“Fijemos atentamente la mirada; que luego debemos habituamos a
soportar en la contemplación de la naturaleza de la luz todavía débil de la
verdad, como primer indicio del sol naciente; hasta que, por último, mediante la
piedad teológica y el santísimo culto de Dios, podamos resistir vigorosamente,
como águilas del cielo, el fulgurante esplendor del sol a mediodía”. –“Discurso sobre la Dignidad del Hombre”. Giovanni Pico della
Mirandola-.
A uno lo vi dos veces en mi vida, una de las cuales le
expresé mi solidaridad por la condición de preso político a la que lo tiene
sometido el régimen; al otro quisiera algún día, tanto mejor si fuera en
libertad, estrecharle la mano y manifestarle mi más respetuosa admiración por
la cruzada democrática que lidera. Gracias a la red internet, sin embargo,
puedo decir que estoy en contacto con ellos y me mantengo pendiente de su
estado de ánimo y de salud.
Éste, viene soportando dignamente la condena a convivir
con los gusanos que profirió el verdugo encaramado el poder. ¡Habrase visto que
fuera precisamente quien hizo todos los esfuerzos por evitar un enfrentamiento,
el que con hoy, 16 de septiembre, hace 7 años, se encuentra a merced de la
tiranía en calidad de acusado!. Tiempo después apunté en mi blog lo siguiente: “El operativo me hizo recuerdo a
los sombríos días de la dictadura: una autoridad democráticamente elegida era
derrocada militarmente, conducida fuera de su jurisdicción natural y
encarcelada hasta la fecha sin habérsele iniciado proceso. Estas condiciones me
hacen afirmar que, así suene excesivo, en Bolivia la democracia está
encarcelada. Dijimos en su momento que si esto podía hacerse con una
personalidad constitucionalmente elegida para ejercer el alto cargo
departamental, nadie estaba protegido ante los abusos gubernamentales”.
Aquel,
en prisión hace más de un año y recientemente condenado a purgar más de trece,
haciendo de tripas, corazón, ante la infame dictadura, proclama con dignidad: “No me
arrepiento (de la decisión de enfrentarla) por una razón muy sencilla y
poderosa: las grandes causas ameritan grandes sacrificios”, y convoca a la
ciudadanía a expresar su repudio, democráticamente, acudiendo a la urnas el 6
de diciembre, para manifestar su voluntad de cambio.
A ambos, sus respectivos regímenes (hermanos siameses políticamente
hablando) les endilgan una crueldad próxima a la demoniaca que en los hechos
nunca existió; el nuestro, pese a su voz atronadora, y más allá del poder que
llegó a acumular (también exagerado en el imaginario político) es un hombre de
diálogo. Así lo prueban testimonios como el que encontré en el rotativo La
Razón que lo exalta así: “El diálogo se anota otro punto a favor. Leopoldo
Fernández, ministro de Gobierno, y sus colegas Wigberto Rivero,
Wálter Núñez y Ramiro Cavero dialogaron siete horas con los indígenas. Lograron
un acuerdo”. Ese es el “monstruo” al que el régimen no le perdona el haber
rechazado la invitación de Evo Morales para ser su candidato a Prefecto de
Pando.
El venezolano es también un hombre razonable que, entre
otras cosas, postergó sus aspiraciones personales para garantizar la unidad de
la oposición en su país. Leopoldo López, conciencia democrática de la tierra de
Bolívar.
Podría, y de hecho lo hago, tomar distancia de
su(s) ideología(s), pero me une a ellos su indeclinable convicción democrática
y me tiene sin cuidado el que me coloquen en el lado que quieran. Por eso,
termino repitiendo lo que vengo sosteniendo siempre desde mi posición socialdemócrata:
tolero más a un derechista con sentido democrático que a un izquierdista con
aires monárquicos.
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