Sra. Presidenta:
Valoro profundamente la decisión que usted asumió hace tres
días; sé que no le fue fácil adoptarla, pero a la fecha, su dimensión de
lideresa ha crecido inmensamente. Respetuoso de la fe que cada quien puede
abrazar en un Estado laico, le dedico una cita tomada del libro de la suya:
“Finalmente, recapacitó y
dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen pan en abundancia, y
yo aquí me estoy muriendo de hambre! Pero voy a levantarme, e iré con mi padre,
y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y no soy digno ya de
ser llamado tu hijo; ¡hazme como a uno de tus jornaleros!’” Y así, se levantó y
regresó con su padre. Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y tuvo
compasión de él. Corrió entonces, se echó sobre su cuello, y lo besó”.
La escena de la que deriva
la misma se encuentra en el capítulo 15 del Evangelio según Lucas y refiere a un
padre que, a instancias de uno de sus dos hijos, les adelanta la herencia, pero
éste la dilapida y pasa hambre. Posteriormente, su padre lo vuelve a acoger y
para celebrar el retorno, le hace vestir con los mejores atuendos y comer los
manjares más exquisitos, a más de decretar fiesta.
Estoy seguro de que usted,
ferviente cristiana, la conoce. Es la parábola del hijo pródigo, como pródiga
fue su persona al reconsiderar (“finalmente recapacitó y dijo…”) la decisión,
seguramente tomada al calor del momento, de presentarse como candidata en las
elecciones generales, inicialmente programadas para mayo y pospuestas para
septiembre.
Con este gesto de grandeza,
usted ha vuelto a ser aquella mujer a la que la ciudadanía confió el tránsito
democrático, pacífico y ordenado a un nuevo periodo constitucional de gobierno.
Estos últimos tres días han
resonado con mayor fuerza algunas de sus palabras pronunciadas con anterioridad
a haberlas traicionado: "Lo que particularmente yo quiero es
cumplir con Bolivia, no estar aprovechándome de una situación y decir, ¡ah yo
también podría ser candidato y me aprovecharé de eso!, porque creo que sería
deshonesto"; "Por ahí dicen que yo estaba buscando
candidaturas… es una especulación de muy mal gusto porque yo, de mi boca, ni en
mi pensamiento lo pensé, no sería honesto. Aquí el objetivo de nuestro gobierno
es llevar a elecciones y se acabó; yo no quiero ser candidata a nada”.
Hace tres días, Bolivia no
perdió una candidata, recuperó una Presidenta. Y así lo entendieron tanto los
ciudadanos de a pie como los actores políticos. Más de uno la está proyectando
hacia las subsiguientes elecciones, dentro de cinco años. Y sí, con la
generosidad mostrada ahora, podría sino imbatible, ser una formidable candidata
–créame que las condiciones serán mucho más propicias que las actuales-.
Habrá notado que, en estas
casi 72 horas, los dardos ya no apuntan a su persona y, de los que permanecen
en carrera, un par se están destruyendo sin piedad. Probablemente su decisión haya
causado malestar en algunos de sus allegados, pero fueron ellos mismos los que
ratificaron, en su momento, que usted no iba a dar el mal paso que dio y que ya
enmendó. “No va a ser candidata ni va a hacer política por ningún candidato”, confirmaba
el entonces Ministro de Obras Públicas, hoy en la cartera de la Presidencia.
Fíjese, además, que, como
por arte de magia, la Asamblea controlada por el MAS ha comenzado a aprobar
créditos y varias otras propuestas para hacer frente a la calamidad que aún nos
amenaza. Obvio: usted ya no es “el enemigo”, es la Presidenta de Bolivia.
Gracias por haber
recapacitado. Yo también reconsideraré mi decisión de no votar por usted. Lo
haré en cinco años.
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