miércoles, 30 de noviembre de 2011

La afeitadora



Hoy me acordé de un episodio de mis años mozos.

La joven corteja me anuncia que su madre iba a viajar y permanecer fuera durante dos semanas. Ni cortos ni perezosos, y con la complicidad de la "Juanita", su empleada doméstica, decidimos que un servidor se trasladaría a "cubrir" tan sentida ausencia, para lo que me llevé la ropa y los utensilios de higiene personalísimos, entre ellos mi afeitadora eléctrica similar a la de la foto.

El plan marchó casi a la perfección... hacíamos el amor a toda hora, comíamos sin remordimientos, veíamos películas, nos reíamos, y agradecíamos el viajecito de la señora de la casa.

Dicen que no hay crimen perfecto; tendría que agregar que parece que tampoco hay amor clandestino perfecto. Incluso si la madre de la señorita hubiera sospechado, con esa intuición que tienen las madres para estos asuntos, que su hijita y el suscrito habñian convertido la casa en un nidito de amor transitorio, sin una prueba material del hecho no habría "crimen" concreto.

Y no es , como podría suponerse, que "Juanita" nos hubiera delatado a la llegada de la señora. No. Ella se portó leal hasta el final... no abrió la boca.

El desliz fue enteramente mío, pues día antes del arribo de la madre de la muchacha a casa, junté los que había llevado y, no sin antes follarnos apasionadamente, cogí las cosas y me largué con una sonrisa triunfante.

Cojudo de mí que, con el entusiasmo, dejé mi afeitadora EN LA MESITA DEL LIVING. Práctimente fue lo primero -en una casa donde no había hombres- que advirtió la mujer al ingresar y todo el cuidado que tuvimos para acometer el plan se fue por el tubo.

El bochorno, debo decir, fue para la novia.

Desde entonces, comencé a usar afeitadoras de hojita!!!!!

1 comentario:

Mauge dijo...

UYYY Puka... buehh... así uno aprende.....