miércoles, 30 de septiembre de 2015

Consistencia del "NO"



Hago el cálculo una y otra vez y siempre me sale lo mismo –y si me equivoco, por favor hágamelo notar-: Gobernar “sólo” hasta el 2025, como sostiene el régimen para morigerar alguna resistencia a la (re)habilitación del señor Evo Morales como candidato a la presidencia, sería hacerlo hasta el mediodía del 22 de enero de dicho año –ni un día más, ni un día menos-.

Tal promesa es una más de las “estrategias envolventes” –burdas maniobras, para hablar claro- que han urdido el caudillo y sus adláteres para dar la impresión de que sus pretensiones son en extremo modestas, y no han faltado quienes se han tragado el agua salada de dichas patrañas.

No pocas razones dan cuenta de ello: para empezar, se está barajando la especie de que el periodo 2006-2019  -13 años de abuso/goce/borrachera inmisericorde del poder- no cuenta a efectos de la eufemísticamente llamada “repostulación” del déspota. O sea, si no entiendo mal, que la historia contará que hubo más de una década de vacío de poder hasta que un “desconocido” cocalero postuló a la primera magistratura. ¡Pero, por favor! ¡La ciudadanía ya no come vidrio molido!.

Otro dato es el reiterado comportamiento del susodicho individuo de negar sistemáticamente cualquier ambición de perpetuarse en el poder y actuar en sentido contrario –siempre apelando al “pueblo”-. En una reciente entrevista confesó haberse “acostumbrado” al cargo (a sus mieles, en realidad). El hombre ya no se imagina a sí mismo viajando en bus o amarrándose los guatos con sus propias manos. ¿Tiene la mayoría de la ciudadanía tan poca dignidad como para votar para satisfacer la vanidad de un sujeto tal? “La alternancia no tiene nada que ver con la democracia”, dicen; sin embargo, expresiones  como “gobierno de turno” o “periodo de gobierno” dan fe de la idea de transitoriedad en el ejercicio del poder y la propia Constitución impuesta por el régimen –varias veces violada por sus progenitores- así lo estipula.

El motivo más simple para descreer del “sólo la puntita” que proclama el régimen es la psicología del sátrapa: ¿Cree usted que éste se irá así nomás el 22 de enero de 2025, permitiendo que “otro” brille en los fastos del bicentenario de la República? (imagine usted una sonora carcajada de un servidor).

Pero el rodillazo gubernamental bien podría recibir como respuesta un cabezazo ciudadaNO a la hora del recuento de sufragios referendarios, esto a juzgar por la demoledora victoria del “NO” recién pasado cuyo contenido es, a no dudarlo, plebiscitario y es, además, correspondiente con las encuestas en las que si bien en los ítems “gestión”  y “popularidad” del personaje en cuestión muestran una discreta aprobación (mismos que hasta podrían incrementar la misma vía La Haya) coinciden en marcar la reprobación ciudadana hacia su afán de perpetuación lo que, en mi criterio, hace que el “NO” sea una manifestación consistente –independiente de otras valoraciones y resistente a campañas y prebendas-. Es un sólido rechazo a la corrupción, a la deshonestidad, a la mentira y a otras “virtudes” de las que el régimen ha hecho su estandarte.

¿Quiere esto decir que los ciudadanos vamos a esperar recostados en una hamaca a que el régimen sufra una nueva humillación electoral? De ninguna manera. El control que ejerce sobre órganos como el electoral y el constitucional puede hacer la diferencia entre su continuidad o no en el poder. Pero, como se ha visto, cuando la distancia entre una opción y otra es sideral, pueden acortarla, pero no revertirla. ¡A no bajar la guardia por la democracia, la libertad y la transparencia!

martes, 15 de septiembre de 2015

La trascendencia de llamarse Leopoldo



“Fijemos atentamente la mirada; que luego debemos habituamos a soportar en la contemplación de la naturaleza de la luz todavía débil de la verdad, como primer indicio del sol naciente; hasta que, por último, mediante la piedad teológica y el santísimo culto de Dios, podamos resistir vigorosamente, como águilas del cielo, el fulgurante esplendor del sol a mediodía”. –“Discurso sobre la Dignidad del Hombre”. Giovanni Pico della Mirandola-.

A uno lo vi dos veces en mi vida, una de las cuales le expresé mi solidaridad por la condición de preso político a la que lo tiene sometido el régimen; al otro quisiera algún día, tanto mejor si fuera en libertad, estrecharle la mano y manifestarle mi más respetuosa admiración por la cruzada democrática que lidera. Gracias a la red internet, sin embargo, puedo decir que estoy en contacto con ellos y me mantengo pendiente de su estado de ánimo y de salud.


Éste, viene soportando dignamente la condena a convivir con los gusanos que profirió el verdugo encaramado el poder. ¡Habrase visto que fuera precisamente quien hizo todos los esfuerzos por evitar un enfrentamiento, el que con hoy, 16 de septiembre, hace 7 años, se encuentra a merced de la tiranía en calidad de acusado!.  Tiempo después apunté en mi blog lo siguiente: “El operativo me hizo recuerdo a los sombríos días de la dictadura: una autoridad democráticamente elegida era derrocada militarmente, conducida fuera de su jurisdicción natural y encarcelada hasta la fecha sin habérsele iniciado proceso. Estas condiciones me hacen afirmar que, así suene excesivo, en Bolivia la democracia está encarcelada. Dijimos en su momento que si esto podía hacerse con una personalidad constitucionalmente elegida para ejercer el alto cargo departamental, nadie estaba protegido ante los abusos gubernamentales”.


Aquel, en prisión hace más de un año y recientemente condenado a purgar más de trece, haciendo de tripas, corazón, ante la infame dictadura, proclama con dignidad:No me arrepiento (de la decisión de enfrentarla) por una razón muy sencilla y poderosa: las grandes causas ameritan grandes sacrificios”, y convoca a la ciudadanía a expresar su repudio, democráticamente, acudiendo a la urnas el 6 de diciembre, para manifestar su voluntad de cambio.


A ambos, sus respectivos regímenes (hermanos siameses políticamente hablando) les endilgan una crueldad próxima a la demoniaca que en los hechos nunca existió; el nuestro, pese a su voz atronadora, y más allá del poder que llegó a acumular (también exagerado en el imaginario político) es un hombre de diálogo. Así lo prueban testimonios como el que encontré en el rotativo La Razón que lo exalta así: “El diálogo se anota otro punto a favor. Leopoldo Fernández, ministro de Gobierno, y sus colegas Wigberto Rivero, Wálter Núñez y Ramiro Cavero dialogaron siete horas con los indígenas. Lograron un acuerdo”. Ese es el “monstruo” al que el régimen no le perdona el haber rechazado la invitación de Evo Morales para ser su candidato a Prefecto de Pando.


El venezolano es también un hombre razonable que, entre otras cosas, postergó sus aspiraciones personales para garantizar la unidad de la oposición en su país. Leopoldo López, conciencia democrática de la tierra de Bolívar.


Podría, y de hecho lo hago, tomar distancia de su(s) ideología(s), pero me une a ellos su indeclinable convicción democrática y me tiene sin cuidado el que me coloquen en el lado que quieran. Por eso, termino repitiendo lo que vengo sosteniendo siempre desde mi posición socialdemócrata: tolero más a un derechista con sentido democrático que a un izquierdista con aires monárquicos.

martes, 1 de septiembre de 2015

Al-evo-sa "combocatoria"



No sé si a usted, pero a mí me ocurre que ni acabo de salir de la perplejidad por alguno de los dislates del régimen –particularmente aquellos proferidos por el number one y el number two- que ya están en fila otros, cada cual más grosero que el anterior. Viene ocurriendo desde hace diez años y el repertorio de sandeces no parece tener fin; por el contrario, el propio régimen anda moviendo los hilos para procurar imponer su triste espectáculo ad infinitum.

La amarrada de huato ordenada por el reyezuelo a un militar, “cariñosamente” cumplida por éste, es una muestra más de que todo anda absolutamente corrompido, y de que el mal ejemplo viene “de arriba”.

Lo indignante es que tal cúmulo de despropósitos no parece causar mayor remezón político que el de algunas expresiones de condena social que se esfuman al bajarse de un trufi u otro medio de transporte público –protestas de baja intensidad-. No hay duda de que estamos viviendo días de una democracia residual con tendencia a convertirse en la “inédita” dictadura, reflejo de la que proclamara García Meza con su frustrado, en buena hora, sueño de gobernar durante 25 años. ¿Es reversible esa tendencia?, ¿es posible aún retomar la senda democrática? Hipotéticamente sí, pero durante una década el régimen se ha dado a la tarea armar un entramado (des)institucional que le es funcional hasta el delirio.

No habiendo siquiera cumplido un quinto de su tercer período en el gobierno –yo sigo sosteniendo que de manera absolutamente ilegal-, el régimen, como si no hubiera un sinfín de asuntos más importantes e incluso más urgentes que atender, ha decidido priorizar el de su eternización en el poder y, para ello, está ejecutando una estrategia, la de la Combocatoria.

Tan alevosa es ésta que presupone que todos los bolivianos son dóciles “amarrahuatos” dispuestos a acudir mecánicamente a un referéndum en combo donde uno no pueda decir “sí a arroz y al fresco de linaza pero no al pollo” –que, por ser vegetariano, sería mi caso-. En tal caso, preferiría quedarme con el pan con queso y café que uno se sirve en el mercado; o sea, por mucho que me parezcan deseables una reforma en la justicia y en la seguridad ciudadana, si éstas van tramposamente “casadas” al gobierno vitalicio del caudillo, mi voto va a ser decididamente por el “No”.

Si de todas maneras el régimen quiere forzar la reelección indefinida de Morales debe hacerlo sin timar de dicha forma al elector; debe hacerlo a la manera del referéndum constitucional colombiano de 2003 que incluía 15 reformas propuestas por el gobierno de entonces –de las cuales el soberano aprobó una sola- o sin ir más lejos, aunque no se trataba de la Constitución, del referéndum del gas.

A propósito de Colombia, siete años después del citado referéndum, Álvaro Uribe quiso habilitarse como candidato para otro período, habiendo iniciado su campaña reeleccionista apenas comenzado su segunda gestión a cargo de la primera magistratura, aprovechando un favorable clima político a su favor. Cuando todo hacía parecer que se saldría con la suya, la institucionalidad democrática, a través de la Corte Constitucional, falló en contra del referéndum al ser recurrido el proyecto ante tal instancia y con ello se inició la carrera por la sucesión.

Por el contrario, en el “Estado plurinominal”, el Tribunal Constitucional avaló –espuriamente- la habilitación de Morales para las elecciones de 2014 y el Tribunal Electoral le otorgó los 2/3 del parlamento para allanarle el camino de su nueva aventura antidemocrática.

Aun así, con todos los mecanismos del poder controlados, esta vez el régimen no lo va a tener fácil.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Pacto de (imp)unidad



“No me toquen el Pacto de Unidad”, advirtió el Presidente del neonato en el tiempo de la historia -y sostenido con respiración artificial- “Estado Plurinacional” durante el informe que, con motivo del centésimo nonagésimo –equivalente a la juventud biológica del individuo- aniversario de la creación de la República de Bolivia (cambiando, con buen criterio, el original “de Bolívar”), salía al paso de los cuestionamientos que sobre dicho instrumento del régimen están circulando, con cada vez mayor frecuencia, en la prensa independiente.

El denominado “Pacto de Unidad” –o le que queda de él- es el trípode–estructura sindical de llamado “Instrumento para la Soberanía de los Pueblos” (IPSP) que sostuvo con monolítica solidez al régimen durante sus primeros años. Es responsable, entre otras cosas, de la adopción de la discutible categoría “sujeto indígena-originario-campesino” y del cerco para la aprobación del proyecto de Constitución Política del estado en su versión “La Calancha”, que luego fue morigerado en sus versiones “Lotería” y Congreso Constituyente. 

Con el paso del tiempo, el PU se convirtió en un conglomerado multifuncional que bien puede fungir como grupo de choque, como rellenador de desfiles, como operador burocrático o como dispensador de represalias, merced a su organización de tipo sindical y a la relación prebendal que sostiene con el régimen. Sus organizaciones tienen cuotas bien definidas en el Gobierno. 

El escándalo originado en la megacorrupción dentro del Fondo de Desarrollo Campesino, la entidad más visible del cuoteo en favor de organizaciones del PU develó, como en otras instancias del oficialismo, la existencia de redes de desvío de los recursos públicos asignados a proyectos entre inconclusos y fantasmas como forma de movilidad social de ambiciosos dirigentes “originario-indígena-campesinos”. Algunas cabezas han rodado, pero las principales parecen contar con un fuerte blindaje (palabra cara al régimen) provisto desde la cima del poder.

Para que desde esa cima se manifieste la intocabilidad del PU tiene que estar quitándole el sueño la posibilidad de que haya muchos FONDIOC más y el ya frágil sostén que brinda el trípode acabe por venirse abajo. Lo curioso es que el propio señor Morales lanzó munición menuda a los “ioc”, primero, a propósito de las autoridades judiciales “elegidas” por voto universal (“en vano incorporamos ponchos y polleras”) y luego, con motivo de la resistencia a la explotación de hidrocarburos en áreas protegidas (“el movimiento indígena ya no es una reserva moral”). 

A propósito, lejos de visiones rousseaunianas, traigo una cita de mi autor de cabecera, Fernando Savater: “No debemos olvidar que el tiempo de las sociedades es largo y el de las personas breve, que cada uno de nosotros está socialmente constituido por el mismo tejido que trata de reformar, que nunca habrá realmente tal cosa como un ‘hombre nuevo’, sino sólo novedades relevantes al alcance del hombre”. Y si la estructura del régimen está a punto de colapsar, su tejido tiene principios de gangrena.

En los regímenes de corte autoritario, sin embargo, la tendencia ante el debilitamiento es a incrementar la dosis de autoritarismo como recurso último de permanencia en el poder;  podríamos estar transitando, entonces, de una democracia residual, que es la que está aún en curso, a una dictadura pactada apoyada en un “pacto de impunidad”, cuyas nuevas manifestaciones (la sistemática acción contra periodistas y ong’s, por ejemplo) ya se hicieron sentir como torpe método de acallamiento de la crítica y su consecuente recorte de derechos civiles y políticos.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Bolivia



Entrañable república, estás de aniversario y el hecho de que en este momento sea en tu nombre que se realizan actos solemnes y festivos recordando tu creación es prueba de que, lejos de denominaciones eventuales, trasciendes el tiempo y has ingresado en la cuenta regresiva que culminará en diez años cuando  apagues doscientos cirios, ocasión que, si el devenir lo dispone, me tendrá, como ahora, haciéndote honores desde mis letras.

Dejando de lado el apóstrofe con el que me dirigí a la república a manera de salutación, me defino como un boliviano de y por derecho cuyas raíces están profundamente arraigadas en esta parte del mundo, alimentándose de su(s) cultura(s) y de su historia, y cuyas antenas –como reza el nombre de la columna de Gonzalo Chávez- están conectadas al resto del orbe, captando las señales provenientes de diversas latitudes.

Como tantos otros hijos de esta república, éste lo es de padres provenientes de distintos lugares -una suerte de intramestizaje dentro del macromestizaje que caracteriza al país-. Lo he dicho muchas veces: padre chuquisaqueño, madre pandina, vástago paceño. Dicho de otra manera: aquel, del departamento en el que se fundó la república, aquella, del último departamento que se creó en la república y éste, del departamento cuya urbe que se consolidó como sede del gobierno de la república.

“No hallando vuestra embriaguez una demostración adecuada a la vehemencia de sus sentimientos, arrancó vuestro nombre y dio el mío a todas vuestras generaciones. Esto, que es inaudito en la historia de los siglos, lo es aún más en la historia de los desprendimientos sublimes. Tal rasgo mostrará a los tiempos que están en el pensamiento del Eterno, lo que anhelabais, la posesión de vuestros derechos, que es la posesión de ejercer las virtudes políticas, de adquirir los talentos luminosos y el goce de ser hombres. Este rasgo, repito, probará que vosotros erais acreedores a obtener la gran bendición del cielo –la Soberanía del Pueblo- única autoridad legítima de las naciones”, decía Bolívar en su mensaje del 26 de mayo de 1826 al Congreso Constituyente.

Bolivia tiene glorias en abundancia pero, ¿se puede achacar, entonces, a la república las variadas desventuras que ha sufrido a lo largo de estos casi dos siglos? ¿no es, acaso, ello, atribuible a gobiernos en particular y a circunstancias, en general?

Lo paradójico de la presente celebración republicana es que sean quienes la denostaron, al punto de renegar de ella –e incluso proponer su eliminación del calendario festivo-, los que se cuelgan refulgentes medallas. ¿No deberían, por discreción, brillar por su ausencia?. O lo suyo es pura impostura o se rindieron a la evidencia histórica. Me gustaría pensar que sucedió lo segundo.

Es esencial, pues, reivindicar el espíritu republicano que, como se ha dicho previamente, trasciende el tiempo, para sacudirse del esperpento jurídico que ha pretendido, sin éxito –aunque se lo hubiera introducido en la CPE, La Calancha mediante- imponerse a la sustancia histórica del país.

Corresponde entonces, siguiendo a Jorge Lazarte, reponer plenamente, en la siguiente Constitución –o en la reforma de la vigente- la cualidad republicana de Bolivia: “Restablecer la condición de ‘república’ a la organización política del país, y definir a Bolivia como ‘República’ que marcó la ruptura política institucional con el Imperio español. La república entendida cono transferencia de la soberanía política del soberano al pueblo. De un lado, República no es el estado sino el país… Bolivia entendida como ‘república’, ‘res-pública’ en tanto espacio de lo colectivo por encima de los particularismos”.

¡Viva la república!