“Folclorismo” le llaman algunos, pero mi profundo respeto
por la manifestación de la cual deriva este término me inhibe de emplearlo;
incluso el que uso para la ocasión no es totalmente apropiado puesto que el
pintoresquismo no es necesariamente grotesco ni de mal gusto. Por eso le he
añadido el adjetivo “absurdo” que lo aproxima más a lo que voy a referirme.
Y es que desde la irrupción de este accidente de la historia
apodado “Estado plurinacional” no ha habido día en que, gracias –o por
desgracia, más bien-, a alguno de los operadores del régimen que lo sustenta no
se haya despachado con un absurdo de corto, mediano o gran calibre.
He llegado a pensar que se trata de una sofisticada técnica
de “spin control” desarrollada por doctores locales de la materia que,
básicamente, consistiría en que, por turno, los miembros más visibles del
régimen –un puñado de parlamentarios, ministros, el número 2 y el propio señor
Morales- digan ligerezas –“evadas”, en el caso de SE- o cometan groserías –parecerían haber engrosado el
repertorio con el fichaje de Percy Fernández-.
El método es por demás efectivo: tienen a la gente –ni el
suscrito se libra de ello- hablando de dichas “huevaditas” para que nadie se
ocupe de sus fechorías. De esta forma, la corrupción, el abuso de poder, el
autoritarismo, el fraude, la persecución, la inseguridad, etc., amén de
actividades inconfesables, tienen vía libre para regodeo del régimen. La
perfecta cortina de humo.
Pero ocurre que el abuso del mismo también impide que se
aprecien los eventuales aciertos –que los hay- del Gobierno (la cobertura de
los trasplantes de riñón, por ejemplo) por lo que, probablemente, este régimen
sea recordado más por sus anécdotas y su desapego al estado de Derecho que por
su gestión.
Había dicho que cada día tiene su hecho pintoresco por
gentileza de Morales & Cia. (mientras escribo, ha sido el turno del propio
en referencia a sus orines), pero hay unos “más mejores” que otros. Tal el caso
del ya célebre reloj “antiimperialista” reivindicado por el canciller –como
sucediera con la papalisa-viagra y con el sexo de las piedras- y el régimen se
ha encargado de darle cuerda. Pobre hombre; apartado de la conducción de la
política exterior –son otros, por sobre él quienes la ejercen- reducido al
papel de triste pelele. Había un personaje en San Pedro, “el loco David”, pero
esa es otra historia…
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