miércoles, 22 de marzo de 2023

El lado "amable"

 




¿Puede tener algo de atractivo la descomposición de un cuerpo al morir? La hinchazón, la putrefacción y los bichos devorando los órganos descompuestos no forman precisamente una imagen “bonita”. En otro plano, el artístico, puede ser que un cuadro magistralmente pintado –unos cadáveres desparramados en un campo de batalla, por ejemplo- adquiera otra dimensión estética, aunque no dejará de impresionar fuertemente, cosa que, seguramente, sería la que buscase el autor.

¿Podríamos, sin embargo, extraer algo “positivo” del proceso de descomposición del régimen? ¿Podríamos destacar algo “lindo” de delicada situación de la economía, sabiendo, además, que nos afecta a todos –si únicamente afectara al Gobierno, no sería motivo de tanta preocupación-? Pues mirando de otros ángulos, probablemente sí. Haremos el intento.

Lo que la disputa interna por el poder nos ha permitido conocer son las entrañas infectas del régimen que, indistintamente si se trata de “evistas”, “arcistas” o cualquier otra denominación, son caras de la misma moneda o el mismo dado.

En su versión más pintoresca, en materia económica, nos ha traído la novísima metafísica plurinacional en la persona del inefable senador Ajpi, quien se despachó un ramillete de invaluables gemas.

En aspectos menos risibles, no obstante, la figura se ha puesto tan sórdida que me trajo a la memoria el, probablemente, primer gran escándalo de la administración de Morales Ayma; me refiero al negociado en YPFB durante la gestión de Santos Ramírez, entonces hombre fuerte del MAS, quien, a la postre, purgó prisión durante varios años. De no haber ocurrido un hecho de sangre –el homicidio contra el empresario involucrado en esa operación- probablemente jamás nos hubiéramos enterado de tal acto de corrupción. Sin ánimo de ofender, sino de ser sarcástico, diría que aquel crimen fue el lado “amable” del asunto ya que nos permitió conocer los estercoleros de la estatal petrolera.

En tal lógica, es de agradecer que una trifulca en la que todo vale, haya permitido destapar hechos vergonzosos en los ámbitos de la economía, de la justicia y administración de las entidades estatales, sumando aproximadamente una veintena de denuncias de uno y otro lado del régimen de manera cruzada. Sostuve en mi anterior columna que, de haber sido hechas por miembros de la oposición, éstos serían objeto de inmisericorde persecución y la denuncia caería en saco roto por, en el lenguaje del régimen, proceder de “la derecha”, del “imperio” o de “los pititas”. Ratifico dicha percepción.

En el ámbito de la justicia, a tiempo de descalificar la propuesta de reforma de los juristas independientes –que además tropieza con el sabotaje orquestado desde el TSE, a instancias de su presidente- el ministro del área –a confesión de parte, relevo de prueba- ha certificado lo que todos sabíamos: que los magistrados, en la etapa de selección, son los impuestos por el dedazo de Morales Ayma. Lo curioso es que el propio Lima fue uno de los “elegidos”. Es más, él mismo mandó al diablo a la comisión de notables que, de buena fe, creyeron, ingenuamente, que el régimen les iba a dar autonomía para cambiar este putrefacto sistema.

Ya sin homicidio de por medio, otro millonario negociado en YPFB fue “destapado” –con seguridad, si no se daba la ruptura masista permanecería convenientemente ignoto- por otro operador de Morales Ayma.

Donde sí hubo otro muerto, aunque el caso que lo involucraba como testigo protegido, ya estaba en curso, es en el de la ABC. Y, nuevamente, el lado amable es que nada de esto se sabría si las aguas azules hubiesen permanecido tranquilas.

Pero, repito, en este cuento, unos y otros, todos miembros de la mafia masista, son la misma basura.

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