jueves, 10 de febrero de 2022

La huella de Roger Pinto

 



Los recientes acontecimientos, relacionados con la aprehensión del exjefe antidrogas, Maximiliano Dávila, a consecuencia de un informe de la DEA que lo identifica como principal operador de una red de tráfico de droga y las dos contradictorias acciones al respecto –por un lado, la “justicia” local determinando su detención durante seis meses por “legitimación de ganancias ilícitas” y, por otra, la solicitud de extradición presentada por Estados Unidos por tráfico de narcóticos y lavado de dinero, ofreciendo, incluso, una colosal suma de recompensa por información que conduzca a reforzar el juicio que le espera en aquel país- me hizo pensar repentinamente en el exsenador Roger Pinto.

Independientemente su filiación ideológica, que uno puede compartir o no, Pinto jugó un rol central en la investigación de casos de narcotráfico durante el gobierno de Morales Ayma, cosa que, a decir de algunos, le costó la vida –como, en los 80s sucedió con el diputado del FRI, Edmundo Salazar-.

El destino del pandino tuvo un giro dramático debido a su insistencia en querer entregar personalmente al señor Morales documentos en los que, a decir del entonces Senador, involucraban a personeros de su régimen en el narcotráfico. La reacción del poder fue la de intentar, por la vía de la persecución, aprehender al denunciante. Para evitarlo, Pinto se refugió en la legación diplomática brasileña. Más tarde, el Estado de Brasil le otorgó la condición de asilado político, pero el régimen del cocalero le negó la otorgación del salvoconducto, por lo que, en una arriesgada operación, con la ayuda de un funcionario de la embajada, el exparlamentario logró burlar los controles migratorios y trasponer la frontera con el país vecino. Tras instalarse en Brasil, se dedicó al pilotaje y luego de un sospechoso accidente, falleció dejando aparentemente inconclusa su misión de desenmascarar el carácter narco del régimen masista.

En el interín, apareció un reportaje de la revista “Veja”, “La república de la cocaína” que incluía un organigrama de la organización que manejaba los hilos del narcotráfico en Bolivia. El régimen negó la información y envío como Embajador a Jerjes Justiniano (padre) con la única misión de enjuiciar a dicha publicación, cosa que, seguramente por falta de elementos, nunca sucedió. También surgieron los casos Sanabria y Ormachea, dos capos del control antidrogas que cayeron en desgracia (Justicia de Estados Unidos). Luego de la muerte de Pinto, fueron apareciendo más narcos con nexos con el Gobierno, mientras éste negaba la presencia de emisarios de cárteles brasileños y colombianos.

No deja de ser llamativo este escenario en el que otro(s) allegado(s) al régimen se encuentran interdicto(s) debido a sus actividades ilegales vinculadas al narcotráfico. Es como si, desde donde se encontrara, Roger Pinto estuviera marcando la huella que conducirá a la justicia internacional a quienes, desde el poder, no solo permitieron, sino que alentaron y, eventualmente, financiaron dicha actividad.

Ahora, a la defensiva, el régimen cierra filas en torno a los potencialmente involucrados en el negocio –si no por comisión, la omisión es también una forma de encubrimiento- y ha abierto el paraguas en torno a la extradición de quien podría revelar los detalles sobre las operaciones de producción y tráfico de sustancias controladas en el Estado Plurinacional y mencionar nombres de los involucrados en las mismas.

De llegarse a un juicio internacional a los peces gordos del régimen, la muerte de Pinto sería el símbolo de que la impunidad (blindaje) no es eterna. Por ello, sugiero que una próxima ley sobre control al narco, que no se dará mientras este régimen continúe, lleve el nombre de “Ley Edmundo Salazar y Roger Pinto”.


miércoles, 26 de enero de 2022

Oposición marginal

 


No se necesita ser un experto en algoritmos para darse cuenta de que el MAS –con sus cuitas, miserias y despropósitos- ha ocupado la (casi) totalidad del campo político. Una revisión a la información generada las últimas dos semanas desde su reducto, da fe de que la oposición –la política, la parlamentaria- fue deslazad a los márgenes del sistema.

Trátese de cortinas de humo o no, el caso es que ahora lo que está en el centro del debate es la pugna interna dentro del “instrumento político” por espacios de poder, por la titularidad del liderazgo, y, finalmente, por la candidatura a la presidencia en las próximas elecciones. Como lo afirmé en mi anterior entrega, esto puede acabar en abrazos –previa purga de los “críticos”- o en al menos dos facciones, cuando no cuatro, y correr cada una por su cuenta (siempre hay siglas dispuestas a ofrecerse) y tener un escenario dominado por las corrientes masistas, relegando a una oposición democrática a quedarse con migajas.

Pasó con el MNR y no tendría por qué no ocurrir en los comicios del bicentenario de la república. Quienes aún tienen memoria de las sucesivas elecciones que permitieron el retorno y consolidación de la democracia, recordarán que cuatro o cinco candidaturas provenían de alas del partido de la revolución nacional. Inclusive ADN y el MIR, con su entronque con el 52, respondía a la matriz de emenerrista. Probablemente fueron los partidos Socialista 1 (de relativamente escasos votos, pero de una influencia innegable), Demócrata Cristiano (que tuvo buen desempeño en un par de oportunidades) los que escapaban de la regla. Los partidos de la izquierda radical jugaban solo un rol testimonial. Cambiando los actores y posiciones, ¿es éste el futuro que nos espera?

Como no podía esperarse de otro modo, quien está en el meollo de la cuestión el el señor Morales Ayma. Para muchos masistas, el sujeto resulta ser más un lastre que una plataforma desde la cual lanzarse. Más aún cuando, indirectamente por el momento, pero quién sabe si en poco tiempo lo sea directamente, los recientes escándalos de narcotráfico, sumados a los anteriores de cuando ejercía la presidencia, han salpicado notoriamente al susodicho.

Curándose en salud, el Vice ha denominado “Jilliri Irpiri” –algo así como el “Gran Timonel” que la propaganda china consagró a Mao- a don Luis Arce, título con el que, anteriormente, un señor Gironda (y el eco de García Linera) designó al cocalero. Es curioso, porque Choquehuanca también instó a no ser llunk’u, pero, ¿no es ese gesto una muestra del más depurado llunk’erio? Desde afuera, las cosas tampoco le sonrían a Morales Ayma: de gran libertador de los pueblos indígenas –cosa que nunca fue, pero que vendió muy bien al mundo- la percepción de su figura es la de un ser abyecto al que solo le atrae el poder por el poder.

La prueba más palpable del mutis por el foro de la oposición fue el ridículo que hizo en la sesión del Senado para el tratamiento de los ascensos en las FFAA (a propósito, desde 2006 que se van saltando promociones; a este paso, dentro de cuatro años, el comandante será un subteniente). No hay atenuante para tal cosa; se supone que los opositores saben con quiénes están tratando. En la oposición ciudadana, de clase media democrática, la situación tampoco es muy auspiciosa: la arremetida persecutoria del régimen es feroz y está consiguiendo desarticular toda forma de acción política democrática.

Donde les va bien a los representantes de la oposición es en los medios de comunicación, cuando tienen a un masista al frente. Por lo general, son los azules quienes quedan malparados. Pero eso no hace estado.


Recomendaciones del Ekecovid

                                           Viñeta: Abecor / Página Siete


La Alasita, con toda la tradición que lleva encima, es una expresión que se adapta a los cambios en los imaginarios sociales que marcan cada época. En tal sentido, conservando rigurosamente su sello artesanal es también portadora de innovación en las representaciones de aquellos.

Luego de los ídolos del cachascán, irrumpieron el Cantinflitas y el Quevedo, luego, el Chapulín, más tarde, la Puka y, transversalmente, los superhéroes de moda. Lo mismo sucede con las casitas que, de las más rústicas, al estilo campestre, hoy se aprecian deslumbrantes “choletcitos”. La renovación en la impresión de billetitos ya es una constante; nada extraño sería que aparezcan las criptomoneditas. Y así, a través de sus “novedades” se puede también reconstruir algo de nuestra historia. La Alasita no es una feria/museo; es una expresión vital y en permanente transformación.

Esta es la segunda edición de la feria en situación de pandem
ia y por lo visto en los adelantos de la oferta, encontraremos variada oferta de cositas relacionadas con ella: vacunitas de toda marca, certificaditos, alcancías en forma de coronavirus, kits con versiones chiquitas de los medicamentos para prevenir y despachar al virus…

Y entre toda esta alegoría, la aparición del Ekecovid, es decir un Ekeko cargando solo los elementos ya enumerados recomendándote: “No le quites el brazo a la jeringuita”, “no te me acerques mucho”, “¿Te lavaste las manos?” y “solo así nos libraremos de la calamidad y el próximo año nos daremos grandes apapachos”.


miércoles, 12 de enero de 2022

Enemigos íntimos

 

                                                                        Foto: Página Siete


Como una suerte de correlato de los silletazos que en cada reunión del MAS suelen ser los verdaderos protagonistas de las mismas, una sórdida disputa por el poder, el presente y el futuro, se ha desencadenado al interior de las grandes ligas azules.

En épocas arcaicas, cuando Morales Ayma gozaba del poder omnímodo, podía cohesionar a las corporaciones que sustentaban el llamado “instrumento político”. Eran tiempos de abundancia en los que, a cada reclamo de alguna de ella, el individuo respondía con regalos y canonjías con las que lograba garantizar ciertas lealtades: inmuebles, vehículos, frondosas delegaciones al exterior y la consabida parcelación del aparato estatal para recompensarlas por su apoyo. Todo ello, por cierto, a cuenta del erario público.

Mientras la corrupción era minimizada (“¡qué son dos millones de dólares!”), la crítica era castigada despiadadamente: parlamentarios masistas como el Eduardo Maldonado o Rebeca Delgado sufrieron una purga que los eliminó del ámbito público.

Aunque la correlación nominal de fuerzas parlamentarias es más o menos similar a la de entonces y las corporaciones azules ratifican una supuesta unidad en torno al “instrumento”, la situación actual es harto distinta: no es que la oposición parlamentaria carezca de luces; simplemente está atada de pies y manos por su propia (des)composición y por la anulación de los dos tercios como requisito para la aprobación de ciertas normativas.

En tal escenario, la pugna por el control del gobierno y por la candidatura en 2025 –sí señor, la campaña siempre está en la agenda del régimen- hacen que la(s) verdadera(s) oposición(es) al MAS estén al interior del MAS. Puede ocurrir que cuando surja, luego de varias contusiones físicas y políticas, una corriente vencedora, las perdidosas se cuadren, al estilo militar, a ella. Pero puede ser, también, que las heridas sean tan profundas que deriven en tres o cuatro facciones irreconciliables que podrían reacomodarse electoralmente y podríamos ser partícipes de una elección entre éstas. Aunque a partir de los nuevos estatutos del MAS se trata de evitar el desmadre, puede darse un desgaste por agotamiento. Salvando distancias (una cosa es lo local y otra lo nacional), la emergencia, por fuera del MAS de la alcaldesa de El Alto es un dato a tomar en cuenta (en la matriz ideológico-corporativa, Copa sigue siendo masista).

Otra diferencia respecto a otras disputas internas dentro del “instrumento”, es que hoy no hay un ala democrática –en términos de estado de derecho, como la encarnaban los mencionados Maldonado y Delgado-. La trifulca, y eso sería lo común en todas las corrientes intramasistas, es entre autoritarios que quieren imponerse a otros autoritarios: Choquehuanca, cuyo poder es más simbólico que real, pero que tiene predicamento en las corporaciones campesinas, quiere “restituir” un improbable imperio “incaymara” cuya línea del tiempo va en retro. Morales Ayma, dueño de la adinerada corporación cocalera del trópico, insiste en su visión desarrollista a cualquier precio y al culto hacia su personalidad. Arce es el juguete del destino que nunca asumió como suyo el 55% (como máximo lo considera en consignación), pero, al menos formalmente, es Presidente, aunque, en su afán de mostrar alguna fuerza propia ha hecho guiños a algunas corporaciones como las “bartolinas”, pero algún avisado le puso zancadilla al infiltrar a Achacollo en su acto de declaración de amor.

Detrás de cada uno de estos personajes hay individuos ambiciosos que juegan sus propios intereses y que, eventualmente, si llegaran a acumular mayor poder, puedan habilitarse para jugar en la división mayor del “instrumento” generando mayor división en el mismo. El factor generacional podría jugar a su favor.


martes, 11 de enero de 2022

Semblanza: Estructura ejemplificada

 Entrada (anécdota)

A las diez de la mañana, cuando el adolescente de 14 años Trinidad Cárdenas debería estar en la escuela, está peleando como sparring de sus pares en el gimnasio que es propiedad del héroe local del boxeo, Julio César Chávez.

La madre de Cárdenas, Lucila, se sienta en un sillón de madera, lejos de la acción, absorta en los repetitivos golpes de entrenamiento que su hijo asesta a un costal pesado. Ella espera pacientemente durante las dos horas que le toma a Trinidad completar su rutina de entrenamiento. No está aburrida. Al contrario, luce esa expresión de satisfacción que algunas madres tienen cuando observan a sus hijas en la clase de ballet.

Trinidad es uno de los boxeadores más jóvenes del gimnasio, pero ya está comprometido al régimen diario que el boxeo demanda. Él y su madre viajan 30 minutos todos los días de la semana desde uno de los barrios más pobres de Culiacán hasta el gimnasio de Chávez con la esperanza de que Trinidad se convierta en la próxima leyenda boxística de esta ciudad agrícola de Sinaloa.


Párrafos de contexto: Mientras haya hambre, habrá boxeo

Los boxeadores representan para la juventud mexicana lo mismo que Michael Jordan representa para los niños que juegan baloncesto en las canchas públicas. Pero la popularidad de Jordan trasciende clase, raza y género cuando los niños tratan de imitar sus movimientos en el terreno.

“El boxeo es un espectáculo que atrae a la juventud, particularmente a la juventud pobre”, dice Carlos Monsiváis, un periodista de la Ciudad de México que ha escrito acerca de la cultura popular.

“Uno no ve a ningún boxeador de las clases medias o de las clases altas. En México, hay un refrán que dice que en tanto haya pobreza habrá boxeo”.


Tema 1: Sueños boxísticos al estilo Chávez

Colgando de las sucias paredes alrededor de Lucila Cárdenas están los carteles promocionales de las peleas que documentan el ascenso de Chávez a seis campeonatos mundiales en tres distintas categorías de peso.

“Si Dios quiere, quizá él será el próximo Chávez”, dijo Lucila, haciendo eco a las esperanzas de miles de padres a lo largo de México y en la frontera.

“Tengo cuatro boxeadores que tienen posibilidades” dijo Juan Ignacio López, de 42 años, un antiguo campeón mexicano de peso welter que animó a Chávez a perseguir una carrera boxística.

“Tengo aquí 35 jóvenes entrenando Y algunos son serios y quieren tener el éxito que Julio ha tenido”.

Tema 2: Escasez de recursos en el gimnasio

Pero el mismo gimnasio boxístico que alienta estos sueños tiene sus problemas. Chávez, quien ha donado regalos y dinero a los necesitados cuando regresa de sus peleas de campeonato, ha descuidado la inyección de recursos en este lugar que lleva su nombre. 

El gimnasio de seis años de vida, localizado a pocos kilómetros del lugar en que Chávez creció y debajo de un salón de fiestas llamado Mr, Knockout, está apenas equipado con lo mínimo.

Las peras, remendadas con varias capas de cinta en las junturas, tratan de soportar otra sesión de golpes si dejar salir el aire que tienen dentro.

Por las tardes, después de la última sesión de entrenamiento, una docena de pares de guantes descansan para airearse a la luz del sol cerca de la puerta trasera para tratar de borrar en algo el amargo aroma y el sudor.

Los guantes están en tan malas condiciones que un puñetazo puede romper el cojín protector y hacer contacto con un rostro durante un entrenamiento. Las agujetas son apenas lo suficiente mente largas para asegurar el puño de la mano, y las cuarteaduras en la piel del guante se parecen a las de la tierra cuando hay sequía.


Tema 3: Causas de la escasez de recursos

El gimnasio del barrio parece ser más una fuente de orgullos para los boxeadores aspirantes que para Chávez. Ya que Chávez decide entrenar y completar su preparación boxística lejos de Culiacán, no compra equipo nuevo para el gimnasio local. De acuerdo con su hermano mayor, Rodolfo, quien administra sus otros negocios, “el gimnasio no produce ganancias, pero tratamos de ayudarlo (a López)”. 

“Él (Chávez) es propietario del gimnasio, pero no me da dinero”, dijo López. “Estoy un poco dolido, pero estoy contento con lo que tengo aquí”.

López dijo que le pidió ayuda financiera a Chávez en una ocasión, pero se le dijo que no pidiera nuevamente.

“Pero yo sigo yendo”, dijo López. “Tengo fe en que él me recuerde. Me gusta muchísimo lo que hago aquí. Me gusta entrenar. ¿Qué más voy a hacer? Esto es lo que sé hacer”.

Dos semanas antes, López dijo que algunas pesas de mano fueron robadas. No hay esperanzas de reemplazarlas porque dice que no tiene dinero.


Transición a remate: El orgullo está en el nombre

Pero la escasez de equipo moderno no previene a los jóvenes boxeadores de usar el gimnasio. El atractivo para muchos es la oportunidad de codearse con el famoso boxeador en una de sus inesperadas visitas a su casa en Culiacán.

Adrián Anderson, de 18 años, dijo que estaba entrenando al mismo tiempo que Chávez se apareció para hacer un calentamiento ligero.

“Yo lo considero como un maestro”, dijo Anderson. “Es un buen ejemplo para los boxeadores porque ha durado mucho tiempo”.

Remate circular: Sueños de pobreza

Anderson, quien ha estado entrenando por dos años, dijo que se inspiró al ver a Chávez y por los pocos consejos que el campeón compartió con él-

“Quiero llegar a ser alguien”, dijo Anderson. “Quiero ganar muchas cosas. Poe eso entreno. Le dije a mi padre que me trajera aquí desde que yo era más chico. Quiero ser como Chávez”.

(Texto de María Silvera sobre el gimnasio “Julio César Chávez)


viernes, 17 de diciembre de 2021

2021: El año del "aguante"

 


Nos acercamos al final de la gestión anual y vuelvo a caracterizar que se va en mis propios términos y juicios. Lo vengo haciendo desde 2010 y aprovecho para refrescar las memorias, con cada vez menos espacio y, por tanto, con la mínima referencia de los hechos que me llevaron a otorgar tal o cual denominativo, año por año. Para llegar al presente, pasamos por:

2010: “El año del rodillazo”. ¿Recuerda usted el artero rodillazo propinado por el señor Morales Ayma a un rival durante un partido “amistoso”? He sostenido, desde entonces, que el mismo simboliza la forma de gobernar del susodicho.

2011: “El año del MASkin”. Este año se cumplieron 10 de aquella cruenta intervención del aparato represivo del régimen masista contra los marchistas por el respeto al TIPNIS en la localidad de Chaparina. Escenas como las de los y las indígenas siendo amordazados con cinta maskin –de ahí la caracterización- sacudieron las entrañas de la ciudadanía. El régimen adujo que “se había roto” la cadena de mando. Uno de los responsables de la acción se pavonea en organismos internacionales como si nada.

2012: “El año de la caca”. En referencia a una frase escatológica vertida por el presidente de entonces que calificaba como material fecal al estado de las relaciones con Estados Unidos. Demostración cabal de la “diplomacia de los pueblos”.

2013: “El año de la extorsión”. Por el mayúsculo escándalo del consorcio extorsivo montado por el régimen cuyo modus operandi fue el de exaccionar importantes montos a reos con la promesa de gestionar ante la justicia su liberación.

2014: “El año del Estado Plurinominal”. Un desliz del tribunal electoral hizo que en las papeletas de votación se imprimiera el rótulo de “Estado Plurinominal de Bolivia”, en lugar del correcto “Plurinacional”. Aparentemente solo un detalle sin importancia pero que, en estricto derecho, debería haber llevado a la anulación del proceso electoral de entonces.

2015: “El año de Petardo”. Como en la actualidad, Potosí se enfrentó al régimen; aquella vez, a una marcha que se dirigía a La Paz, se plegó un perro al que no lo espantaban los ruidosos petardos que anunciaban el paso de los machistas. El can llegó a la sede del Gobierno ya con el sobrenombre de “Petardo”. El animal simbolizó la lucha por la democracia y la repulsa a la corrupción del régimen.

2016: “El año NO-Evo”. En su afán por prorrogarse indefinidamente en el poder, habiendo ya anteriormente burlado la prohibición constitucional para repostularse, el señor Morales Ayma convocó a referéndum. El mismo se llevó a efecto el 21 de febrero con un resultado vinculante que enterró para siempre la ambición de dicho sujeto.

2017: “El año del nulo”. El régimen sufrió otra contundente derrota al resultar repudiados en las urnas los peleles que puso a candidatear a autoridades judiciales. No obstante la paliza que recibió, impuso de todas maneras a tales operadores en cargos de la administración de justicia, mismos que siguen favoreciendo al régimen en toda instancia.

2018: “El año de la doble pérdida”. Perdimos el mar por una mala conducción de la demanda ante La Haya y perdimos la democracia con la sentencia constitucional que, amparada en un inexistente derecho humano a la reelección indefinida, habilitó al dictador para las elecciones del año siguiente.

2019: “El año de la gesta democrática de Bolivia”. Comoquiera que ya era demasiada burla a la democracia, agravada por el fraude, la ciudadanía se envalentonó y en heroica resistencia, devolvió al país a la senda democrática. Los usurpadores tomaron las de Villadiego y, ante el vacío de poder, se produjo la sucesión constitucional.

2020: “El año de la calamidad”. Y llegó el virus que se entremezcló con una administración corrupta que, además, se metió en la carrera electoral –gravísima decisión-, preparando el terreno para el retorno del viejo régimen que volvió con sed de venganza.

2021: “El año del aguante”. Con el de hoy, son 340 días desde que Luis Arce conmino a la ciudadanía a aguantar la embestida de pandemia mientras se esperaba la provisión de vacunas. De alguna manera, el aguante continúa y no exactamente por el asunto de las vacunas.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

A fe de realismo

 


Luego de unos días de intensos mensajes de ida y vuelta, el debate, un tanto artificial, sobre el federalismo, ha bajado notoriamente de tono. Quién tiró la primera piedra y quién picó el anzuelo es algo que no lo tengo del todo claro.

En su afán de figuración y de buscar un pretexto para iniciar el camino hacia una reforma constitucional que le permita hacer realidad su anhelo gobernar de manera vitalicia, el señor Morales Ayma se plegó al discurso federalista sin convicción alguna –arrancarle las autonomías (que, por otra parte, no dejan de ser manejadas desde el centralismo, muchas veces con la aquiescencia de autoridades locales de militancia oficialista) fue, literalmente, una guerra de baja intensidad-. Lo más probable es que se haría una reforma de carácter absolutista, pero de federalista, para nada.

Por su lado, el Gobernador de Santa Cruz izó la bandera del federalismo como respuesta al carácter centralista del régimen, pero llevándola más allá de lo admisible con un discurso pletórico de dudosas consignas sobre la naturaleza del federalismo.

Poseros y voceros oficiosos se pronunciaron en afán de mostrar su “conocimiento” sobre el tema, más movidos por su reflejo “anti” que por criterios racionales. Curiosamente, quien más palo recibió fue Camacho –que sea Gobernador del departamento de Santa Cruz no es un dato menor en este sainete- rimaron federalismo con separatismo y anunciaron el regreso al neoliberalismo y al monocuturalismo, sin percatarse de un par de detalles: 1) El propio Morales Ayma y el señor Arce Catacora, a la sazón, Presidente de Bolivia, cogieron el guante, al menos al principio, del imaginario federal y 2) Un Estado, independientemente su forma –unitario o federal, siempre y cuando se establezca bajo el sistema democrático de gobierno- puede acoger gobiernos de diversas corrientes económicas –Estados Unidos de México es un buen ejemplo de ello-, puede contener población diversa (pluricultural) y puede mantenerse relativamente bien cohesionado.

Federal es una forma de Estado, con sus fortalezas y debilidades respecto a otras –la unitaria, principalmente- y no es el demonio que algunos quieren hacer creer. No olvidemos que la pulsión federal tiene más de cien años en nuestra historia y si hubo algunos que se jugaron por ella, fueron los indígenas del altiplano paceño, aimaras para más detalle, que luego fueron traicionados por los liberales de fines del XIX y principios del XX. Otra omisión del nuevo ciclo de discusión es que parecería algo reciente; que yo recuerde, Potosí ha estado propugnando el federalismo los últimos diez años.

Hace unos años cursé un módulo sobre federalismo en el Centro de Estudios Constitucionales “James Madison”, en Montpellier, Estados Unidos de América, en el que me sorprendí de que hasta hubiese un tipo de arquitectura denominada “federal” (en realidad es la neoclásica) que es la de las principales edificaciones de los poderes en Washington y que representa los valores del federalismo estadounidense: armonía, equilibrio, proporción y simetría. De tanto en tanto, mis estudiantes se conciernen sobre esto y más de uno podría hablar con mayor propiedad sobre el tema que muchos de los oficiosos que he leído o escuchado estos días.

En lo que a mí concierne, el camino de las autonomías nos llevará, indefectiblemente, hacia la forma federal de Estado, pero esto no ocurrirá mañana o pasado mañana porque a alguien se le ocurrió sacar de la galera el conejillo, sino por culminar el proceso autonómico, cosa aún muy lejana. Sin uno no habrá lo otro. A fe de realismo.