No faltan temas para abordar en esta ocasión. El de
calamidad que azota al país con uno de los índices de letalidad más altos de la
región ante un, por lo menos, cuestionable manejo de la crisis sanitaria por
parte del Gobierno, empecinado en monopolizar la adquisición y asignación de
insumos, interfiriendo, incluso, en iniciativas de gobiernos locales; el de la
detención del exministro Murillo en Estados Unidos bajo cargos de soborno y
lavado de dinero que el Gobierno usa para cargarse de medallas y para forzar un
vínculo –inexistente, por cierto- con lo que llama “golpe”; la insistencia del
Gobierno en negar el grosero fraude de octubre de 2019, y otros asuntos dignos
de mayor extensión.
Sin embargo, hay que elegir, y he optado por dedicar
–justamente en tono de dedicatoria y homenaje- la presente entrega a un anuncio
no menor dada su significación simbólica: la propuesta, cuya campaña se lanzó hy, 5 de junio, de postular a Amparo Carvajal al premio Nobel de la paz;
noticia grata por donde se la vea.
Comienzo
por los versos que Luis Rico hizo para ella: Tu vocecita pequeña/
Te hace decir
palabras gigantes/Democracia, Derechos Humanos/Solidaridad, Mujer/Tu vocecita
pequeña/Te hacer evitar el lenguaje del odio/Guerra, Dictadura, Muerte/Infanticidio,
Dolor, Feminicidio/Tu vocecita pequeña/Te hace callar de modo prolongado/para
escuchar las palabras:/Necesito, Ayuda, Justicia, Útil,/lo necesario para
encontrar vida/Es posible que tengas/Que agrandar tu voz/cuando tengamos que
aprender/las palabras gigantes,/las palabras evitadas,/las palabras calladas,/para
escuchar tu grito necesario,/tu grito dicho con Coraje/en la cara de los nuevos
dictadores. Un retrato poético que la
pinta de cuerpo entero.
Hacia
finales de 2018, Página Siete convocó a sus colaboradores a mencionar el nombre
de quien consideraban el “personaje del año” de aquel año. Prácticamente por
unanimidad, Amparo resultó la merecedora de tal honor. Recalco lo del año para
que a nadie se le ocurra señalar que la postulación obedece a hechos más
recientes, Carvajal lleva décadas en incansable actividad por la democracia y
por los derechos humanos ¡Cuán insultante resultaría para ella la vez que un
abusivo que se creía insustituible hizo declarar que la reelección indefinida
es un derecho humano!
Aquella
ocasión, el fallecido fotoperiodista Samy Schwartz, quien compartió con ella
las jornadas de terror en las que el régimen del “insustituible” reprimió a los
marchistas del TIPNIS, saludó a su amiga: “Es para mí un honor contar con la
amistad de una de las personas que más admiro por su perseverancia y valentía
en este planeta. Pasamos muchos momentos críticos, pero nunca mirando atrás.
Amparo, tú eres un ángel en la Tierra. Te deseo salud y felicidad. Shalom”.
Amparo también estuvo presente reclamando el derecho de la mayoría
ciudadana que voto contra la reelección en el referéndum del 21 de febrero de
2016. Su defensa de la democracia, le valió ser descalificada, amenazada y
acosada por los autoritarios desde 1971 –vuelvo a señalar un año específico
para, nuevamente, recalcar la larga data de su apostolado-. Fue figura clave
para la liberación del médico Jhiery Fernández, víctima, entre otros, de quien
ahora ostenta el cargo de juez. Igualmente, intercedió por la liberación de
Franclin Gutiérrez, otra víctima del régimen autoritario pasado.
Sus buenas acciones podrían llenar cientos de páginas, como seguramente
ocurrirá con los argumentos que el CONADE remitirá a la Academia, pero, aunque
finalmente no obtenga el Nobel, nadie le quitará lo noble.
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