No esperó siquiera el Gobierno a que llegasen los idus de marzo –pasado mañana-, por lo menos a modo de hacerles honor a su fama de desgraciados, para caer, por méritos propios, en un pozo de pútridos fluidos. Ha bastado medio mes para sintetizar la esencia de su paso por el poder durante algo más de mil días.
¿Cuánto tiempo toma hacer mierda un país? No se si establecerá una marca mundial, pero el gobierno de Evo lo ha conseguido en tres años cuyo epifonema han sido los hechos acaecidos la última quincena. En ella se ha revelado con prístina claridad el deleznable material político del que está compuesto: corrupción, violencia política, cinismo, terrorismo de Estado, narcotráfico, contrabando, confrontación sistemática, racismo institucional, soberbia, autoritarismo, peguismo, violación a los derechos humanos, arbitrariedad y un largo etcétera de violaciones al estado de Derecho, de las que se supone era el llamado a eliminarlas de la administración de la cosa pública. Contrariamente, ha llevado su práctica a niveles inimaginables, dejando al país en franco proceso de desintegración. Bolivia, pese a haber soportado agresiones externas por todos los flancos que le costaron desmembraciones territoriales equivalentes a más de la mitad de su extensión fundacional, consiguió consolidar un espacio estable y una precaria, aunque profundizable, integración geográfico-social. El pecado mortal de Morales y Cia. ha sido reducir a hilachas el tejido social boliviano trabajosamente urdido a partir de la posguerra del Chaco.
¡Claro que el masismo ha introducido innovaciones! La corrupción por decreto es una de ellas. El informe del Senado sobre YPFB es lapidario, así salve la cabeza del Presidente y ha provocado el embarazoso retiro de las firmas de dos “ingenuos” congresistas del oficialismo. Cuando Manfred Reyes Villa cometió el lapsus de Adelante Santa Cruz con su independencia, García Linera metió a Lacan en el baile, y el aparato de comunicación gubernamental descontextualizó tal tropiezo produciendo un spot que lo difundió hasta la saciedad. Cuando en otro lapsus al Presidente se le salió aquello de El corrupto Villegas, el vice no se acordó no de Lacan, ni del cerdito del señor Zuckermann.
Otra innovación es la de brindar “trato de damiselas” a los presos políticos y la de ocupar “pacíficamente” las viviendas de opositores, así las imágenes muestren la brutalidad de sus métodos: Víctor Hugo Cárdenas y su familia han soportado en carne propia los extremos a los que un régimen totalitario está decidido a recurrir con tal de cortar el disenso..
Para su desgracia, el efecto ha sido el contrario; el disenso se ha fortalecido y, si hasta hace poco sólo había Evo, desde marzo hay la posibilidad cierta de relevo.
foto no acreditada
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