Tengo entre mis manos un patrimonio jurídico de Bolivia que,
a mi juicio, debería ser patrimonio jurídico de la humanidad entera: el texto
de la sentencia, en el marco de los juicios de responsabilidades, al dictador
Luis García Meza y sus colaboradores, pronunciada el 21 de abril de 1993 que,
como se sabe, dictó 30 años de prisión sin derecho a indulto para el ya finado
expresidente de facto. A efectos de síntesis, podemos agrupar los delitos
cometidos por aquel régimen en los de carácter político (delitos contra la
Constitución), los de violación a los derechos humanos y los de tipo económico
(corrupción corriente). Quedaron fuera del proceso los inherentes a protección
y ejercicio del narcotráfico con los cuales también se asocia al gobierno de
principios de los años ochenta del siglo pasado.
Una relectura de la sentencia puede dar argumentos para,
jusrisprudencialmente, iniciar un juicio de responsabilidades contra el régimen
actual dado que, aunque las formas son distintas, el fondo de los actos dolosos
de éste permanece incólume. El régimen de Morales Ayma hace virtud de la
permanente comisión de delitos contra la Constitución, con la diferencia de que
éstos son avalados por órganos que, debiendo ser independientes del poder
político, forman parte consustancial del propio régimen al haber sido cooptados
y controlados para “bendecir” los designios del jefazo. Lo propio puede decirse
de la continua violación de los derechos humanos expresada simbólicamente en hechos
como Chaparina, La Calancha y en el exilio, persecución y encarcelamiento de
ciudadanos críticos al oficialismo –el más reciente, el del señor Franclin Gutiérrez
que, aunque no comparto la actividad a la que se dedica, no me queda duda de
que se trata de un preso político-. El tiempo dirá si procede un juicio similar
en el siglo XXI.
Sin embargo –notará usted que dejé aparte el componente
delictivo de carácter económico- los casos de corrupción que en su momento nos
parecían monstruosos palidecen al lado de los cometidos por el régimen de
Morales Ayma –en el terreno de la especulación, puede pensarse que García Meza
y sus colaboradores no dispusieron de catorce años (¡y quieren más!) para
engrosar sus bolsillos hasta reventarlos-.
No se trata de hacer un ejercicio de corrupciones
comparadas, pero los “grandes” hechos de corrupción por los cuales se juzgó al
régimen garcíamecista parecen delitos de bagatela comparados con los del
régimen moralesaymista.
Mencionemos algunos de los “espectaculares” hechos de
corrupción de la dictadura mencionada: caso “La Gaiba” (tráfico de piedras
semipreciosas), caso “Piscina olímpica” (apropiación de materiales de
construcción, vidrios “ray ban”, principalmente), caso “Equipos petroleros”
(sobreprecio en adquisición) caso “Puerto Norte” (sin condena por falta de
prueba plena), caso “Diarios del Che y de Harry Villegas” (sustracción y
venta). Pero el que más me llamó la atención es el caso “Cobro de cheque de $us
278.085.45”, que acabó sin condena por falta de falta de prueba plena. Es el
monto que, grosso modo, equivaldría al triple en la actualidad y, aun así, no
sería ni el apéndice del prontuario de la corrupción del MAS en estos catorce
años; Solo el caso “FONDIOC” hace parecer a los de la dictadura ochentera como
obra de carteristas.
¿Por qué, entonces, no solo que no hay una condena
generalizada al régimen masista como la hubo contra el régimen garcíamecista,
sino que Morales Ayma goza aún de cierto apoyo?, lo que le ha permitido,
utilizando los órganos a su servicio, tener el tupé de hacerse de una
candidatura en nombre de los derechos humanos.
Una respuesta posible, aunque indignante, es que la
corrupción se ha normalizado socialmente y que, inclusive, una cantidad
apreciable de personas la tiene por un valor en alza. Tal vez por esta razón,
pues el fenómeno no es solo local, una mayoría de argentinos apoya el retorno
del régimen más corrupto de su historia.
1 comentario:
MUCHAS FELICIDADES POR LA REFLEXION. TIENES RAZON PUKA. EL MEZA QUEDA COMO BEBE DE PECHO AL LADO DE 'EMO' como tú le llamas.
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