miércoles, 29 de julio de 2020

Lo que el virus no se llevó

                                                   Foto: APG


“El Facebook parece una larga lista de obituarios”, me comenta mi esposa y no le falta razón. Esta red social, a diferencia de otras, se ha convertido en una suerte de muro de testimonios sobre la partida de los seres queridos de los usuarios y la de los héroes que estuvieron en la primera línea de acción en contra de la calamidad –así llamé al asunto en una columna de hace dos meses y ahora el gobierno lo oficializa decretando “estado de calamidad”-.

Si usted está leyendo estas líneas es porque según cada variante –haber padecido y superado tal situación, (aún) no haberla padecido, tenerla latente y no haberse enterado todavía- está en lo que Carpentier llamaría “el reino de este mundo”. Y puede considerarse afortunado(a). Eso sí, en los dos últimos casos, a seguir tomando recaudos porque nadie está a salvo del monstruo microscópico.

En mayor o menor grado, todos hemos perdido a una persona cercana. Se nos han ido papás, mamás, hermanos, hermanas, amigos y amigas. El virus también se ha llevado a gente valiosa por su espíritu de servicio al prójimo; impotencia e inermidad están en el ambiente.

Todo homenaje a ellos queda corto. Estamos en deuda con ellos. Inclusive, en su despedida, merecían mucho más. Página Siete tributó a las almas de estos servidores en una de sus ediciones, un honor póstumo cuya memoria ilumina el camino. La calamidad, en fin, se ha cargado la vida de parte de lo mejor de nuestra gente. Sus huellas, sin embargo, permanecerán indelebles y tendrán un sitial de privilegio cuando se escriba la historia de estos aciagos días. Sugiero a los ejecutivos de este medio considerar la posibilidad de editar un libro que los testimonie para que las próximas generaciones sepan del valor de sus antecesores.

Hasta aquí, aquello que el virus se llevó: vidas. No se llevó su ejemplo, por cierto. Pero, ¿qué de aquellas cosas que no lo hizo?

Con todo su dramatismo y la permanente conmoción que genera, la calamidad no ha conseguido llevarse ciertas actitudes que supondríamos, hasta por sentido común, desaparecerían o al menos entrarían en pausa.

Ocurre que por los intereses que están en juego en el ámbito político, fundamentalmente la realización de las próximas elecciones, aquellos señores que cometieron el fraude electoral más alevoso de la historia, se rasgan las vestiduras por el asunto de la fecha de aquellas.
Ciertamente, los comicios deben realizarse. Nadie en su sano juicio ha mencionado la suspensión de los mismos. Si la postergación de éstos “favorece” al gobierno prolongando su gestión –no le veo el encanto a “gozar” del poder en estas condiciones- es producto de las circunstancias.

Ahí está la mala leche del partido que sumió al país en la corrupción durante 14 años. Por recato, al menos, debería respetar las decisiones que adopta el Tribunal Supremo Electoral, como órgano de Poder autónomo y, por norma, el Legislativo sancionarlas sin mayor trámite. En tal sentido, la fecha, lo he dicho antes, no es lo más importante. La fecha, en todo caso, es una consecuencia del análisis de las condiciones sanitarias previstas y de los recursos necesarios para una elección atípica.

En tal sentido, están por demás las convocatorias a la convulsión y a incendiar el país. Si el titiritero de Buenos Aires cree que esto redituará en votos a su candidatura de pantalla, está absolutamente errado. Nosotros, encantados de que sea así, pero no con las acciones que el exdictador instruye.

Según se sabe, está relativamente cercano el día en que la vacuna contra la calamidad esté disponible; lamentablemente, no se avizora una contra la insensibilidad azul.

miércoles, 15 de julio de 2020

¡Cómo no, Lucho!

                                           Viñeta: Javier Menchaca


Toda vez que le pedía a mi madre algo que estaba fuera de su alcance, algo que yo no estaba en posición de exigir o que le venía con un “cuento” (una mentirita), ella me respondía “¡Cómo no, Lucho!”. Por cierto, no me llamo Luis.

No sé si tal expresión socarrona era de su creación o no –la verdad es que no la escuché de boca de otras personas-, pero ahora adquiere una inopinada vigencia ante las arremetidas del homónimo del ministro del Interior de García Meza –el que amenazaba con hacernos andar con el testamento bajo el brazo-. Este sí responde al nombre de Luis.

¿Está Luis en posición de imponerle al país ciertas exigencias de cara a las venideras elecciones? ¿Está el país desesperado por complacer a Luis en sus demandas de privilegios políticos? ¿Quién está dispuesto a creerle sus cuentos a Luis?

Empecemos por decir que la voz de Luis no es necesariamente la suya; en buena medida es solo el eco de la voz del prófugo que intenta restaurar su régimen de terror desde su lujosa guarida bonaerense. Lo que sí le pertenece es su silencio.

El candidato nominal, Luis, calla ante el bloqueo del bloque mayoritario, resabio ignominioso del antiguo régimen en la transición actual, a créditos que pueden paliar el calamitoso estado de la economía –economía que, por lo visto, no estaba en absoluto “blindada” como solía alardear Luis-, siendo que, por otra parte, los montos son irrisorios comparados con los de la deuda contraída por Bolivia en tiempos de la mafia azul.

Ese hecho –el bloqueo crediticio (hecho político en el que el Gobierno también tiene parte al tener a la presidenta en plan de candidata, nobleza obliga)- es análogo al bloqueo alimentario a las ciudades que Morales Ayma ordenó a sus huestes, a Luis entre ellas, mediante llamadas telefónicas puestas en evidencia. Tres pericias así lo confirman. Razonemos: si tres pruebas de embarazo a una misma persona dan “positivo”, dicha persona ¿está embarazada o no lo está?

Así pues, Luis es cómplice de la asfixia financiera, y lo hubiese sido de la alimentaria si acaso no se conocían las llamadas del jefe de Luis a sus amigotes quienes, dicho sea de paso, estarían vinculados al narco.

Con tales credenciales, el individuo en cuestión hace de portavoz de Morales Ayma cuando cuestiona a la OEA como organismo observador electoral y al TSE como órgano rector.

¡Vaya tupé! Señores de la OEA, hagan el favor de hacerse a un lado; se los está pidiendo Luis. Señores del TSE, los expertos en fraude dicen que desconfían de ustedes.

El fugado dictador también ha hecho decir a Luis que en Bolivia se viven ocho meses de ausencia de democracia. ¡Pero claro!, hay que volver a la “democracia” de la judicialización de la política, a la “democracia” del fraude, a la “democracia” del FONDIOC, a la “democracia” de Zapata... ¿les damos el gusto? Porque si no se los damos anuncian que viene la convulsión.

Por último, precedido por su fama de buen cajero, Luis se permite dar consejos de economía y de salud. Pocos reparan en el hecho de que Luis fue un administrador de la abundancia originada en las altas cotizaciones de las materias primas y aun así endeudó al país en guarismos no conocidos anteriormente. Más de una década de crecimiento con pies de barro nos pasan ahora la factura del despilfarro y la corrupción masista: canchitas, elefantes blancos, narcotráfico y consorcios mafiosos en lugar de un sistema de salud medianamente decente.

Venga, Luis, siga poniendo su voz a las exigencias y amenazas de su jefe que, desde la Bolivia democrática le responderemos a coro ¡cómo no, Lucho!

miércoles, 1 de julio de 2020

La Paz, julio 10 de 2020


Sra. Presidenta:

Valoro profundamente la decisión que usted asumió hace tres días; sé que no le fue fácil adoptarla, pero a la fecha, su dimensión de lideresa ha crecido inmensamente. Respetuoso de la fe que cada quien puede abrazar en un Estado laico, le dedico una cita tomada del libro de la suya:

“Finalmente, recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen pan en abundancia, y yo aquí me estoy muriendo de hambre! Pero voy a levantarme, e iré con mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y no soy digno ya de ser llamado tu hijo; ¡hazme como a uno de tus jornaleros!’” Y así, se levantó y regresó con su padre. Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y tuvo compasión de él. Corrió entonces, se echó sobre su cuello, y lo besó”.

La escena de la que deriva la misma se encuentra en el capítulo 15 del Evangelio según Lucas y refiere a un padre que, a instancias de uno de sus dos hijos, les adelanta la herencia, pero éste la dilapida y pasa hambre. Posteriormente, su padre lo vuelve a acoger y para celebrar el retorno, le hace vestir con los mejores atuendos y comer los manjares más exquisitos, a más de decretar fiesta.

Estoy seguro de que usted, ferviente cristiana, la conoce. Es la parábola del hijo pródigo, como pródiga fue su persona al reconsiderar (“finalmente recapacitó y dijo…”) la decisión, seguramente tomada al calor del momento, de presentarse como candidata en las elecciones generales, inicialmente programadas para mayo y pospuestas para septiembre.

Con este gesto de grandeza, usted ha vuelto a ser aquella mujer a la que la ciudadanía confió el tránsito democrático, pacífico y ordenado a un nuevo periodo constitucional de gobierno.

Estos últimos tres días han resonado con mayor fuerza algunas de sus palabras pronunciadas con anterioridad a haberlas traicionado:  "Lo que particularmente yo quiero es cumplir con Bolivia, no estar aprovechándome de una situación y decir, ¡ah yo también podría ser candidato y me aprovecharé de eso!, porque creo que sería deshonesto"; "Por ahí dicen que yo estaba buscando candidaturas… es una especulación de muy mal gusto porque yo, de mi boca, ni en mi pensamiento lo pensé, no sería honesto. Aquí el objetivo de nuestro gobierno es llevar a elecciones y se acabó; yo no quiero ser candidata a nada”.

Hace tres días, Bolivia no perdió una candidata, recuperó una Presidenta. Y así lo entendieron tanto los ciudadanos de a pie como los actores políticos. Más de uno la está proyectando hacia las subsiguientes elecciones, dentro de cinco años. Y sí, con la generosidad mostrada ahora, podría sino imbatible, ser una formidable candidata –créame que las condiciones serán mucho más propicias que las actuales-.

Habrá notado que, en estas casi 72 horas, los dardos ya no apuntan a su persona y, de los que permanecen en carrera, un par se están destruyendo sin piedad. Probablemente su decisión haya causado malestar en algunos de sus allegados, pero fueron ellos mismos los que ratificaron, en su momento, que usted no iba a dar el mal paso que dio y que ya enmendó. “No va a ser candidata ni va a hacer política por ningún candidato”, confirmaba el entonces Ministro de Obras Públicas, hoy en la cartera de la Presidencia.

Fíjese, además, que, como por arte de magia, la Asamblea controlada por el MAS ha comenzado a aprobar créditos y varias otras propuestas para hacer frente a la calamidad que aún nos amenaza. Obvio: usted ya no es “el enemigo”, es la Presidenta de Bolivia.

Gracias por haber recapacitado. Yo también reconsideraré mi decisión de no votar por usted. Lo haré en cinco años.