Hago el cálculo una y otra vez y siempre me sale lo mismo
–y si me equivoco, por favor hágamelo notar-: Gobernar “sólo” hasta el 2025,
como sostiene el régimen para morigerar alguna resistencia a la
(re)habilitación del señor Evo Morales como candidato a la presidencia, sería
hacerlo hasta el mediodía del 22 de enero de dicho año –ni un día más, ni un
día menos-.
Tal promesa es una más de las “estrategias envolventes”
–burdas maniobras, para hablar claro- que han urdido el caudillo y sus
adláteres para dar la impresión de que sus pretensiones son en extremo
modestas, y no han faltado quienes se han tragado el agua salada de dichas
patrañas.
No pocas razones dan cuenta de ello: para empezar, se
está barajando la especie de que el periodo 2006-2019 -13 años de abuso/goce/borrachera
inmisericorde del poder- no cuenta a efectos de la eufemísticamente llamada
“repostulación” del déspota. O sea, si no entiendo mal, que la historia contará
que hubo más de una década de vacío de poder hasta que un “desconocido”
cocalero postuló a la primera magistratura. ¡Pero, por favor! ¡La ciudadanía ya
no come vidrio molido!.
Otro dato es el reiterado comportamiento del susodicho
individuo de negar sistemáticamente cualquier ambición de perpetuarse en el
poder y actuar en sentido contrario –siempre apelando al “pueblo”-. En una
reciente entrevista confesó haberse “acostumbrado” al cargo (a sus mieles, en
realidad). El hombre ya no se imagina a sí mismo viajando en bus o amarrándose
los guatos con sus propias manos. ¿Tiene la mayoría de la ciudadanía tan poca
dignidad como para votar para satisfacer la vanidad de un sujeto tal? “La
alternancia no tiene nada que ver con la democracia”, dicen; sin embargo,
expresiones como “gobierno de turno” o
“periodo de gobierno” dan fe de la idea de transitoriedad en el ejercicio del
poder y la propia Constitución impuesta por el régimen –varias veces violada
por sus progenitores- así lo estipula.
El motivo más simple para descreer del “sólo la puntita”
que proclama el régimen es la psicología del sátrapa: ¿Cree usted que éste se
irá así nomás el 22 de enero de 2025, permitiendo que “otro” brille en los
fastos del bicentenario de la República? (imagine usted una sonora carcajada de
un servidor).
Pero el rodillazo gubernamental bien podría recibir como
respuesta un cabezazo ciudadaNO a la hora del recuento de sufragios
referendarios, esto a juzgar por la demoledora victoria del “NO” recién pasado
cuyo contenido es, a no dudarlo, plebiscitario y es, además, correspondiente con
las encuestas en las que si bien en los ítems “gestión” y “popularidad” del personaje en cuestión
muestran una discreta aprobación (mismos que hasta podrían incrementar la misma
vía La Haya) coinciden en marcar la reprobación ciudadana hacia su afán de
perpetuación lo que, en mi criterio, hace que el “NO” sea una manifestación
consistente –independiente de otras valoraciones y resistente a campañas y
prebendas-. Es un sólido rechazo a la corrupción, a la deshonestidad, a la
mentira y a otras “virtudes” de las que el régimen ha hecho su estandarte.
¿Quiere esto decir que los ciudadanos vamos a esperar
recostados en una hamaca a que el régimen sufra una nueva humillación
electoral? De ninguna manera. El control que ejerce sobre órganos como el
electoral y el constitucional puede hacer la diferencia entre su continuidad o
no en el poder. Pero, como se ha visto, cuando la distancia entre una opción y
otra es sideral, pueden acortarla, pero no revertirla. ¡A no bajar la guardia
por la democracia, la libertad y la transparencia!