jueves, 17 de mayo de 2012

El dedo y la Silla...



Hace dos días falleció Carlos Fuentes, escritor panameño de nacimiento pero mexicano por vida y obra que dejó profunda huella en la literatura de estos parajes.

Los lectores establecemos relaciones subjetivas con los libros y los autores; frases sueltas, palabras/emblema, asociaciones personalísimas sobre experiencias individuales en diálogo con los textos. La lectura es eso.

Mi aproximación a Fuentes llegó al punto de la revelación cuando leí "La Silla del Águila" (2003). Un pasaje de la obra -que transcribiré más adelante- cerró el círculo de un asunto que, pese a haberlo "superado", me tenía algo inquieto aún.

Sucede que en mis años mozos tuve una novia con un, para mí, extraño comportamiento a la hora de hacer el amor -desde entonces, por fortuna, no volví a juntarme con mujeres de similar accionar-. Vayamos al punto:  mi pareja de referencia tenía la tendencia de dirigir un dedo hacia mi culo e intentar introducirlo en el mismo.

Esto me causaba molestia por doble partida. Primero, porque evidentemente está reñido con la higiene y, segundo, porque no me resultaba placentero en modo alguno. Una parte del acto me la pasaba retirándole la mano del lugar. Lo hablamos pero al parecer no podía evitarlo.

El fin de esta historia supuso para mí una liberación; pero como dije...me quedó rondando el porqué de tan singular - que yo pensaba absolutamente única e inconfesable- "afición"... hasta que llegó "La Silla...".

El pasaje que referí dice así:

"¿Debo agradecerte que me hayas revelado al mejor amante que he tenido en mi vida, el más bello, el que con más impudicia me lame el culo, me lengüetea el clítoris, me mete los dedos por la vagina y me hace venirme dos veces, con la boca y la con la verga, gritándome, pidiéndome que le acaricie el ano, que es lo que quieren secretamente todos los hombres para venirse más fuerte -el ano, que es lo más cercano a la próstata, el hoyo del placer más secreto, menos confesado, menos exigido?


Él sí. Él sí me lo pide.


- Tu dedo en el culo, María del Rosario, por favor, hazme gozar..."

Por lo menos entendí que aquella mi novia sabía algo que yo no. Pero aún así, no me atrae ser "explorado" de esa manera. Cuestión de higiene.

 

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