miércoles, 28 de marzo de 2018

Marea alta no ahoga Veintiunoefes




Luego de virtualmente dos intensas semanas de agua salada hasta en  el refresco de mocochinche, la marea vuelve paulatinamente a su nivel habitual.

Con todo, queda la sensación de que los alegatos presentados por los juristas que representan el interés de Bolivia en su demanda ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, Holanda, fueron contundentes. Con una ayudita, hay que decirlo, del equipo rival que no supo leer el partido y hasta marcó un autogol.

Digo “con todo” porque, en el afán de cubrirlo todo de azul “masino”, el régimen no reparó en llevar su pintoresquismo a extremos groseros –el régimen sabe de sobra que estas ramplonerías no tienen ninguna incidencia en las decisiones de la CIJ-. Lo que se pretendió fue borrar, aprovechándose del profundo sentimiento reivindicacionista de los bolivianos, generar una marea lo suficientemente alta como para borrar de la historia otro sentimiento igual de profundo: el de su convicción democrática, certificado con el voto del 21F en sentido de cerrarle el paso a cualquier intento de perpetuación en el poder.

Si el régimen pensó que generando una inmensa ola de triunfalismo asociada al caudillo iba a matar por ahogamiento a la esperanza democrática, se equivocó de medio a medio. 

Con propiedad, se puede decir que el régimen apostó su vida a dicho efecto sin mayor resultado. Advertido de este fracaso, tenemos a un Morales impaciente ante los plazos abiertos para la emisión del fallo en La Haya, pidiendo a la contraparte no esperar tal sentencia y comenzar negociaciones ya mismo. El señor García le ha hecho eco y ha hablado de una salida por encima de Arica (imaginamos un colosal puente).

Está claro que resulta insostenible tener al país “martirizado” indefinidamente. Mientras más se diluye el discurso de “ya tenemos el mar en el bolsillo” (Charaña style) más vuelve a emerger el 21F con toda su fuerza ciudadana.

Para colmo de males azules, la “Ley de Marfy” se ha cruzado en el camino del régimen. Simultáneamente a su astuto manejo del sentimiento reivindicacionista para fines políticos perpetuistas, a relativamente poca distancia de La Haya, en Venecia, Italia, la Comisión del Consejo de Europa que lleva los asuntos de la democracia ha dejado establecido, a consulta de la OEA, que la reelección – y con mayor razón en su versión indefinida, digo- no es un derecho humano.

Como el fallo del TCP se basa en lo contrario, es decir en el supuesto de que la reelección con carácter indefinido es un derecho humano, dicho fallo queda sin sustento alguno y debe quedar sin efecto ipso facto. La reacción del régimen o podía ser más atrabiliaria: mientras un diputado espetaba que este Estado tiene “sus propios derechos humanos”, el ministro de Justicia criticaba la competencia de la Comisión de Venecia, olvidándose que él mismo había acudido a ella para ciertas consultas. Dicho en otros términos, la Declaración de Venecia desbarata el argumento central que el régimen utiliza para desconocer la Constitución y el resultado del referendo del 21 de febrero de 2016, ergo el Sr. Morales debe irse a su chaco, con su quinceañera, a poner su restaurante, tal como él mismo lo anunció, el 22 de enero de 2020.

Y, por si faltaran elementos de análisis, Chile ha dejado deslizar que ante la eventualidad de negociar una salida al Pacífico para Bolivia, estaría dispuesto a hacerlo pero no con el señor Morales Ayma como Presidente.

He aquí una prueba de amor a Bolivia (y no al poder) para él: si lo que realmente le interesa es el retorno del país al océano debe dejar a su sucesor el desarrollo de la próxima etapa en esta materia.

No hay comentarios: