Los locos Adams

Una familia muy normal. ¡Y lo era! O, por lo menos, muy funcional. Homero Adams, magnate, padre amoroso, esposo amante y dedicado; Morticia Adams, mujer enamorada, hermosa y elegante, de negro riguroso; los niños, Merlina y Pericles, criados con toda libertad; el tío Lucas, nunca juzgado por sus excentricidades. ¡Hasta convivían con la abuela! Claro, en la casa abundaban las rosas negras, en el almuerzo los insectos, los niños jugaban en una cámara de torturas instalada en el sótano, el mayordomo, Largo, parecía Frankenstein (¿estaría vivo?), el asistente del grupo familiar era Dedos, una mano humana que vivía en una caja, y el tío Cosa, que solía visitarlos, hablaba en un idioma incomprensible y estaba cubierto de pelo. En adecuado blanco y negro, la serie de media hora fue casi un antecedente de la psicodelia, un objeto central de la contracultura de los años 60 y un bálsamo para los raros del mundo, que por fin tuvieron pasaporte al universo de lo cool.(RS)


Ante la casa de los Adams, en Syracuse, New York, USA.