jueves, 26 de marzo de 2009

La muerte de Norma Leyes


Cuadro: Fernando Botero


Luego del más absoluto azoro, no acabo de reponerme de la emética sensación que me han dejado ciertas manifestaciones de justificación, fuera de las que provienen de parte de funcionarios del Ejecutivo –comenzando por el propio Presidente- de quienes no se esperaba otra cosa, luego de la comisión de los hechos delictivos cometidos por una cantidad no precisada de asaltantes en la localidad de Sanka Jawira, hace ya dos semanas.

Las propias páginas de La Razón acogieron opiniones de columnistas que, aprovechándose de su marco plural, han incurrido en algo que en mi pueblo se conoce como apología del delito; uno más crudamente que el otro pero, al fin, apologistas ambos.

Nunca antes había hecho esto de referirme a plumas que, como la mía, se explayan, generosas, sobre este papel. Pero siento que pasar por alto lo leído el domingo 22 y el lunes 23 sería un acto de complicidad con la barbarie, cosa que no me la puedo permitir.

En efecto, y a su turno, tanto el señor Xavier Albó como don Félix Patzi han expuesto sus peregrinos argumentos para validar las acciones de los delincuentes que tomaron el inmueble de la familia Cárdenas.

El primero lo ha hecho, como quien no quiere la cosa, criticando a Evo y a Álvaro “por haber alabado la toma sin matices” y, recurriendo a la idolopeya, sugiriendo que Luis Espinal los criticaría. Ciertamente, Albó matiza con gran estilo pero no deja de justificarla. Más aún, otra vez bajo la invocación a Espinal, insinúa un ¡bien merecido que lo tienes, Víctor Hugo, por traidor! Edmundo Salazar, aquel diputado del FRI que murió a manos de sicarios del narcotráfico, se debe estar preguntando: “¿Qué hace este buen hombre apañando a un régimen tan permisivo con los productores de la blanca?”.

Patzi no se va con sutilezas; justifica el ilícito sin, aparentemente, ruborizarse siquiera un poco. Después de haber escuchado a un intelectual intentando dar contenido filosófico a las rabietas del Presidente, no debería asombrarme de nada, pero parece que todavía nos esperan más sorpresas. Para Patzi, probablemente, las violaciones se justifican porque las mujeres se ponen falda corta o pantalones apretados.

Más allá de este caso, las declaraciones del ministro Romero han rozado en el delirio: “se están buscando alternativas al Tribunal Constitucional para el control de constitucionalidad”, ha dicho. El Vicepresidente lo ha secundado en el disparate y propone que sea la comisión mixta de Constitución del Congreso la que asuma tal función. Y cuando se consiga finalmente dar el tiro de gracia al Estado de Derecho, descabezando a la Corte Suprema de Justicia, ¿cuál será la alternativa? ¿la Asociación de Árbitros de Fútbol?

No parece lejano el día en el que aparezca este aviso necrológico:
“La ciudadanía consciente tiene el ingrato deber de comunicar que, luego de haber sido sometida a permanente ultraje masista, ha dejado de existir la que en vida fue: Sra. Norma Justina Leyes”.

Y eso que no usaba minifalda.

1 comentario:

Nicolás Colque dijo...

Son malos tiempos. Todavía, al menos, se toman el trabajo de justificar los atropellos, llegará el día que ya no crean necesario justificar nada. Ese día habrá llegado el momento de hacer algo más drástico (por ejemplo, irse)