Cuando comenzaba a producirse el
reencauzamiento de la democracia en Bolivia, cierto número de “personalidades”,
llevadas por su simpatía para con el antiguo régimen, publicaron sendos
manifiestos tildando a la emergencia ciudadana como “golpe de Estado” y
sandeces por el estilo. En su descargo, podría decirse que se precipitaron en
emitir tales criterios por la desinformación que hacía circular la aún en
funciones dictadura masista.
Días después de haberse producido la sucesión
constitucional, elementos de dudosa salud mental intentaron deslegitimar la
reconstrucción institucional con historias robadas de su propio pasado
traumático (“lanzan gente desde helicópteros”). Grotesco.
Pero que luego de dos meses de ejercicio ejemplar
–salvo algunos deslices ciertamente criticables- del gobierno, haya todavía
sujetos (algunos de los cuales se presentan como “intelectuales”) que insisten
en tales majaderías es francamente absurdo (¿”abzurdo”?).
Tratándose de avisos pagados, allá ellos, empero
tratándose de otrora prestigiosas publicaciones, como “Nueva Sociedad”, la
revista, ahora en digital, que más frecuento, es lamentable. No voy a mencionar
a la autora, ni a transcribir parte alguna de su texto, pero en una reciente
edición, luego de un análisis relativamente objetivo, remata con falacias
similares a las referidas anteriormente –“interrupción de la democracia”,
“gobierno de facto” y otras perlas-. Al jueguito de la descalificación de la
restitución democrática en Bolivia, se suman organismos como la CIDH y la UE, al
menos desde su vocería.
A los perpetradores de los panfletos en
cuestión, cabe recordarles que:
-
Mientras
el gobierno constitucional de la Sra. Áñez hacía esfuerzos encomiables para la
pacificación, el exdictador llamaba a sus huestes a dejar sin alimento a las
ciudades.
-
Mientras
el gobierno constitucional de la Sra. Áñez promueve una norma destinada a
instituir el debate entre candidatos como signo de sana democracia, el
exdictador anuncia la creación de milicias armadas para su hipotético regreso.
Extraño “régimen golpista” que busca la
pacificación y que, además de garantizar elecciones limpias, estimula el debate
entre postulantes a la Presidencia. Pertinente resulta la siguiente cita
atribuida a Octavio Paz que, casualmente, me acaba de salir en “watsap”: “La
ceguera biológica impide ver; la ceguera ideológica impide pensar”.
Lo que está fuera de discusión es que, a medida
que pasan los días, la magnitud de la corrupción, arbitrariedad, impostura,
despilfarro, delitos y abusos practicados por el antiguo régimen se hacen más
que evidentes.
Cuando surgieron los escándalos “Catler/Uniservice”,
“Fondioc” y “Zapata/CAMC”, se sabía que solo eran la punta del iceberg. De a
poco, el cuerpo del mismo está saliendo a flote con el paradójico efecto de
hundir más al exdictador y a sus socios.
Es tan vasto -14 años de tropelías- el
prontuario de éstos, que unos meses no son suficientes para apreciar la
dimensión del iceberg. Hace bien, sin embargo, el gobierno constitucional, en
allanar el camino a su sucesor. Junto con el verificativo de elecciones
confiables, esta labor será el legado de Áñez.
En efecto, los próximos gobernantes,
resultantes de elecciones democráticas, dispondrán de mayor tiempo para gestión
en lugar de ocuparse de toda la carga que dejó el antiguo régimen, dado que de
una porción ya se está ocupando el gobierno constitucional de la Sra. Áñez.
Esto deberían tenerlo claro quienes osan poner
en cuestión el carácter democrático de nuestras acciones ciudadanas y así evitarse
calores firmando panfletos ridículos.
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