No sólo en virtud de la mejora de la gestión, sino hasta
por sentido común, lo que entendemos como desarrollo institucional debe hacerse
mediante reformas tendentes a elevar los niveles de eficiencia, aumentar los
grados de confianza de parte de la ciudadanía, facilitar la prestación de
servicios, etc.
Así vino ocurriendo con la entidad electoral -antes Corte
Nacional Electoral, hoy Tribunal Supremo Electoral (también conocido como
“órgano electoral”) hasta que el régimen en funciones llegó para destruir la,
probablemente, institución más confiable del sistema democrático, y con ello
sumirla en la más profunda crisis de credibilidad cual es el estado en que se
encuentra hoy.
Todos los atributos que se le reconocían a las pasadas
administraciones electorales –imparcialidad, neutralidad, autonomía e
independencia- se trocaron en exactamente los contrarios de aquellos y no hay
ni voluntad política ni acción ciudadana que detenga la serie de groserías
cometidas por sus actuales operadores.
A tal grado ha llegado el impune proceder del árbitro
electoral que se permite, con la seguridad de estar “blindado” por el régimen
que lo apadrina que, con absoluto desparpajo, se despacha los más inverosímiles
esperpentos a la hora de, por ejemplo, de argumentar sus resoluciones, dignas de
figurar en la Historia Universal de la Infamia de Borges. A manera de volver a
indignarnos, veamos un par de ellos.
Durante las recientes elecciones generales, cuando ordenó
retirar de los canales de televisión la cuña del extrañamente desaparecido MSM
que recordaba el excelente desempeño de su candidato durante el juicio de
responsabilidades que finalmente concluyó con la condena a Luis García Meza a
30 años de prisión sin derecho a indulto por varios delitos, la razón que esgrimió
el TSE fue que el aludido spot mellaba la honra del narcodictador.
Más próximamente, cuando se hizo la denuncia, acompañada de material fotográfico, sobre la violación de la norma electoral que prohíbe utilizar la entrega de obras de autoridades ejecutivas –aplicable a todos los niveles- que cometió la candidata del MAS a la Gobernación de La Paz, el ente electoral la rechazó arguyendo que (textual): “no se puede identificar a la señora (Felipa Huanca), sólo se ve una imagen de una mujer de pollera”.
Es que el electoral (como
otros “órganos”) se ha convertido en una pianola que se limita a reproducir el
rollo que le coloca el régimen.
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