De cierta manera, el título de esta columna lo ha puesto el régimen; o al menos ha ayudado a hacerlo. Recordemos que, en principio, las “elecciones judiciales” estaban programadas para el 22 de octubre (22O), pero ante la negativa, por dignidad, de profesionales meritorios, de prestarse al sainete del oficialismo, éste tuvo que postergarlas para el 3 de diciembre (3D) a objeto –lo sabemos por boca de un prominente parlamentario masista- de “rellenar” las listas con cualquier cosa y salir del entuerto, malparado, de todas maneras.
Por otra parte, ante la profusión de manifestaciones por
el democrático y legítimo voto nulo, el dichoso grupo de choque masista,
Conalcam, se rearticuló con el propósito de “rechazar el voto nulo” y “llamar a
la población a votar” (por los candidatos puestos por el régimen en las listas)
con lo que, en los hechos, la “elección” se ha convertido, como lo hizo en
2011, en un plebiscito. Aquella vez, la ciudadanía democrática derrotó al
régimen por un score de 60-40. El régimen, contra todo sentido común, impuso a
sus muchachos y, seis años después, el desastre está a la vista.
Pero, además, la abreviación “3D” significa,
mundialmente, tridimensional. No podía ser más adecuado, puesto que el régimen
sufrirá, nuevamente, una derrota tridimensional estrepitosa. Las dimensiones a
las que me refiero son la moral, la jurídica y la política.
Dimensión moral. El señor García Linera ha manifestado
que quienes piensan anular su voto –una amplia mayoría ciudadana- están en contra
de la transformación de la justicia. O sea, pone el mismo cassette de hace seis
años, tiempo –algo más de dos mil días- más que suficiente para haberla puesto
en marcha y mostrar al país las bondades de dicha transformación. Por el
contrario, aunque transformación al fin, la justicia ha caído en una pozo ciego
como nunca antes había ocurrido. Es decir que el remedio resultó dos mil veces
peor que la enfermedad. Así es que, señor Vicepresidente, no nos venga con
maripositas, como decía Rafael Caldera, respetable expresidente de Venezuela en
tiempos de democracia.
Dimensión jurídica. Preguntas de kindergarten, prueba
oral para inflar puntaje, “relleno” de funcionarios, ilustres desconocidos en
carrera, reuniones furtivas de un cuestionado exmasistrado que va por el repete
en otra instancia… ingredientes del menú con el que viene adobado el indigesto
plato cuyo propósito no es otro que el de evacuar un instrumento con cara de
legalidad para habilitar extraconstitucionalmente al señor Morales Ayma o sólo
a la próxima elección, sino a sucesivas elecciones de forma indefinida. Ya la
pandilla saliente obró de tal manera al habilitar a dicho individuo para el
periodo en curso.
Dimensión política. La ciudadanía, a tiempo de emitir su
voto en este plebiscito, debe tener en cuenta la descomunal corrupción en la
que el régimen ha sumido a las instituciones y que ha permeado también a
algunos sectores sociales; debe recordar la pésima administración de servicios
-fundamentalmente del suministro de agua, que la dejó sin el líquido durante
más de u mes-; debe tener conciencia de que nombramientos como los del
tristemente célebre Defensor del Pueblo actual o los de los salientes
masistrados la han dejado en un estado de indefensión angustiante; debe votar
contra la persecución, el exilio, el abuso de poder, el narcotráfico inserto en
el régimen, y la creciente inseguridad.
Por todo eso, sumado a los crímenes medioambientales que
pretende consumar el régimen, votaré –al igual que usted, supongo- nulo el día
del plebiscito en 3D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario