miércoles, 5 de octubre de 2022

23 años + 17 añicos = 40


 


¿Deberíamos celebrar a pesar de que atravesamos por un periodo de retroceso? Por supuesto que sí. “Atravesar” indica que algún momento saldremos de la oscuridad y, como hace 40 años, retomaremos la senda de la democracia. “Periodo” va en el mismo sentido, de algo temporal, por muy prolongado que se haga. “Retroceso” alude a restricciones a la libertad, persecución, atropellos a los derechos humanos, judicialización de la política, intentos de reelección indefinida, ejecuciones extrajudiciales, corporativismo…

Hace un año, mi columna “39 años: Nadie se cansa, nadie se rinde” versó sobre los hitos de la democracia hasta entonces. Sintomáticamente, ese breve catálogo de logros democráticos no se ha modificado. Aquella vez –puede usted revisarla ingresando a https://diarionuevosur.com/39-anos-nadie-se-cansa-nadie-se-rinde/ (el enlace de Página Siete no está disponible)- argumenté el porqué de cada uno de dichos momentos de esa selección personal. Hoy, simplemente los voy a enumerar en orden cronológico para, luego, elegir uno –o dos- como los mayores.

-          10 de octubre de 1982. Comienzo de la era democrática.

-          Siles Zuazo, en acto de grandeza, acorta su mandato.

-          Estabilización económica.

-          Acuerdos del 19 de julio de 1992.

-          Participación Popular

-          Elecciones de 2005

A partir de 2006, el régimen recién instalado puso en marcha la réplica de la franquicia chavista consistente en cooptar los poderes legislativo, judicial –y electoral- para reproducirse ad infinitum en la presidencia. Solo la muerte lo impidió, pero su delfín continúa en tal afán.

Acá no fue la muerte la que llevó a un intervalo mal gestionado de carácter democrático, sino la serie de violaciones constitucionales y el monstruoso fraude –absolutamente ratificado por las instituciones supranacionales que fueron llamadas a auditar el proceso electoral de 2019- los factores que ocasionaron la huida del tirano y su corte de acólitos luego de veintiún días de emergencia ciudadana. Vivimos la retoma, con sus propias características, del chavismo a la boliviana, producto del ya mencionado periodo de transición desastroso (comenzando por la postulación, que critiqué acerbamente en su tiempo, de quien solo debía garantizar elecciones libres y limpias; lo que no justifica el calvario penal, sin debido proceso, al que se la somete).

Y bueno, llegó la hora de elegir, a criterio personal, el hito mayor de estos 23 años + 17 añicos de democracia en Bolivia. Y no es uno, sino dos –empate técnico, diríamos-; la verdad es que no he podido excluir a alguno de ellos debido a su colosal magnitud para apreciar el valor de lo que Churchill caracterizó como “El peor sistema diseñado por el ser humano, con excepción de todos los demás”.

Respetando el orden cronológico, sin que éste signifique uno de orden jerárquico, me decanto por:

-          Acuerdos del 19 de julio de 1992, mismos que encarrilaron a Bolivia hacia la construcción de la institucionalidad democrática, en consenso con todos los actores políticos de entonces. Un ejemplo de diálogo, tolerancia y entendimiento entre diferentes.

-          Participación Popular, o sea, la integración de lo local (lo rural, significativamente) por muy pequeño que fuera, al concierto político-económico nacional, y, en paralelo, el proceso de descentralización.

Valga la celebración para invitar a usted a escuchar mis reflexiones sobre principios y valores de la democracia que, en el marco de la Cátedra “Nelson Mandela”, desarrollé hace unos meses. Lo espero en https://www.youtube.com/watch?v=1SgDLS0bYaM

¡Feliz aniversario!

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Qatarismo

 


El torneo global de fútbol ya ha comenzado y solo faltan los partidos, que se jugarán en noviembre. Es que el preámbulo al mayor espectáculo ecuménico del deporte cuenta como parte del mismo y, al menos en este rincón, es el álbum de figuritas con los rostros de los jugadores de cada selección participante.

Desproporcionadamente, la nuestra no dio la talla como para clasificarse –no lo hace desde el de 1998- pero la fiebre mundialista se desató como si fuera a disputar la final con alguna de las efectivamente presentes en la fiesta. A manera de consuelo, habrá que decir que Italia brillará, también, por su ausencia.

Este fenómeno bien podría denominarse “qatarismo” que, fonéticamente, remite a una corriente ideológica que tuvo cierta influencia en el campo político local, aunque, si siguiese vigente, palidecería ante la mega prensa de la que goza el venidero torneo de referencia.

El primer Mundial –incidentalmente nací el año de uno, el de Chile- del que tengo memoria porque, precisamente fue el de mi primer álbum, es el de México, no el del ’86 sino el del ’70, y mis simpatías se inclinaban hacia la selección de Perú que, si mal no recuerdo, llegó a esa instancia a costa de la nuestra. Así de ilógico es este asunto del fútbol. Era el once de Cubillas, Wifflin y de un viejo conocido en nuestro país: Chumpitaz. Hizo un buen papel, cayendo, en cuartos de final, ante Brasil que, a la postre, sería quien se quedó con la copa Jules Rimet al haber obtenido por tercera vez el primer lugar.

Luego tocaría hacer a de anfitrión a un país europeo (Alemania) y después a uno americano (Argentina)… la alternabilidad Europa-América se mantuvo hasta 1998 y se rompió en 2002, cuando, además por primera y única vez hasta la fecha, la sede fue compartida por dos naciones asiáticas: Corea del Sur y Japón. Una vez que se abrió la posibilidad de postularse a cualquier país (siendo el factor económico el determinante), la pelota rodó hasta África (2010), a la tierra de Mandela, Sudáfrica (quién no recuerda las vuvuzelas) y ahora vuelve al Asia, y la acoge el emirato de Qatar, marcando la primera vez que la redonda mundialista se instalará en un Estado monárquico “en toda la regla”-se puede aducir que Suecia, España e Inglaterra (Reino Unido) también lo son, pero en estas anteriores sedes la figura monárquica es, más bien, simbólica- Monárquico y, además, islámico. Sin embargo, por lo que se sabe, lentamente, está transitando hacia una monarquía constitucional y su islamismo no es el extremo que algunos de sus vecinos practican.

Qatar también ha tenido que dar señales de tranquilidad y, por lo menos mientras dure el campeonato, ha flexibilizado algunas restricciones. Pero polémica no ha faltado: Amnistía Internacional puso en cuestión el (mal)trato a los trabajadores contratados para acelerar la construcción de los estadios y otras infraestructuras que debían estar a punto para el torneo. Es de esperar que, en todos los aspectos, más allá del estrictamente deportivo, la Copa Mundial, se desarrolle en la mejor de las condiciones.

Lo que no debe suceder es que el efecto hipnótico del espectáculo nos sustraiga de lo importante y que no perdamos de vista que hay una especie de guerra mundial tras la invasión de Rusia a Ucrania, que hay persecución política en muchas partes, y que, habitualmente, el poder aprovecha las distracciones masivas para hacer de las suyas.

Está bien que el qatarismo nos dé momentos de solaz y pasión, pero no sería conveniente que se apodere de nuestras vidas al punto de descuidar lo importante. Que comience la fiesta mayor del fútbol.


sábado, 10 de septiembre de 2022

Un enano gigante (Publicado en Página Siete)

 


Eran tiempos de aprendizaje en la producción de espectáculos masivos como actividad empresarial sostenible –que luego se consolidaría, se sofisticaría y se inflacionaría- cuando, con diferencia de pocas semanas entre uno y otro, los tres primeros, además de memorables, conciertos con los estándares técnicos y logísticos de su momento, se realizaron en La Paz; corría el año 1988: el de Charly García, el 19 de junio, el de Soda Stereo, el 2 de septiembre y de los Enanitos Verdes –lo pongo al final porque tiene que ver con el homenaje a su creador y líder- el 22 de julio.

Las condiciones que permitieron el arribo, en su época de mayor predicamento, de semejantes expresiones del rock-pop latino (argentino, en particular) y muchas que siguieron en fila, fueron esencialmente económicas: un contexto favorable que posibilitó sus llegadas.

Mi vinculación con Rockway, la organización que gestionó y produjo la mayor parte de los shows internacionales de entonces, me permitió conocer y entablar algún grado de proximidad con algunos exponentes de la escena musical –no lo conseguí con Cerati, quien prefería mantener distancia con los circunstanciales anfitriones, por ejemplo- entre ellos con Marciano Cantero, con quien sostuve contacto hasta hace un par de semanas –el penúltimo con motivo de su cumpleaños y el último con una consulta de disponibilidad de tiempo para una eventual nueva visita a nuestro país-.

Cantero no gozó del relumbre que tuvieron Spinetta o Cerati; pero para un país cuyas canteras de creadores de rock/pop provienen principalmente de la capital y de Rosario, que un “enano” procedente de Mendoza haya ingresado al circuito de los elegidos, lo hace un gigante por derecho propio.

En cuanto a vivencias compartidas con el gran Marciano, tanto en La Paz como en Buenos Aires, rescato la del VHS –toda una joya entonces- de un concierto de The Doors que le obsequié (y que una crónica periodística de un medio argentino recogió) y que siempre se encargaba de agradecerlo. Quedan algunas fotos, dedicatorias, afiches y vinilos como testimonio de una carrera descollante.


miércoles, 7 de septiembre de 2022

El ABC de la corrupción

 


“Donde hay corrupción ya no hay revolución. Entonces, que Evo Morales se deje de embustes” o “Ladrones blancos, ladrones morenos… los une el verbo (robar), los separa la vida” son dos de varios comentarios que rescato de una publicación en féisbuc que hice en 2009 -¡2009!-. Se trata de una composición gráfica que mostraba hongos brotando del suelo a los cuales le coloqué la referencia de algunos de los casos de corrupción conocidos por entonces, entre otros: “venta de avales”, “tractores”, “desvío de alimentos”, “pasaportes”, “nepotismo”, “contratos YPFB”, “bienes incautados”, “rugrats”… De varios ya ni me acuerdo quiénes estaban involucrados.

Desde aquellos tiempos mucha agua sucia ha corrido bajo el puente y su densidad ha ido aumentando hasta alcanzar niveles colosales –el gobierno constitucional transitorio no se libró de la mugre-, lo que me lleva a decir que, sin negar que hubo casos emblemáticos en el pasado, estructuralmente la corrupción se instaló en Bolivia el 22 de enero de 2006.

Si bien los casos que mencioné al comienzo tuvieron cierta repercusión en su momento, dos de la primera época de régimen fueron particularmente escandalosos: El caso “Santos Ramírez-O’Connor-YPFB” y el caso “Consorcio de extorsión” manejado desde el Ministerio de Gobierno.

Del primero se supo luego del asesinato del empresario Jorge O’Connor (quizás si esto no ocurría, Santos Ramírez seguiría siendo parte de la rosca mafiosa del régimen). En toda su sordidez, entre los pormenores del crimen asociado al hecho mismo de contratos arreglados para beneficiar a los ejecutivos de la empresa estatal y a los jerarcas del gobierno, está la participación de propietarios de conocidos quilombos de La Paz. En principio, Morales Ayma respaldó a Ramírez, pero luego, para zafarse del bulto lo “sacrificó” y éste purgo pena carcelaria con cierta permisividad: este servidor lo vio un par de veces saliendo del penal y abordando un vehículo. Divulgué el hecho y la prensa lo recogió con titulares como “Santos Ramírez es visto en la calle, dicen que fue al médico”. Años más tarde, Ramírez apunto a Álvaro García Linera y Juan Ramón Quintana como autores del plan criminal.

En épocas más recientes, los casos de megacorrupción más escandalosos fueron el del Fondo Indígena (FONDIOC) y el que denominamos “Cara conocida/CAMC”. Cuando se hizo público aquel, Morales Ayma expresó “hacen escándalo de dos millones y medio”. Como se sabe, el monto del desfalco –repartido entre varias cuantas particulares de funcionarios del régimen y organizaciones afines- fue, según cálculos conservadores, cercano a los 183 millones de dólares. Lo paradójico del asunto es que sus autores gozan de libertad y de poder, mientras que el denunciante, Marco Aramayo, fue llevado a la muerte por el régimen con las decenas de juicios que le abrieron.

Podríamos llenar decenas de páginas con casos de menor cuantía, pero el más reciente, motivo, además, de esta columna merece cerrarla. El asunto, conocido a partir de la guerra sin cuartel en las filas azules, y cuya investigación ha sido declarada “en reserva”, es una muestra más de la podredumbre del régimen masista.

Unos a otros, dentro del régimen, se tildan de “corruptos”, “ladrones”, “maleantes”, lo que da la idea de su absoluta decadencia y de la necesidad de recambio en la política; lo paradójico es que hay un vacío de liderazgo y propuesta –aunque la sola idea de gente honesta ya es atractiva- en las filas democráticas.

Este panorama sombrío tiene, en mi criterio, una explicación: desde 2006, el MAS viene escribiendo el ABC de la corrupción.


miércoles, 24 de agosto de 2022

...y nació muerta

 


Hagamos memoria.

El señor Morales Ayma ganó inobjetablemente la elección de diciembre de 2005 y asumió la Presidencia el 22 de enero de 2006. En 2009, luego de un largo proceso que comenzó con la elección de constituyentes, en julio de 2006, se promulgó la CPE vigente que en su artículo 168 establece que se puede acceder a la reelección consecutiva por una vez. Para posibilitar, en las negociaciones previas, la viabilidad del texto, el propio Morales Ayma aseveró que “resignaba” una reelección probable –considerando el periodo 2006-2010 como el primero a objeto de su aplicación-. Hasta ahí, todo bien: Morales ganó la siguiente elección sin problema; todo legal.

Pero en 2013, el régimen, por medio del entonces Vicepresidente, interpone un recurso ante el Tribunal Constitucional, a sabiendas que éste ya estaba cooptado, y sin mayor empacho, el TCP emite una resolución en la que dictamina que el primer periodo de Morales Ayma no se contabiliza con miras a una hipotética reelección, habilitándolo así para las elecciones de 2015, no obstante lo anotado anteriormente y, entre otros datos, la emisión de una serie postal conmemorativa del segundo periodo presidencial éste –conservo imágenes de un par de estampilla con tal motivo-. Flagrante transgresión a la Carta Magna y a la palabra empeñada.

Nuevamente electo luego del favor recibido del TCP, a poco de haberse posesionado otra vez el mismo individuo, la maquinaria de régimen comenzó a urdir una estratagema para forzar, esta vez de manera indefinida, la reelección del caballero. Y no se le ocurrió mejor idea que convocar a un referéndum para tal efecto; referéndum que perdió –El susodicho había indicado que si esto ocurría se retiraba a su chaco, quinceañera incluida-.

Mientras Bolivia celebraba el triunfo del “NO”, las eminencias grises del régimen buscaban la fórmula para burlarse de la voluntad de la ciudadanía. Y al no encontrarla, la inventaron: sacaron de la galera una disparatada interpretación de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José) alegando que la reelección indefinida es un derecho humano y, por tanto, Morales Ayma podía repostularse ad infinitum. Por segunda vez, el TCP, sin tener la competencia para ello, emitió una resolución en favor de tal aberrante argumento. Con lo que el beneficiario de la misma se habilitó a las elecciones de 2019. Fraude, renuncias, huida, violencia dirigida desde afuera, amenaza de no provisión de alimentos a las ciudades y sucesión constitucional siguieron al penúltimo intento de Morales Ayma de permanecer en el poder.

El más reciente -¿último?- lo estamos viviendo estos días, aunque en condiciones bastante distintas a las de los anteriores. Si bien el personaje conserva lealtades en distintas instancias, quien tiene la firma de la chequera del Estado es otro y solo con la plata de la región que aprovisiona al narcotráfico no alcanza para levantar la maltrecha imagen del cocalero.

Uno se pregunta si la presentación de la candidatura del hombre fue un error de timing, un globo de ensayo, una simple chacreada política –o todo esto en uno- El punto es que el propio señor del Chapare tuvo que salir a desautorizarla. Imagino que, de haber tenido mejor acogida, estaría confirmándola.

Pensando en las elecciones judiciales de 2023 (perverso mecanismo) esta vez será Arce Catacora quien pondrá a “su gente” que ya en funciones, llegado el momento, podría procesar a su mentor. Sería una gran paradoja.

Por todo lo expuesto, me atrevo a decir que la candidatura de Juan Evo Morales Ayma para las elecciones de 2025 nació muerta, luego de un aborto séptico.


miércoles, 10 de agosto de 2022

Choquehuanca, el delirante

 


                                                                           
                                                                            Viñeta: El Día

Si hace dieciséis y medio años –tiempo que, con un breve lapso debido a la sucesión constitucional de 2019 y una beca internacional como Secretario General de la ALBA, lleva en el poder la persona sobre la que versamos en esta ocasión- nos pudo haber parecido que las sandeces que se despachaba el entonces Canciller, David Choquehuanca Céspedes, eran fruto de un pintoresquismo algo naif, acciones y declaraciones posteriores del susodicho dan cuenta de una suerte de extravío mental del sujeto en cuestión, producto de su manifiesta ignorancia, imagino, lo que valida aquello de “no hay cosa peor que un ignorante con poder”. También se comprueba que demasiado tiempo consecutivo en el ejercicio del poder ocasiona una enajenación de la que difícilmente se retorna.

No voy a repetir sus “clásicos” por ser ampliamente divulgados y ser siempre objeto de perplejidad, por decir lo menos, pero lo del reloj “a la inversa” que aún se erige en el Palacio Legislativo pinta de cuerpo al Vice. Como un legado “retrógrado”, la obsesión del segundo de a bordo por un supuesto pasado de miel y rosas por estas tierras tiene un carácter enfermizo. ¿Es o se hace?, habría que indagar, porque la historia desmiente las versiones idealizadas de las civilizaciones prehispánicas que poblaron esta parte del mundo. El solo hecho de la relativa facilidad con la que los conquistadores se impusieron sobre los imperios locales dice mucho del estado de descomposición interna en el que éstos se encontraban.

Como ocurrió con las Tablas de la Ley mosaica –si no había asesinatos, no hubiese sido necesario el “no matarás”, si no se cometía adulterio, no hubiese sido necesario el “no desearás a la mujer de tu prójimo”, y así…- admoniciones morales como “ama sua, ama q’ella, ama llula” se dictaron precisamente porque la gente robaba, mentía y “flojeaba”. Y, la lucha por el poder, con el agravante de ser entre consanguíneos, se tornó encarnizada.

En ese afán, don David ahora carga contra dos de los más grandes logros de la humanidad: la democracia y la educación, a las que, “de taquito”, agrega a las redes sociales, la comunicación abierta y la big data, entre otras florituras.

Sobre la democracia, el aprendiz de brujo se ufana de ponerle los santos óleos, o como se llame en su “cosmovisión”. ¡Cuántos, antes de él, hicieron lo propio y la democracia salió airosa de tales embates! Generosa como es, permite que quienes la denuestan lo sigan haciendo porque la libertad de expresión, consustancial a ella, así lo señala.

Nada nuevo, por cierto. Entre los registros que conservo está una publicación de un tal José Daniel Llorenti, “guerreri digital”: “Yo no soy demócrata, nunca lo fui, me parece falso decirse tal…”. O el abogado patrocinador de Lidya Patty, Nina: “El término de democracia es un término obsoleto que ya hemos superado”.

En cuanto a la educación, ya es archiconocida la postura de Choquehuanca sobre la lectura; más reciente es su recomendación a los jóvenes de no formarse en las universidades: “No es necesario ir a la universidad, porque en las universidades no te van a enseñar en lo que va a despertar a nuestros jóvenes, no les conviene” ha espetado. Claro, para ser narco como la escolar que anhela serlo, no es necesario cursar estudios superiores.

Hace dos siglos, la educación era un privilegio de hijos de familias acomodadas; luego se extendió como fenómeno promotor de movilidad social al conjunto de la colectividad. ¿Se opone a esto último el aludido?

Lo que realmente ocurre es que, en términos concretos, el etnonacionalista que se presenta como “El último Inca” es un (in)digno representante del fascismo del siglo XXI.