martes, 16 de agosto de 2016

Reveladora admisión presidencial




Como acostumbro a hacer los últimos años, preferí dedicar mi tiempo a actividades más edificantes que a escuchar el mensaje –en cadena- de S.E. -esta vez con motivo del centésimo nonagésimo primer aniversario de la creación de la República de Bolivia, tan vapuleada por el régimen que el aludido jefaturiza-. Reconozco, sin embargo, que, por todo lo que luego escuché decir, que esta vez me hubiera gustado seguir con atención la transmisión en directo de dicho discurso; principalmente por la brevedad del mismo –es que 45 minutos, tratándose del Supremo, es cosa de Alasita-, por el contenido –resumido en el oxímoron “decrecer creciendo”-, y por la cara del orador –de pocos amigos, según me cuentan-.

Estuve, eso sí, fisgando, de tanto en tanto, las publicaciones en tuiter y féisbuc, una de las cuales mencionaba que el jefazo se eximía de responsabilidades en la presente crisis echando la culpa de la misma a otros. En principio no di crédito a semejante revelación que echaba por tierra diez años de propaganda en sentido de que la jauja vivida hasta hace poco era obra y mérito del Tata Evo.

Para salir de la duda, conseguí la transcripción de la mentada pieza retórica y, voilá, vi con mis propios ojos aquella demoledora admisión de deslinde de responsabilidad –tanto por las vacas gordas, como por las flacas- en materia de ingresos del Estado.

Para volver a convencerme de no estar soñando, copio la parte pertinente del texto: “…tuvimos una disminución de 4.173 millones de dólares en las exportaciones; eso no fue por culpa de Evo, de Álvaro ni del Gobierno, sino…” (Debo decir que arreglé la puntuación que, en la publicación del ministerio de Comunicación, es deplorable).

¿Será que ni el señor Morales ni su círculo de adulones se percataron de la magnitud de tal confesión? ¿Cómo fue posible que algo así se les hubiera escapado de control? En cualquier caso, es de agradecer que la reproducción impresa del discurso haya respetado esas palabras (aunque, como dije, con una horrible puntuación).

Siendo que los principales rubros de exportación del país son los hidrocarburos y los minerales (extractivismo químicamente puro), y su baja cotización es la causa de la disminución de ingresos que el Presidente menciona –cifras incluidas-, el mismo criterio es válido para cuando, en tiempo de opulencia, el país recibía una chorrera de dólares por el tubo.

Pretender, como parece decir el presidente de las seis federaciones de cocaleros, que la bonanza fue por mérito suyo y que la crisis es por culpa de otros –siendo, como se ha señalado, que el factor de ingresos es el mismo- es una absoluta inconsistencia.

A Morales le tocó en suerte gobernar durante el ciclo de cotizaciones altas –que empezaron recuperarse en la gestión de Carlos Mesa- facilitando la entrega de transferencias directas (bonos), que el régimen exhibe como su mayor consecución, que, al no tener una base de sustento firme (productivo), corren el riesgo de ser disminuidas e incluso recortadas –aunque, a efectos sociales, se hubieran constituido en “derecho adquirido”-.

Durante casi una década, varios críticos advirtieron que sin una base productiva real, el shock de ingresos era una suerte de espejismo reflejado en el consumismo más obsceno que se haya conocido en la historia del país. En particular, quien escribe designó a este modelo como “bonanza con pies de barro”. En el camino, se ha perdido –al optar por un desarrollismo sin perspectiva- la, quizás, más espectacular oportunidad para instalar al país en la senda de un auténtico desarrollo sostenible.

A los hechos me remito, y el Presidente me asiste en tal propósito.

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