
Allá por 2002, mi amigo Renzo Abrussezze, escribió, a propósito de un tema que había convertido en el lugar común del debate público -la cuestión identitaria a partir de la etnia- el artículo que reproduzco más abajo y que sirve para ilustrar lo absurdo de intentar denominar 
ad infinitum los productos de las combinaciones que se obtienen en la práctica del mestizaje, mucho más en este tiempo de infinitas posibilidades de mezcla. El mismo absurdo que reivindicar una "etnia pura".
Sin más, 
"Sobre etnias y razas" (Renzo Abrussezze)
Desde hace mucho tiempo, la cuestión racial en Bolivia hace parte de las inquietudes intelectuales tanto de los mestizos, como de los cholos, los indios y otras etnias. Sin embargo, mas por cuestiones demográficas que culturales, cualquier reflexión sobre el particular hace referencia a que aymaras y quechuas, dualidad que instala en el imaginario colectivo un horizonte parcial, pues en realidad somos más que ambas entidades. Nataly Fletcher hace notar que, en el siglo XVII,I el cholo era la resultante de la unión de un mestizo y una india, y el mestizo era la resultante de la unión entre un español con una india, el mulato derivaba de los encantos amorosos entre un blanco y una negra, el zambo de un negro con una india y el 
chino de las pasiones de un zambo con una india.
Había, además, algunas curiosas combinaciones genéticas. La mezcla entre un 
chino y una india se denominaba 
salto atrás; y si un 
salto atrás, se unía con una mulata, el resultado se denominaba 
lobo. En algunas zonas tropicales, la población de 
lobos y 
lobas era considerable. Si un 
lobo se unía a una
 china el resultado era un 
jíbaro y si éste procreaba con una mulata, al fruto de sus amores se lo conocía como 
albarazado. Si el 
albarazado se enredaba con una india, teníamos un 
zambaigo; y si el 
zambaigo se unía a una 
loba, a los hijos de ambos se los denominaba 
calpamulos de quienes en unión con una 
cambuja (resultado de la mezcla de un 
albarazado con una negra) resultaban los 
tente en el aire. Un 
tente en el aire con una mulata daba como resultado u (o una) 
no te entiendo y si un 
no te entiendo se unía con una india, el producto de sus amores se conocía como 
torna atrás.
En síntesis, la diversidad étnica derivada de las uniones mestizas, indias, cholas o negras es una realidad muy amplia, lo que reafirma dos cosas: primero, que los humanos somos una especie sumamente activa y, segundo, que los paradigmas racistas enmarcados en la dualidad K’ara-indio son sólo una parte del error general que constituye todo racismo.
Aunque las denominaciones hubieran desaparecido –pues no hay nadie que se autoidentifique como 
zambaigo o como 
salto atrás- la sociedad boliviana posee estos grupos humanos y seguramente muchos otros más. Lo cierto es que el enorme desarrollo de los mecanismos de comunicación intercultural (incluidas las migraciones masivas) ampliaron en el último siglo, como jamás antes, las posibilidades de combinaciones genético-culturales, de forma que nada raro sería encontrar el vástago de un albarazado con una bella sueca, combinación que podríamos bautizar con el denominativo de 
salto al cielo.