Me
hubiera encantado -el llanto sobre el difunto-
terciar en esta materia en su momento, en caliente, y no cuando varios
colegas –uno de los cuales calificó como “pajpaku” (charlatán) a quien la puso
sobre la mesa- se encargaron ya de desconstruirla y, por supuesto, mandarla a
paseo, al extremo de que pasada algo más de una semana desde su propagación,
poco o nada queda de aquella.
Me
refiero, claro está, al discurso que con motivo de su tercera posesión
–doblemente ilegal, por ser resultado de una violación a la CPE y por
corresponder a un misterioso “Estado plurinominal”, según la papeleta
electoral- pronunció el señor García.
Confieso
que no lo escuché mientras lo profería –su tono es tan chocante a mis oídos
como el canto de Silvio Rodríguez- pero sí lo leí y no me quiero quedar con las
ganas de meterme en la cuestión –por deporte, digamos-.
No cabe
duda de que AGL, con su estilo de encantador de serpientes, consigue embelesar
a quienes, metidos en su bolsillo, hacen parte de la claque del régimen, misma
que, sin detenerse a pensar, viene aplaudiendo las diversas variantes
(desvaríos, en muchos casos) que el hombre va introduciendo en su postura
discursiva (que no se libra de decirle al interlocutor lo que éste quiere
escuchar).
Ocurre
que, aisladamente, las intervenciones de García pueden ser simpáticas,
coherentes inclusive. Pero resulta que vistas diacrónicamente forman un cuadro
muy próximo a la esquizofrenia.
Inventor
y adaptador de categorías, deslumbró a las masas con lo del “capitalismo
andino-amazónico”, luego arremetió con aquello del “Estado aparente”, deleitó
con lo de la “bifurcación”, mareó con la “estrategia envolvente” y entretuvo
con “separatismo”, entre otras
majaderías, asimiladas mecánicamente por la gradería.
Y ahora
nos trajo otro panfleto con gomina (por lo brillante, aunque de corto efecto):
sin arriesgar un mínimo de su zona de confort, retoma (adaptado, eso sí) el
determinismo historicista del tránsito a un estadio social cualitativamente
superior, la civilización comunitaria, cuya materialización pospone para las
calendas griegas en tanto el régimen se encontraría construyéndola (disfrutando, mientras se pueda, del
capitalismo de Estado).
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