miércoles, 25 de enero de 2012

La industria del fin del mundo



Desde siempre, pero en particular los últimos 12 años, que, según sus vaticinadores, el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. En este breve tiempo, hemos sobrevivido a al menos 5 anuncios en tal sentido.

Hay una suerte de industria del fin del mundo con componentes religiosos y pseudocientíficos. La secta Testigos de Jehová ha errado tantas veces en la fecha del acabose que ha optado por mantener un discreto silencio sobre este asunto. El cambio de siglo fue propicio para generar alguna inquietud al respecto –cuando en realidad estos guarismos son una mera convención para medir/registrar el paso del tiempo (no olvidemos que otros calendarios tienen su particular noción de siglos acumulados)-. Es más difícil que irrumpa un Jim Jones induciendo al suicidio ante la inminencia del Fin, y es casi imposible que un Orson Welles produzca una sicosis colectiva desde un micrófono.

Sin embargo la idea es seductora: lo apocalíptico está presente en todo gran relato aunque cada vez más devaluado dado que, el cálculo del día final está sometido a permanente revisión. Ahora, en nombre de los Mayas, vamos a disfrutar de otro día último sin grandes novedades.

Sus promotores, sin embargo, ya abrieron el paraguas indicando que podría tratarse no del fin del mundo sino de nosequé fenómeno sideral que involucra a Venus. Total que, puestos a jugar con la idea, tenemos libros, películas y series de televisión alrededor de ella.

Yo tengo la sensación de que de tanto “viene el lobo”, cuando lo haga de verdad nadie se va a dar por enterado y, de repente sea mejor así. Sobre mi propia desaparición de la faz de la Tierra y la de ésta de la faz del éter no tendría mayor temor; pero me costaría asumir que tanta cultura –la verdadera posesión del género humano- creada durante siglos tuviera un final caja negra.

Por lo pronto podemos comenzar a ser más generosos y más conscientes de lo que somos.

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