martes, 17 de junio de 2008

20 años



-Apretada crónica de una espectacular historia-
Puka Reyesvilla



15 DE ABRIL DE 2000

Me siento raro. Entrada en mano, hago fila para ingresar en el teatro al aire libre y voy pensando en que esta situación tiene algo de impostura -“ni siquiera me gusta el artista que vengo a escuchar”, me digo-. Entro al lugar y me dispongo a ubicarme en un sector donde, según el criterio que siempre manifiesto a otros, lo acústico prime sobre lo visual, sin que esto signifique sacrificar el sentido del espectáculo -“espectar”, “ver”-. La regular cantidad de público presente facilita la labor y, ya con una sensación de absoluta despreocupación, voy siguiendo el desarrollo del concierto. Terminado el mismo, salgo del “Jaime Laredo”, como todos los demás asistentes, me voy a mi casa y me duermo.

“¿Y qué de extraordinario tiene eso?”, se preguntará usted con justificada razón; “Nada, en realidad”, me precipito a contestarle, salvo que nunca hasta entonces, al menos dentro de territorio boliviano, había tenido que comprar una entrada, ni hacer cola, ni irme como si tal cosa, ni dormir luego de terminado el show, ni… es que había pasado mi vida o “sobre” o “detrás” del escenario (backstage), involucrado en lo que genéricamente se llama “la producción”.

En enero de 2000 me había retirado oficialmente de la actividad –aunque esporádicamente vuelvo a la misma- y estoy en condiciones de confirmar lo que siempre dije respecto de los que se dedican a ella: que se parece mucho a la ginecología, pues “lo que para unos es diversión, para nosotros es trabajo”, Y así fue, ya en calidad de esos “unos”, que disfruté del concierto de Manu Chao, pese a, como ya anoté, no gustarme su monótona propuesta. Paradójicamente, en todo el tiempo anterior traté con artistas que realmente me parecen macanudos durante cuya producción la pasé completamente estresado, agotado, furioso, e incluso, emputado. El grueso del respetable público no tiene idea del trabajo puesto en el montaje de un concierto con ciertas exigencias contractuales –pero por lo menos, el montaje es un periodo de expectación, de creatividad-. Sin embargo, la peor parte del asunto es, créame, la del desmontaje –generalmente hecha de madrugada-, en la que ya no existe motivación alguna que la haga más llevadera.

La historia de la moderna producción de conciertos en nuestro medio tiene, para este servidor, una fecha indiscutible de inicio: 19 de junio de 1988, exactamente hace 20 años, un grano de polvo en el tiempo.


“VUELVAN MAÑANA, POR FAVOR”

No es que antes de esa fecha a Bolivia no llegaran artistas para presentarse ante el público local, no. Hay crónicas que certifican que ya durante el siglo XIX visitaron nuestro país famosas compañías de ópera y concertistas reconocidos internacionalmente; así como las hay aquellas que, en el rubro de la música popular, ya en el siglo XX, registran la presencia de célebre cantantes/actores mexicanos, así como, a partir de los años 50 de ídolos juveniles como Enrique Guzmán o Billy Cafaro para, desde los 60’s, hacerse frecuentes las presentaciones de todo tipo de espectáculos musicales entre los cuales el de Julio Iglesias, a mediados de los 70, en el cine “Monje Campero”, marcó un hito en materia de cobertura periodística y es recordado porque el cantante –más allá del juicio que uno tenga sobre él- retribuyó tal acogida invitando al grupo nacional “Savia Andina” a abrir su concierto en el famoso “Olympia” de París –al menos es así como me lo han contado-.

Raphael, Sandro, Palito Ortega, Leonardo Favio, Roberto Carlos, Los Iracundos, Los Shakers, Fedra y Maximiliano y otros jóvenes de entonces hicieron su paso por el país, escándalo incluido, en algún caso. Radio “Chuquisaca” tuvo mucho que ver con la promoción de éstos y de sus pares nacionales.

Incluso pocos años antes de la fecha señalada hubo producciones “grandes” como la del grupo de fonomímica “Menudo” que enloquecía a las púberes de los 80’s o la de José Feliciano, que es la que más se aproxima a los estándares que consideramos para la nueva época en el rubro.

¿Cuáles son, entonces, las diferencias entre ello y lo que vino después en esta materia? Técnicas y profesionales, principalmente; y de esto nos dimos cuenta el 18 de junio de 1988.

Ese día –sábado- debía presentarse Charly García en el teatro al aire libre (convencer a las autoridades municipales para que autorizaran el concierto es una historia aparte), pero cuando su staff de técnicos llegó al escenario, determino que en las condiciones que tenían en frente, no habría “recital” –como lo llaman los argentinos-. Vanos fueron los argumentos para que reconsideraran esa posición. Entretanto, la presión del público hizo que los encargados de los ingresos, los abrieran y, con el lugar repleto, la situación se complicó. A eso de la 19:00, mientras los otros dos involucrados (Agustín y César Morales) negociaban con el manager de García la postergación del concierto, el que escribe, megáfono en brazo, en medio de las graderías, se dirigía a los presentes pidiéndoles que “por favor” volvieran mañana (domingo 19). Uno esperaría que se lo “traguen vivo”, pero en un arranque de generosidad colectiva –no encuentro otros términos- se retiraron pacíficamente; mucho hacía el hecho de que García estaba, efectivamente, en La Paz. Las horas siguientes se hizo una campaña para recolectar refuerzo sonoro y lumínico, trayendo algo vía aérea desde santa Cruz (ya Sonilum se perfilaba como la empresa “del futuro”) y en la tarde del 19 se tuvo el “OK” de la producción argentina. Quienes estuvieron aquel día entre el público, todavía lo califican como “el mejor de todos los tiempos”, apreciación más bien subjetiva porque desde entonces las condiciones técnicas no han hecho sino mejorar
–aún así hay contingencias que influyen en la calidad de un espectáculo-. El punto que quiero subrayar para dejar claramente establecida la diferencia entre un tiempo y otro es que las condiciones técnicas que el staff de García había vetado eran las que se tenían –incluso algo mejoradas- cuando otros espectáculos habían tenido lugar en ese teatro. Hay que agregar que, hasta entonces, los shows eran más bien elitistas; se hacían más en hoteles 5 estrellas que en lugares para asistencias masivas, lo que facilitaba la acometida técnica. Los que hacía la “Chuqui” en el TAL eran de día y con sistemas de megafonía muy rudimentarios. La producción moderna había llegado ese 19 de junio de 1988.

LOS ECOS

“Con un éxito total de taquilla, el recital del músico argentino Charly García se vio repleto de jóvenes que acompañaron al cantante y compositor a lo largo de todo el espectáculo con palmas, coros, voces y alegría. Por primera vez en nuestro país, un conjunto de rock logró conseguir un seguimiento como este (a Bolivia no vienen normalmente figuras internacionales de buen nivel)”, decía el boletín de la Casa de la Cultura.

“Por vez primera pude ver el tétrico escenario del teatro al aire libre convertido en una magnífica e imponente muestra de resplandor, luces y belleza, música y alegría contagiante; fue algo realmente para no olvidar”, anotaba Miguel Maldonado en El Diario.

“Dijimos hace algunos días que las grandes presentaciones de rock eran ‘raras’, sobre todo en Bolivia. El domingo participamos pues de una de esas contadas presencias musicales: un equipo de sonido eficiente, luces, euforia, calidad”, apuntaba Mauricio Souza en Última Hora.

El eco fundamental, sin embargo, fue el de la propia producción de conciertos que siguió a aquel hito. Desde entonces el país recibe, en condiciones más que aceptables, a todo tipo de artistas; ya habrá tiempo para referirse a otros espectáculos memorables (como adelanto va el CD de regalo con esta edición). Mientras, el show debe continuar.

1 comentario:

freddymendizabal dijo...

Onda PuKaMore, gusto escribirte y estar en Contact Concept, me encantò tu crónica sobre los 20 años en Este espacio y en La Revista "Metro", me hubiera encantado aportar con mi experiencia Charlyniana a la nota central de la revista que festejó un año, esto porque le hicieron sòlo una cronología de su trayectoria que obviamente está bien pero es como actualizar las cosas, hace dos meses hablé con Charly y me comentó de espectos muy buenos en sus actividad actual, claro antes de estar internado no???haber cuando nos encontramos para compartir estas cosas y el Sàbado 26 de Julio tocamos con la say no More Band en el Equi, con la banda renovada y homenaje a Charly, Spinetta y Fito: Alvaro Gonzáles "Chubi" (Voz), David Aspi (Guitarra),
Julio Jaime (Bajo), Daniel Zegada "Zegadex" (Batería), Freddy
Mendizabal (Teclados).
date una vueltita pues.
Un Abrazo y te invito a visitar el:www.myspace.com/freddymendizabal
donde estan algunos temas de mì disco.