No. No voy a salir en defensa de las tribunas enjuiciadas
sumariamente por el régimen ni del tribuno próximo a correr la misma suerte.
Aunque desde lo humano el asunto es penoso, cabe
preguntarles a los tres: ¿Acaso no sabían a lo que se estaban metiendo? ¿Qué les
hizo pensar que sus padrinos le habrían de dejar siquiera un segundo pensar por
sí mismos? ¿Se creyeron acaso que llegaron al Tribunal para ejercer control
constitucional? ¡Háganme el favor!
Ustedes, como el resto de los “elegidos”, se prestaron al
juego del poder y el poder, masistrados caídos en desgracia, no admite sino la
obediencia a sus designios, a sus caprichos inclusive.
Ustedes, como el resto de los “elegidos”, se montaron en la farsa de las
“elecciones judiciales” y ni se condolieron cuando la ciudadanía los declaró
ilegítimos con su voto mayoritario por el “nulo” y el “blanco”; ¿Con cuántos
votos llegaron ustedes?...
Entraron por la ventana y el régimen, como de costumbre, “le
metió nomás”. El juicio en contra suya, culpables criaturas, es lo que el
régimen necesitaba para disciplinar a sus colegas. El mensaje está claro: o se
someten a las órdenes del mandamás o les espera lo que a estos tres díscolos.
Amén.
Así es que masistraditos del Agrario, del Supremo, del
Consejo de la Judicatura y del Constitucional –y, de taquito, los del Órgano
Electoral- a portarse bien, a hacer sus deberes obedientemente.
Escuchen atentamente: el señor Vicepresidente ha dicho que
con la separación de dos o tres no se soluciona el problema. ¡Todo aquel que
ose administrar justicia está en capilla!
Pero, en otro orden, el segundo de abordo tiene razón. El
origen del problema está en el malhadado proceso “electoral” judicial; o sea,
la cuestión tiene una falla de origen que no se soluciona sacrificando a un
puñado de operadores y menos con revocatorios tirados de los cabellos.
Para que se entienda: el problema está en las entrañas del
llamado “proceso de cambio” y la solución es extirparlo de cuajo
–democráticamente, se entiende-. En última instancia, el propio Vice y su
monstruosa creatura son parte del problema, no de la solución.
El remedio resultó peor que la enfermedad y no les da ni
para curarse en salud.