martes, 15 de septiembre de 2015

La trascendencia de llamarse Leopoldo



“Fijemos atentamente la mirada; que luego debemos habituamos a soportar en la contemplación de la naturaleza de la luz todavía débil de la verdad, como primer indicio del sol naciente; hasta que, por último, mediante la piedad teológica y el santísimo culto de Dios, podamos resistir vigorosamente, como águilas del cielo, el fulgurante esplendor del sol a mediodía”. –“Discurso sobre la Dignidad del Hombre”. Giovanni Pico della Mirandola-.

A uno lo vi dos veces en mi vida, una de las cuales le expresé mi solidaridad por la condición de preso político a la que lo tiene sometido el régimen; al otro quisiera algún día, tanto mejor si fuera en libertad, estrecharle la mano y manifestarle mi más respetuosa admiración por la cruzada democrática que lidera. Gracias a la red internet, sin embargo, puedo decir que estoy en contacto con ellos y me mantengo pendiente de su estado de ánimo y de salud.


Éste, viene soportando dignamente la condena a convivir con los gusanos que profirió el verdugo encaramado el poder. ¡Habrase visto que fuera precisamente quien hizo todos los esfuerzos por evitar un enfrentamiento, el que con hoy, 16 de septiembre, hace 7 años, se encuentra a merced de la tiranía en calidad de acusado!.  Tiempo después apunté en mi blog lo siguiente: “El operativo me hizo recuerdo a los sombríos días de la dictadura: una autoridad democráticamente elegida era derrocada militarmente, conducida fuera de su jurisdicción natural y encarcelada hasta la fecha sin habérsele iniciado proceso. Estas condiciones me hacen afirmar que, así suene excesivo, en Bolivia la democracia está encarcelada. Dijimos en su momento que si esto podía hacerse con una personalidad constitucionalmente elegida para ejercer el alto cargo departamental, nadie estaba protegido ante los abusos gubernamentales”.


Aquel, en prisión hace más de un año y recientemente condenado a purgar más de trece, haciendo de tripas, corazón, ante la infame dictadura, proclama con dignidad:No me arrepiento (de la decisión de enfrentarla) por una razón muy sencilla y poderosa: las grandes causas ameritan grandes sacrificios”, y convoca a la ciudadanía a expresar su repudio, democráticamente, acudiendo a la urnas el 6 de diciembre, para manifestar su voluntad de cambio.


A ambos, sus respectivos regímenes (hermanos siameses políticamente hablando) les endilgan una crueldad próxima a la demoniaca que en los hechos nunca existió; el nuestro, pese a su voz atronadora, y más allá del poder que llegó a acumular (también exagerado en el imaginario político) es un hombre de diálogo. Así lo prueban testimonios como el que encontré en el rotativo La Razón que lo exalta así: “El diálogo se anota otro punto a favor. Leopoldo Fernández, ministro de Gobierno, y sus colegas Wigberto Rivero, Wálter Núñez y Ramiro Cavero dialogaron siete horas con los indígenas. Lograron un acuerdo”. Ese es el “monstruo” al que el régimen no le perdona el haber rechazado la invitación de Evo Morales para ser su candidato a Prefecto de Pando.


El venezolano es también un hombre razonable que, entre otras cosas, postergó sus aspiraciones personales para garantizar la unidad de la oposición en su país. Leopoldo López, conciencia democrática de la tierra de Bolívar.


Podría, y de hecho lo hago, tomar distancia de su(s) ideología(s), pero me une a ellos su indeclinable convicción democrática y me tiene sin cuidado el que me coloquen en el lado que quieran. Por eso, termino repitiendo lo que vengo sosteniendo siempre desde mi posición socialdemócrata: tolero más a un derechista con sentido democrático que a un izquierdista con aires monárquicos.

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