Una
callada emoción le hizo suspirar: “¿Y quién, cuando yo muera, consolará el
paisaje…?” (Bajo el
oscuro sol, Yolanda Bedregal).
György Faludy, poeta y traductor húngaro canadiense
fallecido en 2006, decidió, según su propia declaración, dedicarse a las letras
cuando tenía siete años. Consultado por Mihaly Csikszentmihalyi sobre esta su
determinación, el vate respondió “porque tenía miedo a morir” explicando que
“crear modelos con palabras, modelos que por su verdad y belleza tenían la
posibilidad de sobrevivir más allá que el cuerpo”. Faludy selló la respuesta
con “fue un acto de desafío y esperanza que dio sentido a mi vida durante los
siguientes setenta y tres años” –al momento de realizarse la entrevista que le
hizo Csikszentmihalyi para su libro sobre el fluir de la creatividad-.
Entrevistada por Kathy S. Leonard en 1998, la escritora
boliviana Yolanda Bedregal, fallecida en 1999, da luces sobres sus primeros
pasos en las letras: “Para mí, la literatura era la vida misma, como jugar,
comer, dormir… En mi casa se hablaba de libros, de giros idiomáticos, de
gramática, con amor” y, en otro pasaje, “…a veces se escribe por dar testimonio
y otras para borrar las cicatrices”.
Tuve acceso a la entrevista de Leonard, autora
estadounidense, no en la publicación original de la misma sino a través de su inclusión
en el libro conmemorativo de los cincuenta años de Bajo el oscuro sol, una colección de textos alrededor de la obra
presentada en marzo por la carrera de Literatura de la UMSA, dentro de la serie
“La biblioteca del zorro Antonio” cuya coordinadora es la Doctora Ana Rebeca
Prada.
La edición del volumen fue confiada a la Mgr. Fátima
Lazarte, quien logró reunir una apreciable cantidad –y calidad- de firmas, lo
que le otorga un apreciable valor como obra referencial de la metatextualidad
en torno a Bajo el oscuro sol.
Estructuralmente está compuesta en cuatro secciones (sin contar la
Presentación, a cargo de la coordinadora, ni la Introducción, de la editora):
I) Diálogos sobre Yolanda Bedregal; II) Nuevos acercamientos críticos; III)
Crítica fundamental; y IV) Memoria gráfica.
Una particularidad de su lectura, al menos en mi
experiencia, es que no es necesario seguir dicho orden –los ojos se van, en
primera instancia, directamente a la cuarta sección-; es más, los textos de las
secciones segunda y tercera, pueden leerse de manera aleatoria, inclusive, sin
que haya pérdida alguna. En “Crítica fundamental” se encuentra la cuasi
totalidad del estado del arte sobre la novela homenajeada, algunos de cuyos
artículos fueron “aggiornados” para esta edición, mientras que en “Nuevos
acercamientos críticos” están los artículos específicamente escritos para la
ocasión. Más adelante diremos algo sobre la primera y la última, puesto que la
médula del contenido se encuentra entre ambas.
La complejidad de Bajo
el oscuro sol posibilita una gama de posibles entradas y de lugares desde
dónde abordar su lectura. Así pues, los críticos y las críticas, entre los
cuales se encuentran bolivianos residentes en el país, bolivianos residentes en
el exterior y extranjeros –la mencionada Kathy S. Leonard, por ejemplo, aunque
la entrevista referida está en la primera sección- la desentrañan desde lo
femenino, desde lo político, desde lo policial, desde la herida, desde el
fantasma, desde la muerte, etc. En algunos textos, predomina alguna de estas
entradas; en otros se perciben más panorámicas, aunque con ciertos énfasis.
Está presente también el abordaje puramente literario, preocupado el asunto de
la creación, donde los intertextos abundan y enriquecen la interpretación, aun
complejizándola más.
Los textos de Gaby Vallejo, quien enfatiza en que Bajo el oscuro sol tiene la estructura
de “una novela dentro de otra novela”; de Willy Óscar Muñoz, que la ubica como
“una metaficción, la ficción de una ficción”, cuyo fundamento teórico sería “la
lectura, la interpretación y la generación textual”; de Débora Zamora Alcázar,
quien hace dialogar esta obra con las de Unamuno y Bioy Cáceres, sostiene que
“Bedregal apunta a la literatura y al problema del arte”; de Rodrigo Urquiola,
quien cataloga a la escritura como “el último refugio”, son, a mi parecer, los
más próximos la literatura y a las teorías de la lectura.
El artículo de Leonardo García Pabón, mencionado en buena
parte de otros, da pie a su ampliación y a mayores aportes en los textos de Ana
Rebeca Prada y Christian Quenta Herrera –los vincula el tema de la herida,
aunque, por sí solos, cada uno explora sus propias vetas-. El primero apunta
que “Así, la vida de la protagonista de Bajo el oscuro sol está marcada por una
doble violencia: la del Estado autoritario contra la vida de los ciudadanos y
la del sistema social patriarcal contra la mujer”, la segunda nos hable de “los
cuatro silenciamientos” a los que está sometida, y el tercero sentencia que “el
signo de la herida en Bajo el oscuro sol
crea una poética de la imagen fantasma”.
Los aportes más políticos están a cargo de Rosario Aquim Chávez y Virginia
Ayllón; aquella desde la categoría de la colonialidad de género propuesta por
María Lugones: “Bedregal atisba en su novela, precisamente, que las condiciones
de existencia y desarrollo de hombres y mujeres siempre han sido diferentes”,
ésta, contextualizando la situación: “…puede conjeturarse que el hecho político
en el que muere Loreto sea cualquiera de los golpes de Estado –a los que
curiosa y popularmente se los engloba en la palabra “revolución”-.
Fabiola Morales Franco y Alejandra Echazú Conitzer ahondan
en la relación maternidad-muerte. Morales, en su rodeo a la tragedia griega,
dice “La vida de Loreto queda entonces marcada ya no por el amor incestuoso, ni
por la lucha social, ni por la escritura prodigiosa sino por la maternidad
interrumpida, el hijo deseado convertido en monstruoso desenlace”; Echazú
señala que “La escritura se convierte para en su proyecto de maternidad, pero
éste también se trunca por la bala perdida: muere la madre y calla la palabra”.
Una lectura distinta es la que brinda Rosario Barahona
Michel, asociando la figura de Loreto a la de la heroína, en concreto a la de
Juana Azurduy, apoyada en otras figuras, entre ficticias e históricas: “Loreto
es una heroína callada pero alborotadora”.
Desde una mirada exterior, el italiano Fabrizio Catalano y
el chileno Enrique Riobó Pezoa dan cuenta muy diferente de su acercamiento a la
obra. El primero, ensaya una especie de divagación no tanto centrada en la obra
misma como en la figura de Bedregal: “Existe una notable diferencia entre
Bedregal y estas últimas dos pintoras (Remedios Varo y Leonora Carrington):
ellas casi no fueron tocadas por el imaginario precolombino, mientras que
nuestra escritora está impregnada por impulsos y atracciones indigenistas o
mágicas”; Para Riobó, en la línea de la búsqueda –frustrada debido a tres
condiciones- “El arrojo de Loreto en la búsqueda del enigma fue tal que le
provocó la muerte”.
A modo de cierre, mencionamos un entrañable álbum
fotográfico (una de las fotos me remite a un acontecimiento en el que estuve
presente) y el comienzo, paradójicamente, del libro, con entrañables
testimonios de Mario Frías Infante, Mariano Baptista Gumucio, Rosángela
Conitzer y Agustín Echalar Ascarrunz.
Bajo
el oscuro sol, ¿trata sobre la muerte o sobre la creación?
La respuesta está en el propio oxímoron del título.
(*) El autor agradece a Pablo Milanés por lo entrañable del
título prestado.
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Ficha
técnica
Nombre del libro: Bajo
el oscuro sol de Yolanda Bedregal – 50 años
Producción: Carrera de Literatura (UMSA) para la Colección
La Biblioteca del Zorro Antonio
Coordinadora: Dra. Ana Rebeca Prada
Editora invitada: Mgr. Fátima Lazarte
Editorial: 3 600
Año: 2021, La Paz, Bolivia
Firmas:
Mario Frías Infante, Mariano Baptista Gumucio, Rosángela
Conitzer (entrevistados por Fátima Lazarte), Agustín Echalar Ascarrunz, Kathy
S. Leonard, Rosario Aquim Chávez, Rosario Barahona Michel, Fabrizio Catalano,
Alejandra Echazú Conitzer, Virginia Ayllón, Fabiola Morales Franco, Enrique
Riobó Pezoa, Débora Zamora Alcázar, Gaby Vallejo, Ana Rebeca Prada M., Leonardo
García Pabón, Willy Óscar Muñoz , Christian Quenta Herrera, Rodrigo Urquiola
Flores.
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