jueves, 24 de noviembre de 2011
Pacto de (imp)Unidad
Más de una vez he acudido a la figura de las prótesis para dar cuenta de cómo ciertas carencias pueden ser disimuladas, superadas inclusive, con la colocación de la prótesis adecuada a cada circunstancia.
Este régimen ha hecho de su uso una constante y lo ha hecho con tal naturalidad que él mismo se ha creído la especie.
Autoritario y revanchista como es en realidad, ha hecho de la democracia una prótesis de la que dispone a discreción en situaciones límite que comprometen su propia viabilidad. Si pudieran prescindir por completo de aquélla, tenga usted la seguridad de que Evo y su cohorte no dudarían en sacarse de encima la “incomodidad”. Pero, claro, hay que guardar las formas, y, para que no incomode demasiado hay que “colocar” tantos esbirros como sea posible en instituciones que recuerdan al sistema democrático, fundamentalmente la Electoral y la Constitucional. Decíamos que “hasta se la creen”; el problema es que una porción importante de la población, la que posee cierto nivel de conocimiento, ve las cosas con mayor claridad y sabe que dichos reclamos con apariencia democrática son absolutamente postizos en la práctica “estalinista-pachamámica”, como la denomina un conocido municipalista cuyo nombre prefiero guardar en reserva.
En su vacuidad (vanidad del poderoso), estos tíos –le pasó lo mismo, pero con signo inverso, a un gobierno no muy lejano- creen que lo del Tipnis ha sido una chamuchina que se desvanecerá con la aplicación de una prótesis política –el relanzamiento del llamado “Pacto de Unidad”-. No se dan cuenta de que la ola movida por la marcha ha superado a sus propios protagonistas y ha liberado la fuerza para la emergencia de una “generación Tipnis” cuya composición trasciende referentes etáreos, de clase y de región.
El régimen ya no está con la iniciativa y se muestra miserablemente reactivo; habla de “salvar el proceso” y recurre a probadas prótesis de orden ideológico y simbólico –Remeber “Estado Mayor del Pueblo”, “Pacto de Unidad”, “Conalcalm” (no es nombre de un painkiller, aunque bien podría cumplir esa función)-. Mecanismos, todos ellos, de conservación de privilegios y, hoy por hoy, de chantaje e impunidad.
Se viene el Pacto de (imp)Unidad.
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