencia.
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