viernes, 6 de julio de 2018

Mucho quibo(rax)



Escena uno: La protagonista, una alta funcionaria de un régimen corrupto, deja por un momento la reunión que sostiene con un grupo de mafiosos aduciendo que debe arreglar cuentas con su vejiga en la toilette. En el interín, dentro de su despacho, el lobbysta, que ya había acordado la acción con la dama, se dirige hacia la computadora de ésta que, por supuesto, tiene toda la información confidencial del Estado y la extrae sin apuro. Diez minutos después –“estos cafés tan ricos”- la mujer vuelve para continuar la negociación con cara de “yo no fui”.

Escena dos: En magistral acto de magia cabildera, la defensa legal del Estado logra una acuerdo de resarcimiento con la empresa a la que un Gobierno anterior le había revertido sus concesiones en el salar de Uyuni por sólo tres millones de dólares que la firma afectada considera justo, monto mucho menor que los cuarenta millones –que luego llegó hasta un descomual ciento cincuenta- que había solicitado al comienzo del arbitraje al que se sometieron ambas partes. Un exprocurador señala que el trato no se materializó porque en el proceso se detectaron hechos dolosos.

¿No hubiese sido adecuado pagar esos tres millones, dar por concluido el pleito y recién ocuparse de los documentos fraguados que, en cualquier caso, no afectaron la resolución del tema a favor del Estado?

Escena tres: Vencido el tiempo para saldar la cuenta con tres millones, la empresa vuelve a su posición inicial, cuarenta millones, y luego va aumentando sus pretensiones hasta arrancarle al Estado cuarenta y dos millones, seiscientos mil dólares de “compensación”, acuerdo que se celebra con un fuerte apretón de manos entre los representantes de las partes.
Estos 42,6 millones son 14,5 veces más que aquellos 3 millones.

Escena cuatro: Puesta en evidencia la regalona manera en la que el Estado defiende sus intereses, al régimen no se le ocurre mejor idea que culpar al expresidente Mesa de tal descalabro; extremo que, por supuesto, no se sostiene por ningún lado pero, ya sabemos, el régimen puede hacer lo que se antoja con la justicia porque forma parte estructural del mismo.

Escena cinco: En otra circense “interpelación” previamente cocinada entre el Procurador y el partido de Gobierno, los ministros “interpelados” fueron ovacionados por el sumiso rodillo oficialista. La nota destacada la puso el propio Mesa quien se presentó en el Parlamento quien, una vez concluido el acto teatral, señaló que éste fue el inicio del juicio que el régimen le seguirá prontamente.

Preguntas: A continuación adapto un cuestionario con preguntas que no han sido convincentemente respondidas por los operadores del régimen.

¿Qué motivó –por favor brindar una respuesta verosímil- la no concreción del preacuerdo de resarcimiento por $us 3.000.000 a Quiborax? ¿En qué anda el caso de falsificación de un acta por parte de representantes de Quiborax? ¿Hubo luego otro preacuerdo por $us 27.000.000? Si así fue ¿por qué no se materializó? ¿Cómo sube abruptamente el monto hasta alcanzar el definitivo de $us 42.600.000? ¿Por qué el Estado se dejó timar de tal forma? ¿Qué rayos se hará con la exsubprocuradora que dizqué dejó abierto su mail y que los demandantes se aprovecharon de su nobleza? ¿El representante de Quiborax fue parte del equipo chileno en el juicio por promesas no cumplidas con Bolivia respecto al tema marítimo?

Conclusión: Soy partidario, por principio de seguridad jurídica, de que toda empresa, nacional o internacional, que sea afectada por el Estado reciba una justa compensación por ello, pero cuando es más que evidente que el Estado se ha dejado esquilmar de esta madera, los involucrados –operadores del régimen- deben asumir su responsabilidad, pero parece que tanto quibo(rax) los ha vuelto caraduras.

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