Cuando los dados cargados de la justicia masista parecían,
una vez más, inclinarse del lado de los abusos del régimen, sucedió algo
difícilmente previsible: los dados cayeron del lado del restablecimiento del
estado de derecho y del debido proceso, por obra y gracia de tres jueces de la
jurisdicción de El Alto quienes declinaron competencia el reciente caso que la
Fiscalía les remitió. El argumento no puede ser más claro: en su condición de
expresidenta constitucional, la señora Jeanine Áñez Chávez no puede ser
sometida a juicio por la vía ordinaria; lo que le corresponde es uno de
responsabilidades.
¿Qué pudo haber ocurrido para que esta “anomalía”
–sarcasmo- tenga lugar nada menos que en un tribunal de El Alto? ¿Qué pudo
haber pasado por la cabeza de estos tres jueces? ¿Enloquecieron (contradecir al
poderoso Lanchipa es un acto de locura)? ¿Tuvieron un rapto de sensatez legal?
¿No midieron las consecuencias personales de su acto?... Voy a intentar
responder con algunas conjeturas tal cuestión.
1. Probidad
profesional de los tres
Aunque en primera instancia
pueda calificarse como ingenuidad el atribuirles algo tan escaso en la justicia
de estos tiempos, no se puede descartar que los tres colegiados hubiesen
actuado de manera ética y apegada al debido proceso y a las prescripciones
constitucionales. De haberse dado esta posibilidad, estos operadores de
justicia merecen un reconocimiento especial de la ciudadanía porque devuelven
la fe en una administración de justicia independiente, que no se somete al
poder de turno. Se puede alegar que sólo están cumpliendo con su trabajo,
haciéndolo correctamente, pero cuando el resto del sistema judicial está sumido
en la podredumbre, el hecho brilla precisamente por su singularidad, dadas las
circunstancias.
2. Curarse
en salud
No es desconocido ni para los
operadores del ministerio público que este proceso no tiene sustento legal
constitucional y que, tarde o temprano, instancias internacionales pondrán en
la picota al Estado boliviano y señalarán a quienes, actuando por complacencia
al poder político, cometieron tal barbaridad. Los tres habrán sopesado,
pensando en sus familias y en su prestigio profesional, la conveniencia de
hacerse cargo del juicio o no. Aunque no es la mejor manera de “resolver” una
solicitud, el resultado sigue siendo impecable.
3. “Papa
caliente”
Los tres pudieron haber medido
el posible impacto de hacerse cargo de un juicio viciado y de toda la presión
social que caería sobre sus espaldas. Sacrificaron “lealtad” al instrumento por
tranquilidad en sus vidas y las de su entorno familiar y profesional. Igualmente,
a la luz de la declinatoria, la justicia se manifiesta de manera más
esperanzadora.
4. Jugada
del régimen
Es plausible también la hipótesis de que los tres hubiesen
pactado con el régimen una especie de
señuelo dada la proximidad de la reunión de la CIDH en la que el Presidente
exponga la magnanimidad e independencia del sistema judicial boliviano, así
como el respeto absoluto a los derechos humanos. Más tarde, luego de un tiempo
“prudencial”, remitirá el proceso a otro juzgado, mismo que dará curso al mismo
por la vía ordinaria.
Sin embargo, en el entretiempo, la causa por un juicio de
responsabilidades para la expresidenta constitucional debe extenderse en todos
los ámbitos posibles, de manera que, si el régimen quiere burlar esta
declinatoria.
Si la misma fue por los puntos 1 o 2, descritos
previamente, mis respetos por los tres, encomiando a la ciudadanía a cuidarlos
ante una probable arremetida de acoso por parte del MAS.
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