miércoles, 13 de febrero de 2019

Grupo de Choque, conteo rápido y preclusión




Luego del despilfarro de 27 millones de bolivianos en un sainete de mal gusto publicitado como “elecciones primarias” –las únicas en el mundo con fórmula única- podemos, sin embargo, extraer algunos preocupantes indicadores de que, si las cosas siguen así, la ciudadanía está completamente inerme ante un organismo –llamémoslo “grupo de Choque”- absolutamente sometido a los designios del caudillo en ejercicio del poder.

Este grupo de Choque no tuvo el más mínimo empacho en insistir con la realización de dicho atropello al sentido común, en principio, y de declararse incompetente –lo es, pero en otro sentido- para pronunciarse sobre las contravenciones del oficialismo a la ley de régimen electoral, cuando ya había jurisprudencia que el propio TSE había sentado –en sentido contrario, o sea contra la oposición-. Un miembro del grupo de Choque dijo algo así como “no somos árbitros…” ¿No se enteró dicho personaje que justamente la labor que desempeña en materia electoral es la de árbitro y que todo asunto que concierne a dicha materia está bajo su jurisdicción?

Que, no obstante el empecinamiento del régimen en forzar al grupo de Choque a realizar tales “primarias”, a su fórmula única le fue como la mona –salió segundo corriendo solo- buscando la legitimación de sus ilegales candidatos, es otra cosa.

Y aquí entramos a un tema muy delicado. El periodista Mario Espinoza lo puso sarcásticamente en su cuenta de Twitter: “Menos mal que terminó el escrutinio. Dos días más y el MAS termina con el 200% en las urnas”.

Tan pronto como el horario lo permitió se dio a conocer el resultado del conteo rápido, a boca de urna, que arrojaba que un 33% de militantes del MAS había acudido a los centros de votación (un 67% le dio la espalda al Jefazo), del cual una cantidad relativamente significativa, votó en contra de los propios usurpadores de la voluntad popular. Admitiendo un margen de error razonable, tal porcentaje podría haber quedado en 35% (o, hacia abajo, en 31%); pero, misteriosamente llegó, tras una reunión de Choque en el palacio de Evo, ¡al 45%!

El régimen, vía grupo de Choque, toma una vez más como por tonta a la ciudadanía. Astuto como es –cómo negarlo- el régimen debe estar urdiendo cómo evitar estas brechas entre las cifras reales de un sufragio y las que, luego de la inyección de “Vótox” masista, se consignan en el informe oficial.

Tengo casi la certeza de que el régimen, a través de su grupo de Choque, le está poniendo el ojo al conteo rápido y ya debe estar ideando la forma de justificar una probable eliminación de dicho mecanismo de seguimiento electoral que ya tiene una práctica consuetudinaria –para bien- en nuestro medio. Ciertamente antes era mal utilizado porque se difundían resultados antes del cierre oficial de la jornada de votación, pero con la prohibición de hacerlo así, se ha convertido en uno de los más efectivos métodos de control de la transparencia del acto electoral. La alarma está activada para que la ciudadanía no se deje sorprender con tal atropello.

Otro mecanismo de transparencia al que disimuladamente –evitando la presencia de delegados de partidos, por ejemplo- le ha puesto trabas el régimen es a la preclusión; es decir, a la imposibilidad de modificación ulterior del resultado registrado en el acta (dejando un resquicio para actas con alguna observación).

Así de grave es el panorama que podría venirse –peor aun cuando el régimen, poniendo a su ficha estelar, se sabe perdidoso. Imaginemos lo que le ocurrirá a su candidato legal-.
Algo saludable que debería ocurrir es la remoción del grupo de Choque permitiendo que un tribunal de notables se haga cargo de las elecciones de este año.

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