¿Izquierda vs derecha?, ¿campo vs ciudad?, ¿rico vs pobre?, ¿oriente vs occidente? ¿indígena vs “k’ara”? ¿actualidad vs pasado? ¿juventud vs experiencia? ¿Strongest vs Bolívar?...
Ironías aparte, habrá notado usted que el régimen quiere hacer de las elecciones que se aproximan una confrontación en términos de izquierda-derecha, asumiéndose, desde luego, como el exponente mayor del lado siniestro del espectro ideológico y posicionando al resto del mismo en el diestro.
O sea, de manera engañosa, el régimen quiere forzar lo que en categoría marxista se denomina la “contradicción principal” cuando, por varias razones, no ocurre tal cosa.
Incluso si tomásemos la obsoleta relación lineal de la caracterización político-ideológica, nos encontramos ante una variada gama de grises que se combinan a discreción en función de la realidad. Por ello es que, con mayor propiedad, se habla de “izquierdas” y “derechas” y, además, uno está situado más o menos cerca de unas u otras en relación a otro. Me explico: al lado de uno puedo estar “más a la izquierda” y al lado de otro, “más a la derecha”. Casi podría decir que “no se es” sino que “se está” (más acá o más allá).
Pero el tema es más complejo dado que ahora las adscripciones no son unidimensionales, sino que se ubican en un plano y las posiciones adquieren mayor definición.
Vengo sosteniendo desde mi posición socialdemócrata –centro-izquierda, vista desde arriba; centro-derecha, vista desde abajo- que un derechista con visión democrática me produce mayor simpatía que un izquierdista con misión autoritaria. Por cierto, un izquierdista democrático es lo más cercano a mi postura.
¿Cuál es, entonces, la disyuntiva en pugna en las elecciones del 12 de octubre? Sin lugar a dudas que Democracia versus Autoritarismo, disyuntiva en cuyo polo autoritario se encuentra el actual régimen -en cuyo seno están agrupadas las expresiones más conservadoras de la cultura política antidemocrática-.
Esto hace de la situación algo poco deseable pues, dada la relación prebendal que el régimen ha construido con gruesos sectores corporativos –autoritarios por definición- las expresiones democráticas no puedan competir entre sí, a riesgo de entregar al país a manos del oscurantismo político, y tengan como misión la contención al proyecto autoritario. La ciudadanía espera que estén a la altura del reto.
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