Como acostumbro a hacer los últimos años, preferí dedicar mi
tiempo a actividades más edificantes que a escuchar el mensaje –en cadena- de
S.E. -esta vez con motivo del centésimo nonagésimo primer aniversario de la
creación de la República de Bolivia, tan vapuleada por el régimen que el aludido
jefaturiza-. Reconozco, sin embargo, que, por todo lo que luego escuché decir,
que esta vez me hubiera gustado seguir con atención la transmisión en directo
de dicho discurso; principalmente por la brevedad del mismo –es que 45 minutos,
tratándose del Supremo, es cosa de Alasita-, por el contenido –resumido en el
oxímoron “decrecer creciendo”-, y por la cara del orador –de pocos amigos,
según me cuentan-.
Estuve, eso sí, fisgando, de tanto en tanto, las
publicaciones en tuiter y féisbuc, una de las cuales mencionaba que el jefazo
se eximía de responsabilidades en la presente crisis echando la culpa de la
misma a otros. En principio no di crédito a semejante revelación que echaba por
tierra diez años de propaganda en sentido de que la jauja vivida hasta hace
poco era obra y mérito del Tata Evo.
Para salir de la duda, conseguí la transcripción de la
mentada pieza retórica y, voilá, vi
con mis propios ojos aquella demoledora admisión de deslinde de responsabilidad
–tanto por las vacas gordas, como por las flacas- en materia de ingresos del
Estado.
Para volver a convencerme de no estar soñando, copio la
parte pertinente del texto: “…tuvimos una disminución de 4.173 millones de
dólares en las exportaciones; eso no fue por culpa de Evo, de Álvaro ni del
Gobierno, sino…” (Debo decir que arreglé la puntuación que, en la publicación
del ministerio de Comunicación, es deplorable).
¿Será que ni el señor Morales ni su círculo de adulones se
percataron de la magnitud de tal confesión? ¿Cómo fue posible que algo así se
les hubiera escapado de control? En cualquier caso, es de agradecer que la
reproducción impresa del discurso haya respetado esas palabras (aunque, como
dije, con una horrible puntuación).
Siendo que los principales rubros de exportación del país
son los hidrocarburos y los minerales (extractivismo químicamente puro), y su
baja cotización es la causa de la disminución de ingresos que el Presidente
menciona –cifras incluidas-, el mismo criterio es válido para cuando, en tiempo
de opulencia, el país recibía una chorrera de dólares por el tubo.
Pretender, como parece decir el presidente de las seis
federaciones de cocaleros, que la bonanza fue por mérito suyo y que la crisis
es por culpa de otros –siendo, como se ha señalado, que el factor de ingresos
es el mismo- es una absoluta inconsistencia.
A Morales le tocó en suerte gobernar durante el ciclo de
cotizaciones altas –que empezaron recuperarse en la gestión de Carlos Mesa-
facilitando la entrega de transferencias directas (bonos), que el régimen
exhibe como su mayor consecución, que, al no tener una base de sustento firme
(productivo), corren el riesgo de ser disminuidas e incluso recortadas –aunque,
a efectos sociales, se hubieran constituido en “derecho adquirido”-.
Durante casi una década, varios críticos advirtieron que sin
una base productiva real, el shock de ingresos era una suerte de espejismo
reflejado en el consumismo más obsceno que se haya conocido en la historia del
país. En particular, quien escribe designó a este modelo como “bonanza con pies
de barro”. En el camino, se ha perdido –al optar por un desarrollismo sin
perspectiva- la, quizás, más espectacular oportunidad para instalar al país en
la senda de un auténtico desarrollo sostenible.
A los hechos me remito, y el Presidente me asiste en tal propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario