miércoles, 30 de agosto de 2017

¿Por qué el pollítico cruzó la carretera?

                                                


Permítame recrear, lo más fielmente posible, una curiosa conversación telefónica que me involucra en calidad de “llamado”. Sucedió hace unos tres años y algunos hechos me la han traído de nuevo a la memoria.

-        Buenas tardes, señor Puka. Le hablamos de una productora que trabaja con el Gobierno… (imagine usted mi perplejidad ante tan explícita presentación –nada de rodeos, al grano-) le queremos invitar a participar en un spot para una empresa pú…
-        Disculpe, creo que se ha equivocado de persona; soy opositor al régimen..
-        Justamente, por eso..
-        Escuche, hagamos de cuenta que esta llamada nunca existió.
-        ¡Es para YPFB!... ¡Hay buena plata!
-        Hasta luego.

Semanas después vi una cuña en la televisión y supuse que “la productora” quería que pusiera la cara en la misma. Se lo comenté a mi esposa y nos reímos. Lo que nunca supe es cuánta era la “buena plata” con la que quisieron tentarme (¿comprarme?); ¿cien dólares?, ¿mil?, ¿diez mil?

De lo que estoy convencido es de que si aceptaba la invitación, esta columna, que usted me hace el honor de leer cada dos semanas, no valdría ni caca –para emplear la idea fija que parece ocupar la cabeza del Presidente-.

Efectivamente, si por un puñado de dólares accedía a la misma, el próximo paso del régimen era exhibirme como trofeo y, con seguridad, nunca más me llamaba ninguna productora para otra oferta de “buena plata”.

Con algo de sorna, he querido graficar una de las posibles maneras –sutiles, como en el caso mencionado y directas, como en el caso de algunos dirigentes del TIPNIS y de otras organizaciones- con las que el régimen va llevando agua a su molino.

¿Ha escuchado alguna vez la pregunta sobre el pollo y la carretera? Por si no lo hubiera hecho, es la siguiente: “¿Por qué cruzó el pollo la carretera?” y, claro, el chiste es ir dando respuestas ingeniosas y atribuirlas a personajes en razón de su profesión u oficio.

He aquí algunas de ellas, jocosas, por cierto. El docente universitario, por ejemplo, haría una suerte de finta verbal para eludirla y, de paso, endosar a los estudiantes la solución del problema. En tono docto, diría algo como: “El asunto se incluirá en el primer parcial; así es que vayan investigando el caso”. La respuesta atribuida a Aristóteles es: “Está en la naturaleza del pollo cruzar la carretera”. Y así sucesivamente ad infinitum.

Estuve meditando en ello luego de escuchar al actual ministro de Defensa decir, en sus años como Rector de la UAGRM, referirse a Hugo Chávez Frías como “dictadorzuelo y payaso” –caracterización en la que coincido con aquel Ferreira- y, en otra intervención, hacer una férrea oposición a la construcción de la carretera por el centro del TIPIS –criterio con el que también coincido con el Reymi sincero-.

La política es, se dirá, “dinámica”, y es válido para algunos y cuestionable para otros, cruzar carreteras y ríos por lo que se denomina “el bien mayor”, pero subirse al carro del poder por puro acomodo –al extremo de mostrar adoración por lo que antes se abominada- es, por lo menos, vomitivo (visto de afuera).

“La dignidad termina donde empieza la necesidad” se lee en una publicación que está circulando en la red. Puestos a buscar una respuesta a por qué el “pollítico” (mezcla de pollo y político) cruzó la carretera, podría ser una de las opciones. Me trae a la memoria la frase de un amigo en el siglo pasado: “Mi corazón es del MIR, pero mi estómago es de Condepa”, decía a quien quisiera escucharlo.

Yo me quedo con una explicación parecida: “Hay buena plata”. Pero usted también tendrá la suya y por eso le hago la pregunta en cuestión, ¿por qué el pollítico cruzó la carretera? 

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