jueves, 27 de octubre de 2011
Validos y balidos
No, señor(a) lector(a); no me he comido acentos ni confundido labialidades con dentilabiedades. Podría haber puesto “válidos y válidos” (los reales y los inventados) como quien dice “derrotas y derrotas” (las dignas y las gubernamentales), pero no, de verdad que quiero hablar sobre validos y balidos.
Valido es aquel individuo que, según un diccionario convencional, “goza de la amistad y confianza de un monarca, por lo que éste le da acceso al ejercicio del poder”. Balido es la voz –Beehh, beehh- de los que popularmente llamamos “auquénidos” (los reales, como las ovejas y los “metamorfoseados” -prestándome, con cierto disgusto, el calificativo compuesto con el que un almirante chileno nos tuvo a maltraer a los bolivianos- como los evojas, o sea, los serviles al monarca).
Hubo un tiempo, de 1991 a 2006, en el que el sistema electoral boliviano fue un ejemplo de transparencia, independencia, imparcialidad y autonomía. Su entidad administrativa había alcanzado un alto grado de institucionalidad y la ciudadanía se lo retribuía con un mayor grado aún de confianza.
Cuando el monarca ganó las elecciones de 2005 por aplastante mayoría, a nadie se le ocurrió cuestionar la labor de la Corte Electoral de entonces -¡Salvo al propio ganador! quien, en primera instancia se mostró sorprendido por la abultada votación a su favor y luego, contradictoriamente, sugirió que el organismo electoral le había privado de un triunfo aún más holgado. Claro, ya estaba anunciando su pronta desinstitucionalización-
El zarpazo no tardó en llegar y los validos comenzaron a poblar las oficinas electorales y éstas pasaron a convertirse en simples sucursales del poder Ejecutivo. Con el desparpajo de quien se sabe dueño del sistema electoral, el monarca daba las instrucciones públicamente (“sesenta por ciento”, “dos tercios”, “80 por ciento”) y, puntos más, puntos menos, balidos mediante, los números aparecen como si del lanzamiento de dados cargados se tratase.
Hasta antes de la elección judicial, esta operación la realizaban con cierta elegancia; hoy el truco ya huele a un “Peredazo” en versión light… ha sido tan burdo el arreglo en mesa, aprovechando de la ausencia de control en tal instancia que, así se diga que nadie anuló su voto, nadie nos quita lo bailado el 16 de octubre.
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