jueves, 9 de septiembre de 2010

La revolución plateada



El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos…. Así comienza la canción “Años”, original de Pablo Milanés y que tiene una maravillosa versión por Mercedes Sosa que, como muchas expresiones alusivas a la edad avanzada, no se libra de un aire melancólico, de resignación ante el declinar de la vida.

Ciertamente, el paso del tiempo trae consigo una serie de manifestaciones orgánicas que necesitan mayores cuidados para evitar el deterioro sostenido de la salud. El cuerpo ya no ofrece la misma respuesta de recuperación de los años mozos y es preferible someterse a controles periódicos que ayuden a prevenir la aparición de alguna enfermedad grave que comprometa la propia vida. Lo dice alguien (quien escribe) que, por ahora, ni siquiera sufre de caries, pero sabe que, en su momento, tendrá que hacerse los chequeos de rigor sin que esto se interponga con sus quehaceres habituales.

Sin considerar los factores hereditarios que predisponen a contraer ciertos males, mucho hace el factor “calidad de vida” –que parece ser que al actual régimen le parece muy neoliberal por lo que prefiere apodarlo “vivir bien”- para visualizar en qué condiciones va a llegar uno a la edad en la que puede dar consejos con alguna autoridad.

Podemos, inclusive, relativizar esto de la cualidad de “viejo”: un futbolista ya es considerado como tal –incluyendo un odorante complemento- alrededor de los 35 años; por otro lado, una persona de 50 es considerada un(a) “joven político(a)”. Por ahí encontramos que uno no es ni absolutamente joven, ni absolutamente viejo: a los 35 aquel mismo futbolista puede ser un “joven entrenador” y a los 75, ésta un(a) político(a) maduro(a).

A la invención de la juventud –que, más allá de la edad, es un exitoso invento social (una referencia sociológica)- sobrevino una progresiva discriminación contra la “gente mayor”, considerada una carga social. De repente esta sea la más injusta herencia de la revolución industrial, ávida de mano de obra fuerte y saludable….

Pero resulta que ahora vivimos en pleno desarrollo de la sociedad del conocimiento y la información en la que el rol del “viejo” no es, en absoluto, anodino.
Ya en 2001, Sir Ken Robinson menciona la idea de una “revolución plateada” (grey revolution) a poyado en los reportes sobre contratación de personas mayores de 50 por parte de las compañías del campo de las nuevas tecnologías que buscan experiencia y visión estratégica para su supervivencia en el mercado (“Out of our minds”, 2001).

En “The Element” (2009), el propio Robinson dedica un capítulo a la oportunidad que tiene un adulto mayor de establecer para sí un nuevo juego de logros personales.
“Los seres humanos –dice- somos orgánicos y cíclicos. Capacidades diferentes se nos manifiestan con mayor énfasis que otras en distintas etapas de nuestras vidas”. “La edad cronológica –forma de medición del número de años transcurridos desde que uno nace- es una dato relativo cuando se consideran la salud y la calidad de vida”, agrega.

Hay gente que teniendo la misma edad cronológica está separada años luz , emocional y creativamente hablando.
Algunos gobiernos y empresas privadas están considerando tales cuestiones en el diseño de políticas públicas y políticas de contratación de personal.

Y por casa, ¿cómo andamos?.

2 comentarios:

Debbie dijo...

Buena reflexión Puka...para unas cosas se es viejo, para otras no...pero está en uno mismo no dejarse encasillar por las modas culturales...ser viejo o ser joven es una cuestión relativa que concierne a uno mismo....Yo decidí ser siempre joven...de cuerpo y espíritu....si el cuerpo algún día no quiere responder... estoy segura que lo voy a hacer que responda...!!!!! hay que preguntarse..Qué hacemos para mantener la preciada juventud?

María Isabel Salomón dijo...

Esto de la edad, es una cuestion de actitud, considero que el tema pasa principalmente por la calidad de vida que uno tiene que darse consigo mismo. Lo demas es una cuestion de numeros para la estadistica.